Una vez llegaron, Pedro estacionó y apagó el coche. Ambos bajaron y esperaron a que la persona saliera a atenderles.
— ¿Tomás Arbillaga? — El nombrado asintió, jugando con sus dedos de los nervios que sentía en ese preciso momento. Jamás había ido a un psicólogo y ahora estaba ahí en un abrir y cerrar de ojos. — Bueno, adelante.
「 10 minutos antes 」
— Pedro, no voy a ir.
— Ya estás cambiado, vamos a ir —. El rubio habló seriamente, abriendo la puerta.
— Nunca... Yo no... Pedro... —. Los nervios de Tomás empezaron a jugarle malas pasadas, sentía su pecho agitado, sus manos no dejaban de temblar y sentía que en cualquier momento se quedaría sin oxígeno. No quería salir y menos contarle a un extraño lo que le estaba pasando. — Yo...
— Tomi —. El rubio lo envolvió entre sus brazos, acariciando su espalda con suavidad. — Estoy con vos, no estás solo, quiero ayudarte a que te sientas bien ¿si? Necesitás soltar todo lo que te está atormentando, no es saludable guardartelo, ¿me entendés? Te quiero demasiado y me duele verte así...
El nombrado inhaló por la nariz y soltó el aire por la boca unas cuantas veces, intentando calmarse. Pedro se veía demasiado preocupado, no quería preocuparle más. No quería molestarlo.
— ¿Mejor? — Le escuchó murmurar, asintió levemente como respuesta. — Entonces, vamos.
Ya adentro del consultorio, Tomás se quedó parado en la puerta cuando esta fue cerrada, observando como la señora se dirigía a uno de los sillones color crema. Quería avanzar y sentarse en el asiento vacío, pero sus piernas temblaban y no respondían a sus órdenes.
— ¿Es tu primera vez, cariño? — La señora habló con una voz tan dulce que le hizo levantar la mirada, asintiendo con la cabeza tímido, como si de un niño se tratara. — Ven, toma asiento. Está bien tener miedo, nervios y desconfianza, no me conoces y todavía no te conozco, vamos a presentarnos.
El castaño tragó saliva, todo lo que había dicho tenía sentido y de cierta forma lo tranquilizó. Después de todo, aquella señora seguía siendo otro ser humano.
Se sentó en el sillón, frente a la mujer, sus manos se mantenían sobre su regazo, jugueteando con el borde de su chaqueta de jean.
— Soy Amelia, y desde ahora soy tu psicóloga —. La mujer de cabello corto y rizado le sonrió. Entre sus manos sostenía una lapicera y un cuaderno largo, lleno de hojas. — ¿La persona de afuera es tu amigo, cierto?
— Sí, lo es —. Murmuró, mordiéndose la mejilla interna.
— No iba a atender su llamado ¿sabías? Ya estaba preparada para retirarme e irme a casa por hoy, pero algo me dijo que debía responder —. Se acomodó los lentes. — Su voz era tranquila, pero sus palabras se sentían tan quebradas que acepté hablar contigo y conocerte —. Tomás frunció el ceño, escuchando atentamente. — Me dijo que necesitabas ayuda profesional, un empujoncillo para que tu vida fuera más calmada y llevadera, eres muy joven por lo que veo y muchos objetivos por cumplir.
— Sí, tengo veintitrés años —. Respondió, no quería sonar cortante, pero no sabía que más agregar.
— Ya veo —. Tomás la vió escribir sobre la hoja. — ¿Quieres hablarme un poco sobre ti? ¿Qué es lo que haces? ¿Trabajas, estudias o ambas?
Pedro se encontraba afuera de la habitación, ya había pasado cuarenta minutos desde que Tomás había entrado. Se preguntaba si había hecho bien en traerlo allí, tal vez debió haberlo pensado más en lugar de hacerlo por un impulso desesperado, pero tenía miedo, realmente su pecho dolía de tan solo escuchar las barbaridades que su amigo, su mejor amigo de hace tantos años, decía sobre sí mismo. Le importaba y lo quería, muchísimo, tal vez más de lo que imaginaba y solo quería su total bienestar.
El ruido de la puerta al abrirse lo sacó de sus pensamientos, levantándose de inmediato cuando observó a Tomás salir con los ojos cristalizados. Se acercó rápidamente, tomándole del hombro.
— ¿Tomi?
— Estoy bien, tranquilo —. El rubio lo vió sonreír y eso bastó para que su cuerpo se relajara.
— El llanto es un método sano para desahogar tanto dolor acumulado —. Pedro escuchó atentamente las palabras de la mujer y le sonrió agradeciendo la amabilidad. — Nos vemos la semana que viene, Tomás, a esta hora, ¿está bien?
— Sí, está bien. Muchas gracias, Amelia.
Ambos chicos salieron de allí y se dirigieron al estacionamiento, donde subieron al coche.
— ¿Querés... Querés hablar de la experiencia? — Habló Pedro antes de encender el motor. — Si no querés hablar de nada, está bien, simplemente quería saber cómo–
Fue interrumpido por el peso ajeno sorprendentemente arriba suyo. Tomás lo abrazaba con tanta fuerza que le era imposible al rubio moverse, era un espacio tan reducido que ni siquiera sabía cómo el castaño había entrado allí con tanta facilidad.
— Sos tan... Tan... — Robleis no sabía como expresar lo que sentía en aquel momento, no entendía como había tenido la suerte de tener a un amigo tan increíble como lo era Pedrito. — Dios, te quiero.
El adverso no sabía cómo reaccionar ante tales palabras, podría jurar que jamás había escuchado a Tomás decirlas en voz alta con tanta sinceridad.
— ¿A qué se viene este amor tan repentino? — El rubio sonrió, reposando su mano libre sobre el cabello de su amigo.
— Solo recibilo sin quejas —. Pedro soltó una risilla, asintiendo. — Gracias por traerme hasta acá.
— Hace casi una hora atrás me querías golpear, es increíble —. Tomás se reincorporó en el asiento nuevamente, soltando un leve suspiro.
— Amelia me habló de algunas cosas que no veía, más bien... Que no quería ver o las pasaba por alto —. Escuchó como el motor se encendía y se colocó el cinturón de seguridad. — Hablamos de muchas cosas, pero siento que aún me falta hablarle de muchas otras. Me siento...
— ¿Más aliviado?
— Sí, con menos peso en mi espalda.
— Eso es bueno, es realmente bueno, Rob.
— Aún así, hay cosas, mejor dicho... Sentimientos, que necesito arreglar dentro de mí...
— No estás solo en esto ¿bien? Acá estoy para vos y ahora está Amelia, somos como un equipo —. Pedro desvió la mirada del camino para observar al castaño por unos segundos. — Nunca voy a dejar que te caigas, yo voy a estar acá para sostenerte, siempre.
— No si antes no choca un camión —. Tomás le sonrió, golpeando suavemente su hombro con su puño. — Atento a la calle, no sabés cuánto vale este bebé, ni en dos vidas me lo pagás.
— Exagerado.
—「 🍷 」—
capítulo larguito pero importante.
la ayuda profesional es muy importante a día de hoy, por favor, siempre luchen por su bienestar. <3
espero tengan un hermoso día, tarde, noche. ~
– L.
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🈀۪ ; ⌜ ALCOHOL T.2 ⌟ ⊹˚ ᵖᵉᵈʳᵒᵇˡᵉⁱˢ
Fanfiction﹙ᴬᵁ ᵈᵉ ᵗʷⁱᵗᶜʰ﹚ ⌦ ⊹ | Donde Tomás es un streamer argentino abiertamente gay y no puede superar la reciente ruptura con su ex novio. Él piensa que el alcohol es la única salida para volver a sentirse bien. Sin embargo, 𝘴𝘶 𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳 �...