Día 1. Prueba de embarazo

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Debe ser un maleficio, alguna culpa sin pagar, el karma de sus antepasados. Severus Snape necesita una explicación urgente del porqué de su mala suerte. Él no es un hombre amable ni comprensivo, no va a saltar a felicitarte o consolarte según sea el caso, lo entiende, pero eso no significa nada. Él ni siquiera debería tener que estar lidiando, por quinta vez en su vida, una situación como aquella.

Todo era culpa de Sirius Black y nada le hará cambiar de opinión mientras golpea la puerta, por decima vez, esperando obtener alguna respuesta. Miró aquella caja sin saber si el ahijado de su esposo es muy ingenuo o muy idiota. Sólo a él se le ocurre utilizar una prueba muggle, de esas incapaces de contemplar la posibilidad hipotética y no hipotética de un mago en esa situación.

El llanto ahogado es su única respuesta.

-Abreme, Potter.

Ordena antes de ir a buscar su varita. Él no tendría porqué estar soportando a un joven casi adulto, menos en su propia casa donde bien podría invertir el tiempo en la elaboración de alguna de las tantas pociones pendientes. Pero no, Potter debía ser. Regresa varita en alto. Sin importarle la privacidad el alohomora le permite entrar al baño donde un Potter llora viendo la prueba.

-Tío Sev, ¿cómo se lo voy a decir?

Convencido del negativo de esa prueba, sólo puede pensar en la imprudencia de Potter convenciendo a su propio ahijado para seguir los pasos de algunos de sus amigos y agrandar la familia aún sin terminar sus estudios superiores. Par de inconscientes. Toda culpa de Sirius y sus amigos, pero quién ha de solucionar la situación: él como siempre. Al menos ya no son estudiantes de Hogwarts ni pasó dentro del castillo, eso sí sería la cúspide del castigo. Piensa obligando a su paciencia a respirar profundo y colocarse frente al, ahora silencioso, chico de ojos verdes. Evidente, él tampoco tiene mucho para decir o por lo menos una palabra de aliento porque regaños hay y para los dos.

Intenta ser bueno, toca su hombro con cuidado antes de acariciar esos revueltos cabellos. Despoja aquella prueba de sus manos sin siquiera observarla y lo ayuda a levantarse. Le seca las lágrimas. Lo acompaña con calma hasta la habitación diseñada especialmente para él desde su primer día de existencia. Lo sienta, él hace lo mismo a su lado. Toma su mano. Él es el adulto responsable, se repite en su mente.

-Todo está bien, Harry. Si bien no apruebo la premura, es algo de ustedes, por lo cual...

El sonido de alguien llegando a su casa le indica una cierta libertar del asunto. Si es ese chucho, él se encargará de solucionar la situación y darle un coscorrón a su amado ahijado. En cambio, si es su propio hijo; mejor no lo piensa.

-Padrino, ¿estás en casa?

Escuchan ambos hombres. El menor niega con premura y Severus lo sabe. De nuevo él tendrá que hacerse cargo. Se levanta en un hondo suspiro y va en búsqueda del otro impertinente, para ese vals se necesitan de dos. La poca compasión en su semblante se ha endurecido hasta su ya bien trabajado porte serio y obtuso. Quiere ser benévolo, lo quiere ser, pero el frasco transparente con la poción de tan característico azul indicando lo temido se lo impide.

-Algo que decir, Draco

Invita como si sus palabras fuesen sentencia más allá de un consuelo. Una fachada muy bien estructurada, tan conocida como querida. Años a su lado le han entrenado para ese tipo de situaciones donde el mayor es objetivo, rígido, severo por su bien y por ser una de las pocas maneras que conoce para demostrar cuanto lo quiere a él y, pese a la negación, a Harry. Coloca la poción sobre la mesa de centro, se sienta en el asiento y empieza a descocerse como sólo sabe hacerlo con el maestro de pociones.

-No fue planeado, padrino, lo juro. Estoy consciente de las desventajas en este momento de nuestras vidas. Sin embargo, lo haremos bien. Sólo, No sé cómo decírselo a Harry. Se pondrá feliz, eso es evidente pero el problema es mi padre, su padre. Por Merlín y Salazar qué hicimos. Padrino, si no salgo vivo recuerda que primero es mi hijo y debes preservarlo porque Potter es un imprudente y ¿no se estaba quedando con ustedes?

Era como ver a dos niños en cuerpos de adultos y notar que, si cambiaba el factor hijo y lo sustituía por algo como escoba modelo diez mil, un dragón de peluche, era la misma dinámica de siempre. ¡Qué agradable era la rutina! (pese a toda la situación).

-En su cuarto.

Vio al rubio marcharse en ese paso ligeramente apresurado denotando como ni en el más importante momento era capaz de perder su porte Malfoy. Respiró. Su trabajo estaba hecho. Decidió ir por un té negro. Su ahijado tendría un bebé. Los bebés que había visto babear, llorar, cagarse tendrían un bebé y esperaba les hiciese pasar el doble de los dolores de cabeza alguna vez provocados a él.

El té se agotó con las manecillas del reloj y esos dos parecían igual de lentos a todo su proceso de darse cuenta sobre sus emociones. Preparó dos tazas. Subió sin ruido alguno escuchando, conforme se acercaba, algo similar a risas y llantos de una banshee. Abrió sin dilatación.

-Padrino, seremos padres.

¿Draco se había estupidizado con la maternidad? Le hizo saber lo obvio de su comentario. Colocó el té sobre uno de los muebles y aguardó.

-Y seremos madres, tío Sev.

La afirmación inundada de primavera aunada al moreno sosteniendo su vientre se bajó el azúcar, la presión, la sangre. Con cierto temblor se acercó a esa prueba para observar aquellas dos líneas cuyo significado conocía muy bien.

Dos.

Esos dos escuincles lo iban a matar de un coraje y más al escuchar ese "¿nos ayudarás a decirles a nuestros padres, cierto?" de Ambos. Todo era culpa de Sirius y sus amigos que habían mal influenciado en ellos. Y él debía cargar con las consecuencias.

Al menos él no sería el abuelo.


Notas: Espero les haya gustado, no es la gran cosa pero con mucho amour para la pareja. Espero publicar el día dos (y que corresponde) antes de media noche. <3

Uno más uno son tres, cuatro o hasta seisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora