Día 4. Ultrasonido

137 12 1
                                    


Sexo matutino (después del nocturno), unas buenas pociones contra las náuseas y un desayuno inglés de su elfina Dinna era todo lo necesario para la joven pareja de magos. Habían pasado una excelente noche reconociendo sus cuerpos, cambiando en ratos sus "antojos" garantizándose así libertad de unos padres cuyo interés por ellos pareció reaparecer después de la noticia. Había sido divertido. Ahora tocaba disfrutar de un buen día de embarazo.

El plan era sencillo. Cancelar su inserción al cuerpo de aurores, reunirse con sus amigos, contarles las nuevas noticias, indagar sobre algunos medimagos capacitados en llevar a cabo un embarazo masculino con la mayor de las discreciones, ir a contarle a Sirius, verse de nuevo con su prometido y descansar. Esas eran las intenciones de Harry cuando Dinna dejó entrar a sus padres, acompañados por la tía Lily, cargando todos los antojos nocturnos (incapaces de llegar a su casa de manera eficaz al estar en el lado muggle) y libros al por mayor. Apuró su jugo de calabaza antes de saludarles con una enorme sonrisa.

—No los esperábamos, ¿quieren desayunar? —tras la negativa siguió en lo suyo.

—En un momento llegarán Remus y Malfoy para acompañarnos. —explicó la mujer mientras acudía hasta los dos, acariciar su cabello y darles un beso en la frente. —Muchas felicidades, a los dos.

—¿Acompañarnos?

—Sí, iremos con un doctor amigo mío que tiene maquinaría desarrollada en comparación de otros medimagos. Deben revisarse.

Harry lo supo en ese momento: su maravilloso día de embarazo había terminado. Intercambió miradas con su pareja y se resignaron a los planes de sus padres. Eso era algo a solucionar a la de ya. No había pasado ni un solo día y ya estaban metiendo sus narices más de lo necesario. Agradecían su preocupación y sus buenas intenciones. Sin embargo, ellos también eran adultos responsables, unos que caminaban hacía la independencia con los retos de la paternidad encima y se estaban tomando su tiempo de adaptación a esa nueva etapa. Si bien era cierto: más allá del positivo poco o nada sabían de sus hijos, también lo era su capacidad para encontrar al especialista adecuado.

—Les agradecemos sus intenciones, pero Harry y yo teníamos otros planes para el día de hoy. —Trató de encuadrar la situación el rubio. ¿Cómo le dices a tus suegros que no sean metiches sin terminar con un Avada en la cabeza?

—Otro día será. Hoy deben venir con nosotros porque debemos saber su semana de embarazo, cuál bebé llegará primero, empezar a arreglar todo.

Miró la ilusión en su papá. Lo entendía. Después de él, habían intentado tener otro hijo sin éxito alguno. Seguro veían en su nieto algo. Los complacería con aquello, sabía era importante para todos los ahí presentes y no presentes.

—Se los agradecemos, Draco y yo iremos a darnos un baño en lo que llegan los señores Malfoy. Si gustan comer algo o esperarnos en la sala.

Levitaron sus propios platos de comida hasta el lavadero y ambos subieron por las escaleras en un común juego de llegar primero a base de empujones leves y jalones de ropa.

—Yo primero porque tardas más en el baño

—Y tú tardas una nada en estar listo. Puedes bañarte al final

—Pero yo estoy embarazado, merezco ser el primero

—Noticias, Potter, yo también estoy esperando un hijo tuyo que, verdad sea dicha, da muchas náuseas. Lo merezco.

—Entonces llega primero, Malfoy —se rió con ganas subiendo lo último de las escaleras.

Una vez encerrados en su alcoba Harry aprehendió contra su cuerpo y la puerta a su prometido repartiendo besos de compensación al estar en una situación en la cual ellos no tenían el control.

Uno más uno son tres, cuatro o hasta seisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora