Día 8 Estrías

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—Harry James Potter Riddle

Se escuchó por toda la sala de estar sobresaltando a los dos hombres ahí presentes. Ágil como futuro auror Orión despegó sus manos del vientre desnudo del otro copropietario del lugar: sabía lo celoso y posesivo que podía llegar a ser su primo segundo.

Habían pasado ya tres semanas desde que la pareja había decidido contarle al padrino de Harry y al hijo de sus padrinos la situación de su embarazo. Una velada de la cual, sin ayuda del posionista, hubiese terminado en un desastre mucho más allá del fingido desmayo de Sirius ante la petición de su pequeño Prongs hacia su hijo de ser su portador de magia y no a él que tantas veces le había cambiado los pañales.

Dos habían sido las semanas que Orión ayudaba tres veces a la semana a compartir su magia de manera tan íntima como ocurría con Hermione y su padre. Sólo que ellos en lugar de hablar el pequeño que estaba creciendo en su vientre, decían hablar de lo injusto de no poder postularse juntos como Aurores.

Cada uno de los magos realizaba el apoyo mágico de manera distinta. Hermione solía hacerlo con caricias en sus manos, masajes en sus hombros y en sus pies; su papá prefería tenerlo acostado en sus pierdas y hacer el proceso a través de caricias en su cabello relajándolo al punto de siempre terminar dormido cual niño. Orión, claro, más atrevido y curioso necesitaba ver a ese pequeño que ya se notaba lo suficiente tras cas cinco meses. Esa era la primera vez que Malfoy los veía.

—¿No vas a decirme nada?

Reprochó el recién llegado caminando imponente, pese a su incipiente barriga, hasta donde esos dos habían parecido perder toda capacidad. Empujó al Black-Snape para corroborar aquello que claramente pudo notar a su llegada.

—Accio tretinoína de Potter.

El frasco llegó a su mano. Tras una breve inspección vio el poco uso de la crema.

—¿Algo en tu defensa, querido Harry?

El cambio de voz, al cual ya era inmune, hizo poco o ningún efecto en Harry que comenzaba a entender por donde iba el asunto.

—Estás exagerando.

—Desde que llegué noté cómo siguen apareciendo en tu vientre y no estás haciendo nada.

—No es para tanto, es normal.

—Sí, pero se tienen que cuidar.

—Oigan, yo ya me perdí, ¿no estabas molesto por andar manoseando a Harry?

La interrupción de su primo/cuasi-hermano sacó a la pareja de la discusión.

—¿Ves eso, Orión? —interrogó señalando los laterales inferiores de la barriga de Harry.

—Sí, papá Sev tienen algunas, también el tío James y....

—Están muy rojas. Eso no es normal.

—Es por la piel que se expande, Dragón, relájate— trató de conciliar el susodicho.

—Y porque no ha tomado suficientes líquidos. Su piel necesita de humedad para poder crecer sin que se formen. Ya me lo explicó Granger y por eso Pansy nos consiguió estas cremas que al parecer tu inconsciente hermano de imprudencias no ha usado.

—¿Habría algún problema si me llenara de estrías? ¿Dejarías de quererme por cómo me veo, es lo que quieres decir, Malfoy?

Genial, se había enojado.

—Yo no dije eso. Estoy diciendo que la piel también es un órgano y hay que cuidarlo y si no tiene suficiente agua a lo mejor los otros órganos tampoco la están recibiendo y eso puede hacerles daño a ambos.

—A papá Sirius le excitan las estrías de papá Sev, a lo mejor te da miedo que sea de familia y te apene admitir que te pone algo que no es estético.

—Bastardo mocoso fetichista, nadie está hablando de eso —reclamó dando un golpe con su varita en la cabeza de su invitado. —Me preocupa Harry y que su cuerpo. Nada más— argumento serio pese al ligero sonrojo en sus mejillas.

—No suena muy creíble, primito sucio, quién diría que el educado y de renombre heredero de los Malfoy sería tan puerco y perverso.

—Lárgate ya, Black, esto es entre mi esposo y yo. Dinna, escolta al disque caballero a la salida y que no regrese por hoy.

—¿En se...? —el puff de la desaparición dejó la instancia en completo silencio permitiendo a los protagonistas mirarse frente a frente.

—Pansy me dijo que no le había pedido un segundo frasco cuando yo ya le pedí el tercero para mí.

— No lo creo necesario, casi ni se ven.

—Que seas miope no nos condena a todos a no verlas. Me preocupan que sean tan grandes y rojas. Debes tomar más agua y tus vitaminas. Ya pasas la mitad del embarazo y es cada vez más difícil. Sólo no quiero que nada te pase, lo sabes.

—Lo sé. Pero se ven como cualquier otra cicatriz que tengo.

—Todas innecesarias si tuvieras la decencia de tener sentido de autocuidado. Pero no es el punto. Debes usarlas más. Leí que puedes hacerse llagas, lastimarte y arder.

—No creo que eso sea tan cierto, pero si te hace sentir mejor, lo haré. Aunque, si se quedan ¿seguiré siendo atractivo para el perfecto Malfoy?

—Con lentes, cicatrices, estrías, tres brazos, dos pitos y sin oreja seguirías poniéndomela dura.

—¡Qué galante, señor Malfoy! ¿No le interesaría saber si puede desarrollar ese fetiche que mi padrino tiene por las estrías del suyo?

La risa de ser cargado con esfuerzo y colocado en el sofá concluyo el tema.

—No apagues el momento con esas imagines, nuestros padrinos no cogen.

—Entonces, sólo ven y cógeme tú, que aún necesito magia dentro de mí.

—Tocará que entre por donde entro ese bebé, ni modo. Gran sacrificio de ese noble sangre pura.

Uno más uno son tres, cuatro o hasta seisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora