Día 6. Patadas

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Se encontraban en el salón principal recibiendo a la ya no extraña combinación de casas que se había convertido su grupo de amigos. La interacción entre hufflepuffs, Ravenclaws y gryffindors nunca había sido algo novedoso, pero a ello añadirle slytherins se tornó en la integración adecuada que tuvieron los cuatro fundadores de Hogwarts al momento de decidir crear una escuela para magos como ellos.

Hermione debatía con Luna y Theodore algo lo suficientemente espeso como para dejar a sus acompañantes buscaran conversación con un Ron en evidente estado de embarazo.

Todo marchaba perfecto. Solo faltaban Pansy y Ginny para que los anfitriones pudieran indicarles pasar al jardín donde les esperaban los bocadillos de la imperante reunión organizada de improviso ese fin de semana.

Las dos chicas llegaron discutiendo porqué el departamento que la slytherin compartía con los hermanos mayores de la gryffindor debía estar cerca de la tienda y no en un chalet privado como la primera tanto deseaba.

—Creo que un chalet siempre es la mejor opción —intervino Blaise a sus cuñadas.

—A menos que seas comerciante de una tienda tan importante como lo es sortilegios Weasley —convino Cédric mientras ayudaba a Neville a levantarse del sillón donde tan bien estaba.

—Pues yo creo que es una decisión que deben tomar en pareja sólo ellos tres- afirmó el segundo gestante del grupo un tanto cansado de escuchas hablar que quidditch a Viktor y Ron. Por lo cual fue abrazado por la recién llegada.

—Eso mismo le digo a la comadrejilla entrometida pero no logra entender que no le sabe a las decisiones de pareja.

—¿Y si dejan de discutir ridiculeces y vamos al jardín? Dinna preparó unos postres espectaculares que si no se apresuran se acabarán.

Por arte de magia Ron, Vicent y Gregory dieron marcha seguido por un divertido grupo donde algunos cargaban bebidas y aperitivos para compartir aquella noche de amigos que ya no eran tan frecuentes con todos sus miembros.

La mesa redonda, agrandada mágicamente, daba visión a cada uno de los invitados incluyéndolos en la conversación y en ese dominó cubano en parejas.

—¡Me pateó!

Se quejó de pronto Harry tras un momento de concentración producto de su jugada.

—Malfoy ya estás grande para hacer trampa —se burló Blaise quien hacía equipo con Luna.

—Yo no hice nada.

—Si cómo no, si ya sabemos como te las gastas, huroncito —secundó Ginny.

—No, fue el bebé —explicó Potter.

—Camarada, mi hijo no llega tan lejos todavía. Decepcionante que uses a mi precioso bebé para tus artimañas sucias que seguro te pego esa serpiente que tienes por novio. Admite que no tienes fichas para poner y debes abrirte —molestó Ron sobando su enorme panza a punto de explotar.

—El tuyo no, comadreja, el mío. —afirmó con hastío fingido el rubio mirando con preocupación a su pareja quien no dejaba de ver la parte afectada.

Un silencio impregnó todo el jardín procesando la información.

—Amor -se quejó alargando la o—, así no era la manera en la que les debíamos dar la noticia.

—¿Harry puede sentir las pataditas si es Draco el embarazado? ¿Blaise, Theo, ustedes escuchan las pataditas de sus hijos? —cuestionó Luna como si la cuestión del embarazo fuese de lo más normal. Aunque bueno, para gran parte del grupo, y después de haber encontrado a los protagonistas en sus fechorías, era algo que ya se había tardado en suceder.

—Es que no es el bebé de Draco, es el mío el que está pateando —explicó ante la negativa de las dos serpientes.

—No seas envidioso con mi dragón, Potter. Está bien que tú lo hayas puesto ahí pero también es de él.

—Es que no estoy hablando del que yo le puse. Ese todavía no puede patear, estoy hablando del que él me puso a mí.

Y si antes había silencio ahora había quietud.

—Harry James Potter Riddle, ¿qué quieres decir con eso? —Exigió su mejor amiga.

—Que estamos embarazados, ambos, y era esta una reunión de revelación que pretendía darse con mayor elegancia y ahora no me dejan asimilar que mi primogénito acaba de dar su primera patada, seguro inconforme con su aburrido juego muggle —decidió mejor explicar el Malfoy pues sabía que Harry podía soltar cualquier cosa extraña y malinterprétable.

—Pues vaya si los dos se abrieron y no en el juego, precisamente. —se burló la pelirroja antes de agarrar al rehén más cercano y abrazarlo iniciando así una ronda de abrazos y felicitaciones.

—Necesitan muchos cuidados, les voy a pasar toda la información que les envié a Ron y Neville, espero que tú sí la leas, Harry y no andes escudándote con los antojos como otro.

—Oye, yo no te digo nada de la manera en la que trabajas en el ministerio, tú no me digas nada en la manera en la que trabajo en este bebesote. Si se le antoja un pudín de tapioca con merengue italiano sabroso como su padre, es lo que tendrá. Tú no le hagas caso Harry, Mione no sabe de este, tú come lo que se te antoje.

—-Para que luego termines vomitando por las combinaciones, claro que sí.

—Las papilas gustativas de mi Zabini son algo que tú no comprendes y no se puede aprender en libros.

—Creo que mucha de la información ayuda mucho, Harry. A mí me permitió disminuir los malestares para poder postularme como sanador. —terció conciliador el otro gryffindor en estado.

—El trío de serpientes plateado, donde pone la lengua pone el huevo y no tenemos ni un año de haber salido de la escuela. —proclamó Pansy achuchando las mejillas de su mejor amigo.

—Esto podría ser una señal para... —la mirada dura de Hermione detuvo a su búlgaro novio de decir cualquier cosa fuera de lugar. —ser una familia.

La risa de varios de los presentes pareció relajar solo por un instante la situación.

—¿No acababa de patear tu bebé, Potter?

La interrogante de Nott llevó a todos los gryffindors a mirar la pequeña barriga de su amigo y sin preguntar tocarla tratando de sentirla.

—Idiotas, lo asustan. Dejen a mi hijo en paz, chú, chú, lejos de mi Potter que me lo contaminan.

—Ya empezó el padre sobreprotector. No le están haciendo nada.

—Cuando hostiguen a Cho ya te quiero escuchar, Diggory.

—No necesitas ponerte arisco, Dray, les regalaré repelentes de nargles para que te sientas más seguro.

—Lo que necesita es una buena cogida.

—Pues por eso están cómo están, Pansy, no vaya a ser que se embaracen al cubo o alguna de esas cosas que sólo le pasan a Harry.

—Pero ¿cómo pasó todo eso?

La pregunta de Goyle detuvo a todos en seco. Blaise estaba por responder con la versión anatómica posible, Hermione del a manera más teórica, Theo de la manera más sensata, Neville de la más romántica, Luna de la más astrológica, Ron desde la lógica, Pansy desde lo parafílico, Ginny desde el kamasutra y Krum de lo tántrico que la pareja mejor prefirió tomarse un descanso al escuchar el inicio de cada una de esas explicaciones. Ya los irían a buscar cuando se dieran cuenta de que se encontraban en el sofá descansando junto a un par de palomitas y una buena película.

Con ello, habían aprendido una valiosa lección en menos de una semana: dar noticias impactantes en conjunto solo llevaba a la paranoia colectiva. Si las cinco lechuzas diarias de sus padres y padrinos no fuesen suficientes, ahora estaban sus amigos. Y pensar que aún falta su padrino Sirius y Orión. El embarazo estaba resultando ser un caos. 

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Un día se hizo mil meses pero ya al menos continué un día más. 

Uno más uno son tres, cuatro o hasta seisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora