Día 5. Dudas/Miedos

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Una larga lista de recomendaciones, pociones nutritivas, el ametrallador sonido de sus obligaciones, aunados al imprescindible deber de elegir entre sus seres queridos a tres personas compatibles para compartir su magia con ellos durante el periodo de gestación y cuarentena; fue llenando de peso invisible los hombros y espalda de la joven pareja.

Estaba seguro, sus padres no tenían malas intenciones al atiborrarlos con la casa, cuna, linaje, cuidados y demás cosas; pero habían colocado en la cabeza del azabache dudas capaces de dejarlo mentalmente agotado. Miró la alacena escogiendo a conciencia entre todo lo permitido de sus opciones para comer. Él era el del embarazo más avanzado así que los cuidados debían comenzar lo antes posible si deseaba pasase el periodo de riesgo sin mayor problema. Dejó los frutos secos, los quesos, miel, aceitunas y jamón serrano sobre la tabla de madera. Buscó las uvas e higos repasando cada uno de los tópicos a tratar con Draco. Mejor ahora que más avanzada la situación.

—Vamos a ser papás.

Afirmó llevando consigo un pequeño tazón con algunas de las delicias de la tapa preparada. Optó por sentarse en el lugar libre del sillón donde Draco estaba leyendo uno de los libros llevados por Lily Evans. La paternidad se plantó con fuerza frente a Harry con tal contundencia que hacía imposible hacer el tema a un lado. Estaba feliz mas los pensamientos, dudas, temores iban hilando un cordón que si dejaba crecer se enredaría más de la cuenta.

—Eso dictaminó el doctor y las pruebas.

—No se te vaya a salir el bebé de lo gracioso que eres

Draco dejó el libro para mirar a su pareja comiendo con rapidez. Supo que algo pasaba con el león y si su conocimiento en Harry Potter era correcto solo bastaba un poco de atención para saber, de manera desordenada y camuflada, lo sucedido en su mente gryffindoresca. En efecto, no demoró mucho para exponer otra pregunta.

—¿Has pensado en lo que dijo el doctor del suministro de magia?

Interrogó permitiendo a Draco cerrar el libro, colocarlo en el apoyador del sofá y centrarse en totalidad a Harry. Al final de cuentas era un tema que debían tocar sí o sí.

—El medimago sugirió que fuesen magias compatibles entre sí y con las nuestras. Posiblemente se lo pida a mi padre, a mi padrino y a Remus. Dudo se nieguen y conozco sus magias desde niño, no veo problema alguno. ¿Tú tienes a alguien en mente? —Indagó.

Harry masticó un pedazo de jamón en un puchero ante la resolución tan clara del joven ex−slytherin. Él estaba más próximo a la semana veinte y aún no podría decidirse entre todas sus opciones. Si bien era algo dicho hace menos de veinticuatro horas, Draco parecía tenerlo muy claro, no como él.

—No había pensado en mis padres. Con papá no creo que exista mucho problema, su magia es liviana pero la de mi padre, ya lo conoces; tal vez podría pedírselo a Hermione porque Ron y Neville es imposible en su estado. Mi padrino se pondrá como loco y querrá estar dándome magia a cada rato. ¿Crees que Hermione, Orión y mi papá sean opciones buenas? —subió sus piernas en las de su pareja y siguió con esas deliciosas nueces de la india. —¿Crees que si elijo a Orión mi padrino se enoje por escoger a su hijo y no a él como donador de magia? ¿Crees que la magia de ellos determine la forma del núcleo mágico de nuestros bebés? Porque si es así, también quiero darle de mi magia al bebé que llevas dentro.

—No quiero magia de la comadreja en mi hijo, Potter, —bromeó— así que es bueno que él también esté en estado. Son buenas las opciones. Otra, sería Lovegood, su magia mantiene una calidez similar a la de Remus, eso les haría bien a nuestros bebés. Si las magias influyen en su también tendré que pasarle mi magia a nuestro hijo. Lo consultaremos. Lo importante es elegir gente cercana y de caudal mágico basto. Y puede que tu padrino se ofenda un poco, pero lo superará.

—Sí, supongo que sí.

Un silencio llenó la habitación. Draco observaba a Harry, Harry miraba su comida. Era tan real por fin y eso

—Draco, ¿y si sus magias no son compatibles con nosotros?

—¿Por qué no lo serían, Harry? Nuestras propias varitas cedieron al otro apenas las tocamos de tanta compatibilidad. Nuestra elección es la correcta. Hay algo más que te inquieta, ¿verdad? —Decidió poner las cartas sobre la mesa. Con ellos las sutilezas no iban mucho.

— ¿Cómo no te sientes abrumado?

—¿Quién dice que no lo estoy?

—No se te nota.

—Príncipe de Slytherin, alumno predilecto de mi padrino y de tu padre; bien educado en los comportamientos de un mago digno anteponiendo la razón al sentimentalismo tan gryffindor tuyo ¿lo recuerdas? —Le sonrió seguro de sí acariciando los pies sobre sus piernas con calma.

—Arrogante y seco, claro que lo recuerdo.

—Potter, Potter, seco te la dejó —intentó bromear para distraer a su pareja.

—Habló el correcto mago sangrepura —le sonrió gatuno pescando el anzuelo. Quizás era muy pronto para preocuparse. Tendrían seis meses más para ello.

—Del cual estás esperando un hijo, al que embarazaste y de quien estás tan enamorado como para dejar tu merienda y venir a darme un beso.

Draco guiñó el ojo al finalizar de hablar, arrancando una carcajada en Harry quien dejó su comida a un lado y reptó hasta el rubio para colocarse sobre él y besarlo.

—Gracias.

—Seremos buenos padres, Potter. Mi inteligencia, carisma, galanura, cabello, destreza, mi ascendencia mágica, mi porte regio y tu habilidad mágica, tus ojos, tu buen corazón, lo tierno que te pones cuando te enojas, el pársel. Tendremos los hijos más asombrosos desde nuestro nacimiento.

—Mientras no hereden tu finísima humildad, creo que podremos manejarlo. Espero no tengan tus berrinches.

—Un Malfoy jamás hace berrinches, es una sutil manipulación poco comprendida por muchos.

—Si tú lo dices, te creo.

Un beso más, un par de caricias, juegos de palabras aligeraron el cumulo de pensamientos intrusivos en ambos. Estaban empezando, oficialmente, la paternidad.

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Perdón por la tardanza. He tenido que realizar algunos trámites y ni tiempo he tenido. Igual, espero que les guste. No estoy del todo satisfecha pero un día más subido. Después de la otra semana trataré de ponerme al corriente. 


Uno más uno son tres, cuatro o hasta seisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora