Día 7. Síndrome de couvade

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Oficialmente para Harry James Potter Riddle había llegado el cuarto mes sin ningún tipo de nausea ni malestar. Sólo antojos, ganas de descansar y ser mimado. En definitiva, era un mago afortunado. Algo que no podía decirse de su amada pareja que desde el primer mes los malestares escalaron a tal punto de tener que prescindir de su tan adorado laboratorio de pociones por lo menos hasta no vomitar en el caldero al sentir el aroma de cualquier ingrediente.

Todas las mañanas el baño se manchaba por un cansado joven Malfoy regresando la cena de la noche anterior; y a su lado su fiel lobo cuidaba sus cabellos al tiempo de darle leves masajes en su espalda.

—La idea de tenerte de rodillas por las mañanas es excitante pero no creo que esto sea normal.

—Cállate, Potter. Es normal, ya me dijo el doctor: es tu hijo, igual de obstinado a su padre, el que no logra acomodarse al núcleo mágico.

—Pues tu hijo se ha portado muy bien conmigo, quizás el problema seas tú.

—No estoy de humor, lárgate.

—Ya, ya, Dragón, era para aligerar el ambiente. Tú sabes que si por mí fuera yo llevaría todos esos síntomas por ti para evitar tu sufrimiento. — besó solemne la nuca del desaliñado rubio.

—Típico gryffindor-

Se limpió el rostro con toda la dignidad posibles tras tres descargas de buenos días por parte de su hijo. De un manotazo alejó a su pareja para irse a ver al espejo y notar su horrible aspecto ¿cómo Harry lucía radiante mientras él parecía besado por un dementor?

—Ni se te ocurra decir nada —advirtió al ver las intenciones del descendiente de slytherin sobre su aspecto. —Ya lárgate con tus padres que te esperan —un beso por parte del otro después lo empujó. —No seas fetichista asqueroso, Potter. No andes besando mi vomito, sucio.

Estaba siendo un día terrible para el graduado príncipe de las serpientes.

...

Harry, noble y valiente, se había acostumbrado rápido, mucho antes siquiera de haber comenzado su relación, de la volatilidad del comportamiento de su rubio cuando se sentía enfermo, en desventaja o en una situación no honrosa para alguien de su nivel. A lo largo de los años, después de peleas, hechizos y burlas sabía qué hacer. Y eso era obedecer si deseaba regresar a casa para obtener un alto porcentaje de actividad sexual.

Atravesó la red flú hasta su antiguo hogar donde sus padres ya tomaban el desayuno de manera habitual con su padre engalanado en una túnica pulcra listo para asistir al ministerio y su papá con su traje de aurores. Siendo honesto fue un poco sorpresiva esa invitación individual para tomar los alimentos.

—Buenos días. Siéntate a desayunar que tu padre y yo tenemos que hablar contigo.

—Tom, no lo asustes, sólo estuvimos haciendo averiguaciones para tu carrera de auror.

—Papá dijo que no me iba a inscribir embarazado.

—Y no lo harás.

—Ni que me fuera a morir, peores cosas pasé en el torne de los tres magos y no te pusiste así. Además, es la carrera que quiero y estar embarazado no va a impedirme llevarla a cabo. Mione y Nev ya me pasaron artículos para poder comenzar mi entrenamiento lo antes posible.

—No —siseó en pársel.

—Estoy de acuerdo con tu padre, en esto, Harry. Hay una vida dentro de ti y no es lo mismo el entrenamiento de un sanador que de un auror. Lo sabes. Por eso te conseguimos un pre-entrenamiento certificado para auror por lechuza que va a darte conocimientos esenciales sin ponerte en riesgo.

El movimiento de varita de su padre no pasó desapercibido menos al caer a su lado un montón de hojas de lo que parecía ser el programa. Comiendo de su croissant con enojo tomó las hojas con el temario del primer semestre sobre cómo archivar un caso, redactar un informe, procesamiento de prisioneros, teórica de la magia, historia de la hechicería defensiva, artes oscuras: su identificación y manifestación; e introducción a protocolos de acción. Todo de manera absurdamente teórica.

—Umbridge les dio la información o qué. No. Esto es basura. Necesito estar en el campo. Tú mismo decías que la práctica era mejor maestro que todos esos libros, papá.

—No. Tú padre también llevó un curso similar cuando estaba embarazado de ti y lo ayudó a ser el gran jefe de aurores que es.

—Cierto, cachorro, la práctica es fundamental pero también lo teórico. Aunque sea aburrido.

—Es la opción está. La toma o la dejas.

—Ya soy mayor de edad, puedo inscribirme sin su autorización a la academia de aurores.

—Donde no usaremos nuestras influencias para que no seas aceptado, bien pensado león.

—Orión, también va a entrar, puedo apoyarme de él.

—No siempre trabajaran juntos.

—Me parece injusto.

—Así es la vida.

—Draco no tendrá que dejar su especialidad de posionista.

—Porque es sensato y sabe evaluar riesgos.

—No porque paguen mis estudios pueden decidir.

—No, también puedes escoger otras carreras, ¿profesor? ¿sanador? ¿diplomático? —se burló el único slytherin de la mesa conociendo a su hijo a la perfección. Mucha capacidad poca dedicación al estudio.

—Jugador de Quidditch: varios equipos me ofrecieron lugar.

—No contratan embarazados.

—Quieren dejar de ser tan pedantes.

—¿deseas dejar de comportante como un niño que no tiene su escoba nueva?

—Deseo...

Aquella frase se quedó inconcluso gracias a la arcada que subió y bajo por su esófago un par de veces antes de terminar en el montón de papeles de la carrera.

Obviamente, la discusión quedó en segundo plano para el par de padres preocupados. Conjuraron remedios, paños con agua caliente, lo acompañaron al lavabo donde estuvo más de tres horas vomitando ocasionando preocupación en su Malfoy por lo que simplemente iba a ser un almuerzo.

Su llegada fue pronta anunciada para mirar una escena muy similar a la de la mañana, solo que esta vez él era quien se empezaba a ver excelente y su Potter como un nido cagado.

Obvio pidió a sus suegros llevarlo al médico pues en el gryffindor aquello no era normal siendo fácilmente calmado.

En un inicio.

Para el día cinco sus malestares parecían haberse traspasado un poco a los de Harry sin aparente preocupación. Ahora los dos sentían nauseas, mareos, cansancio, y compartían el baño para algo más que las necesidades básicas. Todo aquello mantenía en angustia al heredero Malfoy al punto de importarle poco interrumpir al doctor aquella madrugada para una revisión de urgencia.

—-Por lo que me comentan, suena un típico caso de síndrome de couvade.

—¿Qué es eso?

—Es cuando la otra parte de la pareja siente los síntomas de la persona gestante. En su caso podría confundirse con síntomas de ambos, pero al ver que el joven Potter no había presentado ningún malestar podemos deducir que de eso se trata.

Avergonzados regresaron a casa con la tranquilidad del bienestar de sus hijos.

—Ve el lado positivo, gryffindor de corazón, vas a aligerar mi cargacompartiendo mis malestares —se burló.



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Ya no sé qué estoy haciendo pero pues quiero terminar ese mes. Originalmente iba a ser "cómico absurdo" pero mi depresión no me deja ser inteligente y ágil con las palabras. Aún así  espero les agrade y subir el siguiente capitulo la siguiente semana o el fin de 

Uno más uno son tres, cuatro o hasta seisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora