Little Boy || Hyunin

VEINTIOCHO

Ahora se encontraban nuevamente en la clínica, el vientre de cinco meses de Jeongin era examinado por el médico.

—Dime, ¿ha habido algunos cambios? ¿Te has sentido bien?—

El castañito asintió.

—Hace poquito comenzaron a moverse; me duele un poquito, pero vale la pena—contó con una bella sonrisa adornando su rostro.

El rubio sonrió y asintió.

—Es normal que duela, pero, como dices, vale la pena—suspiró nostálgico—recuerdo cuando estaba embarazado de Changbin, era muy inquieto y se la pasaba pateando en las noches—relataba con una sonrisa— y cuando nació, siempre fue un bebito muy alegre, aunque lloraba mucho—carcajeó.

Hyunjin y Jeongin rieron ante las anécdotas que contaba el mayor sobre su amigo.

—Binnie es muy tranquilo, me sorprende que haya sido así de bebé—comentó Hwang.

Namjoon asintió con una sonrisa—Es realmente parecido a Eric, en todos los aspecto—untó gel en el vientre bajo del pequeño—yo siempre me quejo diciendo que no es justo—comenzó a pasar la maquinita—yo lo llevé nueve meses dentro de mí, yo vomité y me dolió a mí, y todo para que terminara pareciéndose a él—rodó los ojos.

Los menores volvieron a reír. Kim Namjoon era realmente agradable.

—Pero miren aquí—el rubio sonrió en grande.

La pareja miró con atención la pantalla.

—Esta vez hice un ultrasonido en 3D, por lo que los bebés podrán verse mucho mejor, y quién sabe, a lo mejor podríamos saber su género.—

El menor asintió, emocionado al ver a sus pequeñitos.

-aEstán moviéndose ahora—el mayor sonrió.

Hyunjin tomó la mano del pequeño, viendo cómo la piel de su pancita se estiraba debido a los movimientos de sus bebés.

Ambos sonrieron en grande.

—¿Están listos, papis? ¿Quieren saber los géneros? Porque al fin dejaron verse los tres.—

—Por favor—el rubio menor mordió su labio inferior.

El rubio mayor miró la pantalla unos segundos más, como confirmando lo que había visto minutos atrás.

—Felicidades, son tres preciosas niñas.—

Jeongin rompió en llanto y cubrió su rostro.

Hyunjin rió alegre, mirando hacía el techo en un vano intento de que sus lágrimas no escaparan.

—Tenías razón—habló con voz temblorosa al menor.

El pequeño descubrió su rostro y sonrió.

—Te lo dije.—

Hwang limpió con sus pulgares los restos de lágrimas que quedaban en las mejillas del castaño.

—No puedo esperar a tenerlas con nosotros—acarició con suavidad la tersa y sonrojada mejilla de su novio.

Jeongin sonrió y asintió.

Moría por poder tener a sus pequeñas entre sus brazos y poder darles todo el amor del mundo.