〔ₑₗ 𝗰ᵃˡiᵉn𝘁𖦹〕

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No había vuelta atrás, Camilo había aceptado que cometió la peor de las traiciones y aún así no sentía una gota de arrepentimiento en su persona, menos teniendo a Mariano a su lado durmiendo plácidamente.

Era ver su rostro de ángel, su cabello negro desperdigado por la almohada, su mano sobre el abdomen de Camilo para enamorar todavía más al menor que ya de por sí estaba embrujado por el encanto de Mariano. Sólo faltaba que el hombre no saliera con Dolores y la vida sería maravillosa.

En realidad Mariano lo haría si no fuera que traería desgracia a la vida de Camilo al hacerlo. También a la suya, pero él mismo no le interesaba si Camilo no estaba a salvo.

¿Qué pensaría el pueblo de ellos? ¿qué pensarían los Madrigal? ¿qué les haría el pueblo? ¿qué les haría Alma?
El estómago de Mariano se revolvía al pensar que no sería lo suficientemente fuerte para proteger a Camilo de todos y especialmente de su abuela.

─ ¿Mariano?

La voz del menor obligó a Mariano a despertar de un sueño que claramente lo estaba molestando . El hombre abrió los ojos lentamente y encontró a Camilo mirándolo sonriente.
¿Porqué estaba perdiendo el tiempo pensando en cosas horribles que aún no habían pasado? Había esperando tanto tiempo para poder despertar al lado de su amado que incluso creyó que moriría antes de tener la oportunidad de hacerlo. Debía disfrutarlo mientras pudiera.

Mariano sonrió satisfecho y acarició la mejilla de Camilo con ternura, el simple contacto hizo al jovencito sonreír apenado y luego se acurrucó contra el pecho del otro para seguir durmiendo.
Probablemente no conciliaría el sueño otra vez, pero quedarse con la mente en blanco arrullado por los latidos del hombre que lo hacía feliz era igual de bueno.

─ Buen día, Milo...─ lo abrazó el mayor de vuelta─ cómo dormiste, mi amor─ y en respuesta las mejillas de Camilo se pintaron de rojo.

─ M-muy bien, ¿y tú?─ titubeó.
Lo había llamado "mi amor". Si Camilo estaba en un sueño mejor que nunca lo despertaran.

─ Mejor ahora que te veo.

Quería morir en los brazos de Mariano si hacía falta.

─ No digas eso...─ se rió para esconder la vergüenza.

─ Es la verdad─ y Mariano se rió entre dientes antes de bajar sus manos por la cintura ajena─ soy tan feliz de despertar contigo, Milo. Quiero hacerlo una, y otra, y otra, y otra vez...

Sin apuro se dedicó a repartir besos mariposa en las mejillas, cuello y clavículas de Camilo asegurándose de que sonaran con un bonito "¡chuic!" que le diera la cuenta al menor de cuántos besos le estaba regalando.

─ Estamos hablando de despertarte, ¿verdad?─ y ya había pintado un par de marcas rojizas en la piel canela de Camilo, pero unas más no estarían de sobra.

─ ¡Ya Mariano!─ se quejó el otro sin verdadero ánimo de que su novio se detuviera─ ¡Me haces cosquillas!

─ Nop─ rió Mariano─ no me detendré hasta que haya besado cada parte de tu cuerpo.

─ Eso podría tomarte un rato.

─ Me tomaré el tiempo que sea necesario...─ y continuó con su labor de besar cada milímetro de la piel de Camilo como si su vida se fuera en ello.

Progresivamente los toques (antes inocentes y adorables) se tornaron más agresivos y necesitados sobre el cuerpo entero de Camilo siguiendo las líneas de él hasta sus zonas más reconditas.
Allí, donde los muslos finos y arañados del menor se convertían en dos firmes glúteos y su espalda empapada de sudor adelgazaría para separarlos, Mariano introdujo dos dedos sin miedo a lastimar a su pareja puesto que Camilo todavía tenía fluidos de la noche anterior desbordándose. Y a Camilo se le escapó un gemido en cuanto sintió los gruesos dedos de Mariano en su interior.

αrεթﻨէα 𝗲𝗺𝗯𝗮𝗿𝗮𝘇𝗮𝗱𝗮 | MarianiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora