𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐜𝐡𝐞𝐬𝐭𝐞𝐫 . (Saga Candy Candy #3) FINALIZADA ✔️

Capitulo 9.

—¡¿Tu!?

Candy observo furiosa al hombre, era el, estaba ahí, con un rostro más maduro y el cabello más largo, su cuerpo bien formado y podía jurar que estaba más alto que ella.

El había prosperado mientras que ella se había hundido en la desgracia por dos años.

—Candy.—Pronunció el con voz ronca.

Este se acercó y esta dio dos pasos hacia atrás.

—¿Tu, tuviste esta idea?

—¿De traerte a New York?

—No, de secuestrarme como un maldito cobarde.

—¿Cobarde? —Pregunto el extrañado.

—Si, si hubieses tenido las agallas para ir por mi a Londres talves hubiese pensado diferente.

—Yo, en verdad lamento todo lo que pasó, las cosas no tenían que haber pasado de esta manera, la desicion que tome no fue la correcta.

—Si, ¿Y?, ¿En que me concierne todo esto? —Pregunto cruzándose de brazos.

Estaba dolida, tan dolida, ¿Para que quería el verla, llevarla a Londres?, Para que ella viera la hermosa, libre y perfecta vida que llevaba junto a Susana Marlowe?

—Tu eres la mujer que amo, mi esposa y mi mujer, eres todo para mi.—Pronunció acercándose con aflicción.

—No pronuncies palabras que en algún momento significaron mucho para ambos, pero que ahora sólo puedo ver cómo la basura que me diste a cambio de permanecer contigo como tu mujer en Londres Terrence.

—Candy, ¡Lo siento!, ¡En verdad soy un idiota!, ¡Lo se, pero porfavor dame una nueva oportunidad!

—¿Y que pensara de esto Susana?, O piensas tener dos mujeres al mismo tiempo.

—¿Susana? —Pregunto extrañado.—¿Que tiene que ver ella en todo esto?

—¿Que tiene que ver?, ¡Huiste al día siguiente de que ella te pidió disculpas y te lavara el cerebro!, ¿Me diras que ella no es tu mujer ahora?

—Por dios ¡No!—Jadeo horrorizado. —Yo hui por mi cuenta y solo, busque trabajo en el teatro y fue solo por mis méritos, jamás eh tenido que recurrir a ella.

—Bueno eso ya no es de mi importancia.

—Candy.—Dijo este dolido.

Esta camino dispuesta a irse pero este la detuvo tomándola del brazo.

—Por favor, al menos quédate conmigo en el apartamento, no tienes donde ir, si quieres para tu comodidad yo dormiré en el Teatro.

Esta se soltó. —No me toques.

El tenía razón, no tenía donde ir y justo ahora no podía ir a la villa de Lokewook sin consentimiento de la tía abuela.

Aunque estar con el después de lo sucedido sería aún peor.

—¿Acaso serás como tu padre y no me dejaras ir?

Este la soltó sorprendido ante sus palabras.

—Yo...

Esta salió por la puerta, arrojando el collar de perlas al piso.

Ya en la calle, suspiro cansada, había echo un viaje de dos días, donde había creido que iba a morir.

Corrió hacia la calle principal donde cruzó la calle, no sabía a donde ir, pero estaba segura que quería estar lejos de ese patán que amaba con locura aún.