ⅠⅠ: El hijo de la luna apareció

384 41 90
                                    

Jovis Dies, 11 de enero, 1.855


La agitación llega a partir de los nuevos comienzos que son precedidos por las decisiones radicales que deshacen la estabilidad para darle paso a una formación y un nuevo comienzo.

Un hecho que JungKook con el paso de los años comprendió mejor hasta interiorizarlo y convertirse en una forma más adaptativa de enfrentar una sociedad cambiante como en la que vive. La primera vez que tuvo que asumir el choque de su realidad contra las exigencias ajenas a su vida, todo lo que conocía se transformó en un nuevo país, una nueva ciudad y una nueva cultura.

La sociedad contemporánea, en medio del apogeo de la edad victoriana en Inglaterra fue un incesante choque que a su pequeña manada como a él los dejó inertes durante los primeros segundos que respiraron un aire nuevo y más cargado de evolución.

Cuando bajaron del barco en el que vivieron por varios días, pisar tierra firme se sintió como si aún estuvieran sobre la cubierta mientras se desplazaban por el agitado mar. De ese instante ya hace varios años en los que se armaron con sus corazas y salieron al mundo que los recibió con dureza y desprecio por ser extranjeros en medio de un río desbordante divido en clases y sectores sociales en los que lograron mantenerse debido al respaldo que su familia les brindó cuando dejaron Irlanda.

Y ahora, tres años después, lograron cumplir el tan anhelado sueño de adquirir una casa ubicada en un sector privilegiado, no por el poder adquisitivo que representa ni por el deseo de hacer parte de un grupo congraciado de estirados que antes los hubieran rechazado, es lo que menos les interesa.

Este nuevo cambio les brindará un sector más seguro y familiar para Aiden, que es la principal fuerza que llegó para fortalecer el lazo que los une, además, de la solidez económica a la que cada uno aspira laboralmente.

Por lo que es el lugar idóneo que luego de una agitada mudanza, pueden respirar con tranquilidad en su nuevo hogar.

―¡Tío Koo! ―aunque la tranquilidad es relativa al exterior cuando el grito de Aiden se hizo sentir aún desde el segundo piso, que si no fuera por su ágil reacción y sus buenos reflejos, los huevos revueltos que JungKook en ese momento estaba sirviendo en los platos para el desayuno, hubieran terminado estrellados contra el suelo, además del molesto sonido de la vajilla quebrándose.

Y no quiere un regaño por parte del padre omega que se transforma cuando la porcelana que tanto ama no es cuidada como lo merece.

―Aiden, un grito más y casi nos toca comer del suelo, porque no iba a preparar más ―indicó al pequeño recién ingresado a la cocina mientras sostenía el mango del sartén para recalcar su acción.

―Pero tío Koo, podemos enfermar si comemos desde el lugar en el que estás parado ―respondió el pequeño preocupado por la amenaza de su omega.

―Es por eso mismo, que muy amablemente te pedimos que al iniciar el día los gritos sean bajitos ―habló JiMin siguiendo el camino de su hijo al que acudió por el grito que de seguro se escuchó desde afuera.

Por eso eligieron ese vecindario para vivir, porque los gritos de su hijo no son los únicos que se han escuchado a la distancia.

Una preocupación menos.

―Está bien ―gritó en un susurro bajo que los hizo reír a todos y a sus rizos ser despeinados por la presencia de su tío Nam que lucha contra el sueño como es usual cada mañana.

Aiden antes de olvidar el propósito que lo hizo salir corriendo de su habitación a medio vestir, arrastró una silla del comedor hasta el mesón en el cual JungKook está terminando de preparar los alimentos.

La Anarquía de Psique || TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora