ALEX:
Íbamos de camino a su casa en mi auto. Olivia iba acostada en los asientos traseros dormida.
Lauren me dijo que buscara sus llaves en el bolsillo de su mono y que la dejara en la cama. Su madre estaba de guardia hoy, según ella, era enfermera.Y eso hice, rebusqué en sus bolsillos hasta encontrar la llave. Abrí la puerta y luego fui por ella.
La cargué sobre mi hombro y la dejé tumbada en un sofá de su sala.
—¿Donde estamos? ¡Oye esto se parece a mi casa!— ríe a carcajadas.
—¡¿Pero tú no estabas dormida?!
—Ñe
Se levanta de un brinco y sale caminando, tropezando con todo en el proceso.
— Oye detente, te vas a hacer daño.
— Quiero correrrrrrrrrr.
— No inventes tanto y ven aquí. ¡OLIVIA!Fue como si hablara con un perro, porque al contrario, empezó a subir las escaleras en cuatro patas.
Sentí la tentación de grabarla, y postearlo, y juro que tuve que reunir muchísimo autocontrol para no hacerlo. Esa sería mi buena acción del día. La segunda realmente, la primera fue brindarme a traerla.
Subí tras ella y entré en una habitación cuando ella lo hizo. Supuse que era la suya, dudaba que su madre fuera tan desordenada.
—¡¿Pero qué haces loca?! Déjate la ropa.
—Tengo calor.
Se había quitado la blusa y andaba en sujetador por la habitación.
—Ayúdame a quitarme esto, no puedo— estaba tratando de quitarse su mono— Quiero darme una ducha.
—Ya claro, créete que te voy a ayudar.—¡Lalalalalala!—se pone a cantar
Aunque dudo que a eso se le pueda llamar canto.
Me siento en el borde de su cama a observar el show.
Vale, es suficiente, voy a grabarla para mostrárselo mañana, pero no pude hacer mucho, porque se me lanzó arriba asiéndome caer de espaldas sobre su colchón con ella sentada sobre mi abdomen bajo.
—Eres lindo
—¿Gracias?—frunzo el ceño.
A ella se le aguan los ojos antes de volver a hablar.
—Lástima que por dentro estés podrido.Me siento nuevamente con ella aún encima.
—¿Por qué dices eso?
—¿Por qué me lastimas?
—Yo no te he hecho nada.
—Jajajajajaj—se ríe a carcajadas—Si, mucho, muchísimo.
— Olivia—le acaricio la mejilla con la mano— Yo nunca he querido...lastimarte. No entiendo.
—Entonces no me uses—La chica empieza a llorar desconsolada—Te haces pasar por mi amigo, me confundes, luego me usas para acercarte a Lauren. ¿Quién te crees?
—Oye perdón, no sabía que...
—¿Tu nunca sabes nada no? Tu nunca piensas en nadie más que en ti mismo.
— No digas eso, no me conoces.
—Bésame.
—¿Qué?
Ella acuna mi cara con sus delicadas manos y me besa antes de yo poder reaccionar. La tomo por los hombros y la despego de mí.
—Te odio—me da una bofetada y sale corriendo al baño del cuarto.¿En serio le parezco tan malo? No sé por qué pero sus palabras fueron como un golpe en las pelotas.
Estuve en shock lo que parecieron milésimas de segundos cuando escuché un fuerte ruido proveniente del baño.
—¡Olivia!
Al asomarme, la vi revolcada en la bañera tragando agua.
La senté y empezó a toser.Y en ese preciso instante me vino algo a la cabeza.
—¿Estás drogada?
—Mmmm... puede.
«¡O carajo!»
—¿Qué te metiste?
—Pastillas, creo.
—¿Que pastillas?
—No lo sé—se encoge de hombros— y fumé maragania.
—¿Fumaste qué?
—Mariguañia
— Querrás decir mariguana
—Eso dije—se ríe.
—Y eso explica muchas cosas.
—¿Sabes algo? Me duele aquí—toma mi mano y la pone sobre su ceno izquierdo.
Trago saliva en un intento de mantener la calma.
— ¿Te...duele un pecho?
—¡No! El corazón bestia.
—Ah, vale—retiro mi mano.No fue hasta entonces que me di cuenta de que estaba desnuda. Totalmente... desnuda. Y joder, lo buena que estaba.
Esta vez si que tuve que reunir mucho pero que mucho autocontrol para dejar de mirar.
Mierda ¡Soldado, a descansar!
Mira su cara, mira que ojos tan lindos, mira sus ojos.Valla, pues en serio que tenía unos ojos preciosos. Jamás me había fijado. Eran grises, un gris parecido al que toman las nubes de tormenta, he iba aclarando a medida que se acercaba a la pupila.También tenía algunas motas verdosas casi imperceptibles. Eran fascinantes, podrías quedarte viéndolos por horas.
—...Alex, ¡ALEX!
—Oh perdón dime
—¡Que tengo frío!
—Vale vale, buscaré una toalla.
Y eso hice, la ayudé a salir de la bañera y la envolví en ella— Quiero dormir.
—Y eso harás ahora, déjame buscar algo para que te vistas. ¿Este es tu cuarto?
—Si
— Venga ponte este pullover—tomé uno negro que supuse le quedaría inmenso y la ayudé a ponérselo.Luego ella sola se metió en la cama y la tapé con su edredón azul cielo.
— Que descanses.Giré sobre mi eje para marcharme pero ella me tomó de la mano.
—No quédate.
—¿Qué?
—¡Quédate!—empezó a hacer puchero con los ojos llorosos—Me da miedo estar sola.
—Vale—me senté a su lado en la cama—Me quedaré hasta que te duermas.
Sonrió y me hizo hueco en la cama.
— Ven—empezó a dar golpecitos en el espacio libre a su lado—Acuéstate.
—No pidas tanto.
—No entiendo por qué me odias—empezó a llorar—¿Qué te hice?
—No te odio tranquila—me acosté—Relájate y duérmete. Madre mía qué susceptible.Su cara pasó de ser un mar de llanto a una deslumbrante de felicidad. Me abrazó y me pasó el pie por encima.
Si dejamos a un lado el hecho de que lo único que la cubría era un pullover extra grande. Esto era muy tierno de su parte.
—Te amo.
Habló tan bajo que creí haberlo imaginado.
—¿Qué dijiste?—la miré con el ceño fruncido.
—Que te amo—se estiró un poco y me dio corto beso, luego se volvió a acomodar con la cabeza en mi hombro y cerró los ojos—No me molestes más, quiero dormir.
—Estás como una cabra.
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Un cuento bajo la lluvia
RandomUna historia de amor, drama, suspenso y algo de comedia, te invita a conocer la vida de una adolescente que no tiene idea de cuanto puede cambiar su vida en solo siete meses.