Mentiras piadosas

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—¡Sal de mi casa! Sabes que tienes prohibido acercarte a ella o a mí. ¿Llamo a la policía? ¿Eso es lo quieres?

Estaba en mi habitación, había llegado de la escuela dos horas atrás y me había acostado a dormir la tarde.
Me despertaron los gritos que venían de afuera.
Era mi madre, le gritaba a alguien.

La pregunta era ¿A quién?

Y no lo supe porque cuando bajé las escaleras no había nadie ya en casa, con excepción de ella que se encontraba sentada en el sofá de la sala.

— Mamá ¿Con quien hablabas?
—Oh hija estaba hablando por teléfono—se limpió los ojos con las manos, había estado llorando—Lo siento ¿Te desperté?
—No tranquila—me arrasqué la nuca incómoda—Oye me bañaré e iré a casa de Cris un rato. ¿Vale?
—Si si tranquila, has lo que quieras.
—¿Estás...bien?
—Si, pero me tengo que ir. La llamada era del jefe de enfermería, tengo que cubrir turno toda la noche.
—Oh que mal. ¿Necesitas ayuda con algo?
—No, te voy a dejar dinero para que te compres una pizza o no sé—se levantó y salió disparada hacia su cuarto.

«Eso fue muy raro»

Pero era mejor no meterme, así qué tal y como le dije a mi madre tomé un baño y fui a casa de Cristian.

Toqué la puerta y tras unos minutos me abrió él mismo.
—A ti te quería ver yo—exclamó con firmeza.
—¿A si?
—¿Cómo es eso de que te andas pavoneando con el capitán del equipo de fútbol?

Abrí los ojos al tope.

—¡¿Y tú cómo carajo te enteraste?!
—Madre que fuerte, así que es verdad.
— No ha ver, no es del todo verdad, solo nos estamos conociendo. No mal interpretes, me refiero a conocernos como dos individuos que podrían llegar a ser amigos pero hasta ahí.
—Si claro, eso no te lo crees ni tú honey.
—¿Y tú cómo sabes eso?
—Toda la escuela lo sabe, alguien los vio jugando bolos y les hizo una foto ha escondidas.
—Madre mía como está la gente chismosa.
—Umju— Cris se cruzó de brazos y me miró fijamente a los ojos— ¿Y en serio es solo amigos o estás disimulando?
—Bueno ha ver, pasaron cosas pero él no me gusta.
—¡Lo sabía!—me tomó de la mano y echó a andar— Vamos a mi cuarto para estar cómodos que me tienes que contar todo.

Y eso hice, admito que me salté algunos detalles, como por ejemplo que nos enrollamos delante de Alex y una que otra cosita más.

—Creo que será mejor para ti si te olvidas del estúpido de Alex y tratas de darle una oportunidad a Nate. Quien sabe si te llegue a gustar en serio.
—Puede que lo haga, pero no pensemos en eso ahora, cuéntame tú algo.
—Estoy indeciso, es que tengo dos opciones y no sé con cuál quedarme.
—¿Estamos hablando de una futura pareja?
—No que va, algo temporal pero no sé con cuál quedarme.  A ver te explico, la opción número uno es una pelirroja dos años mayor, va a la universidad, es una pija engreída pero esta buenísima y no quieras saber cómo es en la cama. ¡Dios!
—Esto...—fruncí el ceño—Demasiados detalles para mi gusto, a ver ¿Quién es la segunda opción?
—Un rubio también de la universidad, estudia medicina. Está en cuarto año y lo mismo que la pelirroja, hecha unos polvos que te cagas.
—Bueno, la verdad no sé qué decirte. Está bastante reñida la competencia.
—Si—se dejó caer en la cama de forma dramática—Creo que será un empate, me los ligaré a los dos. A lo mejor y hasta los convenzo de hacer un trío.

Empecé a reírme de sus locas ocurrencias.
—Eres un pervertido.
—Ui se me olvidó que estaba hablando con la monja más aplicada del convento.
—Deja el bullying.

Esa noche decidí quedarme a dormir allí, no me apetecía quedarme sola en casa.

Pero a mitad de la madrugada, Cris me despertó con una idea repentina.

Un cuento bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora