Cambios bruscos 2

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Tengo que admitir que Nate era un chico fenomenal y que emanaba un aire poderoso y atrayente. Era de esperarse que tuviera a media escuela tras él.

Y tal y como prometió dieron las once y retornamos camino al estacionamiento para ir a casa.

—Oye lo pasé fenomenal, gracias— agradecí de todo corazón— Hay que repetirlo más seguido.
—Me alegra oír eso, sobre todo la parte de repetirlo más seguido—sonrió de oreja a oreja— Tal vez te interese ir a tomar algo después del colegio mañana.
—Si claro.

Mi teléfono vibró en uno de los bolsillos traseros de mis jeans.
Era Alex, fruncí el ceño inmediatamente. ¿Para qué me llamaba a estas horas?

—Perdona tengo que contestar—Me disculpé con Nate y cogí la llamada—Dime.

—Oliviaaaaa
—¿Que...? ¿Alex estás bien?

Su voz sonaba muy ronca y algo
pastorza.

—Necesito, un favorcito tuyo muy muy muyyyy pequeño.
—¿Estás borracho?
—Jajajaja, un poquito.

Joder.

—Bueno Olivia, la cosa es que aquí un señor. Me ha
detenido porque dice que estoy incumpliendo la ley por estar conduciendo con unas copas de más. Y necesito que vengas a echarme una manito.
—¿Que carajo..?—suspiro—¿Dónde estás?
—Sabía que podía contar
contigo, te mando la dirección
en un sms.

Me colgó el teléfono sin dejarme decir una sola palabra más.

— Nate, necesito que hagamos una parada antes de ir a mi casa.
—Mmm—dudo un segundo—¿En donde?
—Aquí— le mostré la pantalla de mi teléfono con el sms de Alex donde ponía su ubicación.

***
Un rato después habíamos aparcado frente a la comisaría.
—¿Qué no era más fácil decirme que estaba en la comisaría y ya?—pregunté confundida.
— Debe estar tan borracho que no se dio cuenta ni que esto era una comisaría.
—Buen punto.

En el camino le había explicado la situación a Nate y como todo el caballero que era accedió sin rechistar a ayudarme.

Una vez allí hablé con un oficial y pagué la fianza.

Ví a Alex salir por la puerta que daba hacia las celdas y al verme una sonrisa de alivio apareció en su hermoso rostro desecho. Lucía cansado y tenía los ojos rojos y vidriosos.

—¡Oliviaaaa! —exclamó mi nombre cuando estaba a unos pasos de mí y me estrechó en un gran abrazo.

Hice lo posible por no caer al suelo cuando apoyó gran parte de su peso sobre mí, apestaba a bebida.

—¿Que carajo tienes en la cabeza? —le espeté cuando me soltó.
—Aaa, no, broncas no por favor, te llamé a ti para evitar eso mismo. Prometo explicarlo mañana.
—Vale— suspiré—Venga te llevo a casa.

Giré sobre mi eje y eché a andar, pero él me tomo por el brazo y me detuvo.

—Espera—me volteo hacia él—No puedo ir a casa.
—¿Por qué no puedes?
—Porque la bronca va a ser bien
fea.
—¿Y que quieres que haga? Yo no te mandé a emborracharte.
—¡Oye! No me hables así, yo te ayude cuando tú te
emborrachaste en el cumple de Noah, me debes una. Además que no estoy borracho, pero estos tipos son unos exagerados. Di positivo a la prueba de alcohol, ya sabes.
—No puedo creer que me estés sacado en cara lo de la fiesta de Noah—dije con indignación.
—Aaaa, no te enojes... Solo soy sincero.

Lo pensé unos segundos, si mi madre lo veía me mataba.

—Está bien, pero te tienes que ir antes de que mi madre se levante para ir a trabajar. ¿Me oyes?

Un cuento bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora