VIII: Penitencia mental...

167 25 12
                                    

El rostro serio de una Kansen solo era iluminado por las luces de los monitores y la luz de su tableta la cual contenía datos del espécimen que estaban estudiando en este laboratorio.

—Inicién prueba Número 2—ordenó una mujer alta, de cabello gris azulado con un mechón y vestida con un uniforme blanco de investigación.

—Iniciando prueba Número 2—murmuró una científica de pelo rubio y ojos azules vestida con una bata, presionando un botón de su panel de control

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Iniciando prueba Número 2—murmuró una científica de pelo rubio y ojos azules vestida con una bata, presionando un botón de su panel de control.

En el interior de una cámara había una cápsula en la que estaba una Siren, dicha cápsula se iluminó eléctricamente, los relámpagos volaron y un grito sonó de la mujer de piel morada grisácea y ojos amarillos que estaba amarrada a una camilla.

En el interior de una cámara había una cápsula en la que estaba una Siren, dicha cápsula se iluminó eléctricamente, los relámpagos volaron y un grito sonó de la mujer de piel morada grisácea y ojos amarillos que estaba amarrada a una camilla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡¡UUUUAAAAAHHHH!!—el gritó fue desgarrador, confusión y desesperación mezclados en ese alarido que, de haber sido hecho por un humano normal, sus cuerdas vocales habrían estallado—

—El sujeto ha despertado con éxito—informó un científico castaño.

—Perfecto—aceptó la mujer de pelo azul.

—¿Qu-Que...? ¡¿Donde estoy?!—la mujer se dio cuenta de que estaba conectada a gruesas cadenas y varios electrodos—¡¿Que está pasando?!

—¿En serio tiene miedo?—murmuró divertida la jefa de investigación.

Sin embargo, una luz amarilla empezaba a formar un armamento similar a dos tiburones, del mismo modo que las Kansen invocaban sus armas. Pero estaba tan agotada que el proceso era muy lento, aunque podría escapar fácilmente una vez dispare con la suficiente potencia.

—Señorita Chkalov...—llamó uno de sus asistentes humanos, con claro miedo—¡Los niveles de energía de la Siren suben!—

—(No puedo creer que de verdad tenga ganas de pelear)—pensó la mujer, cruzó sus brazos y sus ojos desprendían un brillo azul oscuro. Pero entonces cerró los ojos tomando aire—(Si tan solo...)—

Chkalov suspiro. Su instinto asesino bajó y al abrir los ojos de nuevo, sus ojos se apagaron, por más ganas que tenga, no era el momento...

Órdenes del Comandante...

Azur Lane: The Dark Side Of The Sea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora