Capítulo 8: Maldito tiempo

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Capítulo 8


Mataré si es necesario


— Recuérdame por qué paso de ser comerciante a ser el guardia del duque.

Freya soltó un suspiro cansado mientras continuaba organizando sus pertenencias en la habitación asignada. Levantó la mirada y se dirigió a Bronson con seriedad.

— Porque tenemos que entrar al palacio sea como sea.

— Vamos, Freya, lo he pensado...No me digas que no es ilógico.

Freya pausó por un momento, mirando fijamente a Bronson antes de responder.

— Posiblemente sí, Bronson, pero mira, el rey piensa que Ernest está loco, y debemos aprovechar esa creencia en nuestro favor. Es más creíble que el duque hiciera un negocio contigo y te creyera su guardia al mismo tiempo que surge una supuesta obsesión por mí. El rey ya está convencido de su propia versión de la realidad, solo tenemos que jugar con eso.

— El rey te creerá una sirvienta y cuando comience a investigar sobre ti, ¿qué sucederá cuando se entere que eres hija de comerciantes?

Freya soltó una risa amarga mientras continuaba desempacando sus pertenencias. Habían llegado a Trineón esa mañana, luego de unos largos días de viaje, con algunas paradas pequeñas para alimentarse, sin embargo, en cada parada Freya tenía que vestirse nuevamente de varón para poder entrar a cualquier lugar en la capital de Garicia.

— Ya hemos tenido está conversación, Bronson. Al rey no le quedará otra opción que seguir sus planes al elegirme.

— ¿Cómo estás tan segura?

— Porque tengo la suerte de tener parecido a Eva de Mitrios.

— ¿Eso no lo llevaría a querer asesinarte?

Freya negó y detuvo su tarea para sentarse en la cama de la habitación que Ernest le había asignado.

— No.

— ¿Por qué?

— Porque no, cállate ya. Confórmate con saber que mi estadía en el palacio es un hecho.

Aunque todavía tenía dudas que revoloteaban en su mente como mariposas inquietas, Bronson sabía que no podía permitirse perder el valioso tiempo cuestionando una y otra vez sus propias acciones. A pesar de las incertidumbres que lo rodeaban, había depositado su confianza en Freya desde el principio, reconociendo en ella una determinación y un conocimiento que superaban cualquier inseguridad. Era consciente de que, en aquel momento crítico, no podía permitirse desmoronarse ni ceder a la tentación de cambiar de rumbo.

— Está bien, Freya. No discutiré más —dijo rendido—. Pero si algo sale mal, yo no me haré cargo de tus decisiones.

El coronel salió de la habitación de Freya, sintiéndose agradecido por la libertad que tenía para entrar sin levantar sospechas. Ernest, el duque, había enviado a sus criados a otra de sus propiedades, lo que les brindaba un espacio privado para planear y discutir sin restricciones. Aunque se presentaban como hermanos, ambos sabían que debían tener cuidado con sus acciones y la forma en que se relacionaban en público. A diferencia de otros lugares, la sociedad en Corona Nocturna era más abierta y tolerante, promoviendo la comunicación y el respeto mutuo, en donde las mujeres tenían una voz más fuerte y activa, y se les otorgaba un mayor poder de decisión que en cualquier reino vecino.

Culpable, su majestad / LIBRO 1 /Donde viven las historias. Descúbrelo ahora