Capítulo 12: Años atrás, cuando un final se convertía en el inicio de una vida

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CAPÍTULO 12


Garicia, un reino ancestral situado en un rincón estratégico de la región, había sido testigo de innumerables cambios a lo largo de los siglos. Enfrentamientos, guerras, alianzas y traiciones habían dejado su huella en sus tierras y en el corazón de su gente. Era un reino mediano, rodeado por otros reinos de mayor y menor poderío, siempre luchando por mantener su posición y proteger a su pueblo.

Hace años, tras una devastadora guerra, Garicia se encontraba en un estado desolador. Sus campos y ciudades habían sido saqueados, su gente sufría y la esperanza parecía desvanecerse lentamente. Sin embargo, en medio de la oscuridad, surgió un rayo de esperanza en la figura del difunto rey Carlo Hyde. El rey Carlo, con sabiduría y visión, forjó una alianza inesperada con el poderoso reino de Mitrios. Reconociendo la necesidad de unir fuerzas para resistir la amenaza de Litacros, un reino despiadado y expansionista, Carlo comprometió el futuro de su legado con la primera hija mujer que nacería en la corona de Mitrios. Así, los destinos de Garicia y Mitrios quedaron entrelazados en una promesa de alianza y protección mutua. Juntos, lograron frenar el avance de Litacros, salvaguardando la integridad y la libertad de sus reinos.

Garicia renació de las cenizas y, fortalecida por esta unión, se erigió como un baluarte de estabilidad y poder en la región.

Con el paso de las generaciones, nació la primogénita de los reyes de Mitrios, Gadea, una joven de belleza cautivadora, con ojos azucarados y cabellos oscuros como el ébano. Desde temprana edad, Gadea supo que su destino estaba marcado para convertirse en la futura reina de Mitrios y guiar a su pueblo con sabiduría y compasión, pero la llegada de su hermana menor, la princesa Eva, trastocó los planes establecido por los reyes de Mitrios. La ambición y las intrigas se entrelazaron en la mente de sus padres, llevándolos a negar a Gadea su derecho de heredar el trono. En cambio, decidieron comprometer a Eva con el heredero del reino de Garicia, afianzando así la alianza entre ambos reinos y elevando a Garicia como uno de los más poderosos de la región.

Con dos reyes que el pueblo amaba.

Un príncipe temido por su dureza y adorado por su fuerza.

Una princesa como modelo a seguir de niños y niñas, de jóvenes y jovencitas. Amada con locura por su bondad y gracia.

Hasta ese día.

— ¿Se encuentra usted bien, princesa?

— Mmm —le sonrió ella para no preocupar al jovencito.

Lo veía tan desnutrido y sucio, su cabello estaba tan largo que creía que podía tocar el suelo. Estaba a su lado, separándolos una gran reja con el espacio suficiente para pasar una mano por ella.

Ella tampoco había ingerido alimento y estaba por anochecer. Se sentía mareada y necesitada; su hermoso vestido verde esmeralda ya no estaba, se había ensuciado por polvo y barro del calabozo, apenas entraba un poco de luz lunar y lograba tocar su vientre intentando calmar los intensos movimientos de su bebé.

— Tranquilo mi hermoso hijo, vamos a salir de aquí.

— Si me permite, mi princesa, no creo que sea posible.

La princesa observó con cautela al joven a su lado, ambos apoyados en la reja.

— ¿Por qué estás aquí? —le preguntó para apaciguar su ansiedad.

— Robé un poco de leche para mis hermanos, mi princesa, llevo cinco años encerrado.

— ¡Dioses! —exclamó, ella no soportaría que le arrebataran a su bebé, no soportaría verlo lejos de ella, en esa situación— Tus padres ... ¿Dónde...

Culpable, su majestad / LIBRO 1 /Donde viven las historias. Descúbrelo ahora