Bienvenidos

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Era la segunda vez que se encontraba en una audiencia junto a los Grigori en los últimos diez años, y sin embargo, aún fue demasiado pronto para Mephisto; que odiaba a éstos humanos y sus aires de grandeza. Su exterior parecía indiferente, casi aburrido mientras explicaba la situación a ésos mortales, pero en el fondo estaba nervioso, deseaba poder poner sus garras sobre Rin y descubrir sus planes e intenciones.

Pero entonces, debía de convencer a ésos malditos exorcistas de dejarlo enseñar en su Academia; Cultura e Historia de los demonios, nada menos.

No entendía como su padre pudo darle el permiso de enseñar su cultura, y tenía varias hipótesis para ello, pero cada opción era más estremecedora que la anterior, y se las hizo saber a éstos humanos solo por el hecho de que era divertido verlos perder la cabeza y porque sabía que, bajo su supervisión dentro de la escuela era la única manera de mantenerlo bajo control.

-Se convirtió en un Rey- soltó de sopetón cuando su sensible oído empezó a oír las negativas a la opción de mantener a su hermano pequeño bajo supervisión en la academia -Un rey demonio capaz de caminar por Assiah sin un contenedor humano, ni siquiera Satán logró tal hazaña- murmuró, impresionado a regañadientes mientras lo Grigoris volvieron a su silencio de misa.


Estaba presionando y lo sabía, debía ser cuidadoso; presionar demasiado derivaría en la posible orden de exorcizar a Rin, no hacerlo demasiado significaba que lo dejarían ser, debía ejercer la presión equilibrada de sus opiniones para conseguir lo que quería, era un juego excitante; los humanos eran complicados y aunque su manera de pensar no era difícil de predecir, las posibilidades con ellos eran casi infinitas, le divertía mucho verlos hacer exactamente lo que él interpretaba que harían. 


Pero debía ponerse serio, deseaba poder abrir el cráneo de Rin y ver lo que había dentro, saber qué maldades tenía planeadas dentro de ésa pequeña cabecita blanca suya, sus dedos picaban de poder saltar sobre el mocoso y ejercer su dominio... como cualquier demonio; aunque siempre se creyó  por encima de tales comportamientos salvajes.


-¿Por qué volver ahora?- preguntó Baltasar a nadie en particular -¿Por qué enseñar?- continuó. Y Mephisto solo pudo encogerse de hombros.


-Tal vez para empatizar- reconoció.


-¿Empatizar?- ésta vez fue Gaspar quien habló  -¿Cómo un exorcista podría empatizar con un demonio?-


-La cultura demoniaca es similiar a la humana- fue la simple respuesta del segundo hijo de Satán, los Grigori resoplaron, como si fuera algo especialmente gracioso lo que había dicho.


-¿Y entonces por qué éstas clases nunca fueron incluidas en el plan de estudios de su academia?- preguntó nuevamente Baltasar.


-Porque no poseía el permiso- y ante el silencio de los humanos, Mephisto suspiró -Satán es quien tiene poder sobre todos los demonios, hay ciertas cosas, ciertos aspectos de nuestra cultura que no deseaba que se sepa- hubo una breve pausa, donde Mephisto meditó por unos instantes sus siguientes palabras -De alguna manera Rin consiguió un permiso firmado con sangre para enseñar a los humanos- hizo una mueca mientras que, con un chasquido de dedos aparecía dicho documento y se lo entregaba a un caballero para que se lo entregue a los tres humanos sentados en sus tronos.


Las deliberaciones fueron lentas, aproximadamente dos horas en las que Mephisto decidió que si iba a esperar, lo haría sentado; y con un poco de magia consiguió un suave sofá para él.  A medida que pasaban los minutos las excusas se hacían cada vez más presentes y comenzaba a preocuparse, pero la llegada de Arthur con noticias rápidamente los hizo cambiar de opinión. 




Rin había sido visto por varios lugares con una considerable aglomeración de gente; solo paseaba, pero miraba a cada exorcista enviado a vigilarlo con una sonrisa suave y ojos siniestros, incluso llego a tomarse fotos con algunos adolescentes que lo creyeron haciendo cosplay. Lo que sin duda ya estaba poniendo nerviosos a los Grigori. El solo hecho de que un demonio estuviera tan cerca de los humanos le sentaba mal a todos dentro del vaticano, mucho más sabiendo que Rin era descendiente directo de Satán, por lo que al final, fueron obligados a tomar una decisión.










La próxima vez que se vio a Rin; porque tenía la costumbre de aparecer y desaparecer frente a las narices de los exorcistas, estaba frente a la academia acompañado de un joven de cabello grisáceo con quien hablaba cómodamente. Lo único que los exorcistas le dijeron fue que el director deseaba hablar con él. 















Dos días después, Rin sonreía tranquilamente frente a su clase, una mirada casi cariñosa era enviada a Shiratori quien sonreía como loco al ver que el demonio había conseguido convencer al vaticano de dar clases. El demonio miraba apacible a los niños en los que su yo pasado había confiado solo para ser traicionado.



Estaban absolutamente todos más el agregado de Shiratori; su pequeño humano favorito y dos maestros más, la querida Shura y la desgracia de su familia, Yukio.



Les sonrió a todos, una cosa suave, pero llena de dientes puntiagudos, sus ojos rojos brillaron mientras su cola se movía de manera juguetona.


-Bienvenidos a la clase de Cultura e Historia demoníaca- observó con fascinación las reacciones de los niños frente a ellos -Mi nombre es Rin y seré  su maestro- ojos de ciervos lo miraban con terror e incredulidad, pero su sonrisa solo se amplió, guiñó un ojo a Shiratori mientras su clase comenzaba.

                       ...Continuará...

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⏰ Última actualización: Aug 07, 2022 ⏰

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