Todo lo profundo, algún día sale a flote: El recuerdo más remoto del baúl.

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Al comienzo de un día radiante, Sophia, a la edad de 8 años, dormía plácidamente con su hermano Giann, ésta despertó muy temprano en la mañana para ir al Colegio, mamá se alistaba para ir al trabajo bajo estrés -como siempre-; le exigió con notable molestia que comiera el desayuno colocado en la mesa; para su impresión, Sophia se negó inocentemente por no gustarle la comida que había preparado; fue entonces cuando, para su sorpresa, la obligó a gritos a tragarla, de tal modo que, el hermano despertó y le suplicó: "mamá, no le grites a mi hermanita, así no resolverás nada".


Sophia nació en una mansión que fue adquirida en honor a ella, de por sí, tiene su nombre en las afueras del porche; su mamá la ha decorado con cristal, madera fina y objetos antiguos muy costosos. La propiedad la obtuvieron con muchísimo esfuerzo y sacrificio; mamá estudió Educación ya que en aquel entonces no había sino esa carrera; igualmente papá, solo que años posteriores él decidió seguir empapando su inteligencia estudiando Leyes. Más tarde, conjuntamente a la mansión, fueron poseyendo: apartamentos, dos fincas, locales comerciales, puntos en un resort (fuera de la ciudad), hoteles, acciones, franquicias... todos con un arranque de atrevimiento y riesgo, y por supuesto con esmero, trabajo y empeño. Patrimonios bien logrados, ¡Gracias a Dios!


A la pequeña le cautivaba jugar con barbies; desde su niñez las coleccionaba, y cada semana le compraban una parte (sala, comedor, habitación, muebles, gym, escuela, zapatería...) para completar su gigante Casa de la Barbie. Además de las barbies, recolectaba los Parmalat's que venían en la leche en polvo, como también los llamados "hielolocos" que vendían en el colegio; a cada uno les tenía un nombre y una historia:


Eloisa era una chica de 13 años que estaba enamorada de Alexander de 15, -tan buenmozo que tenía muchas admiradoras-, él le correspondía de igual manera a Elo, la visitaba todos los días casi que el día entero, la mayoría de las veces se quedaba a dormir, eran felices y envidiados a la vez, iban al colegio y a todas partes juntos, y no podía Eloisa molestarse cuando ya él le había preparado una sorpresa con ayuda de sus amigos en común para ofrecer y obtener disculpas, ¡¿qué hermoso no?!, extrañamente se molestaban; tanto la mamá como el papá de Eloisa lo querían mucho. Karla, era una Parmalat que tenía un novio llamado Carlos, también Parmalat, no eran tan felices como la parejita anterior, pues a Karla le gustaba Alexander y lo celaba de Eloisa, a quien ella consideraba su mejor amiga; era tanta la envidia de Karla por la felicidad de éstos, que dejaba cartas en el buzón haciéndose pasar por Alex, claro que con escritos horribles para Elo, pero siempre el amor y la confianza podían más.


Sophia nombró a la mamá de Elo, Gabriela; y a su papá, Ken. Al igual que Alexander era el hombre de los sueños de cualquier mujer. No obstante, Gaby era pretendida por Pedro, un bombero amigo de la familia, obviamente ella no le prestaba atención ni mucho más, se dedicaba día tras día a amar y jugar con su hija y su multitud de amigos, les preparaba parrilla, hot dog y hamburguesas, etc.


La tía Génesis tenía un gimnasio, y la tía Helen una zapatería, amaban tanto a su sobrina, hijas, amigos... que ellos contaban con calzados y cuerpos esculturales gratis. Alejandra y Samantha eran hermanas odiadas entre sí, e hijas de Génesis. Se odiaban porque Alejandra era recta y amable, al contrario de Samanta, malvada y odiosa.


En eso más o menos se basaba la historia creada por Sophia con sus amiguitos de juguete.


Sofi, -como le decían cariñosamente sus amigos y allegados-, a sus primeros años tomaba sopa, y, todo lo que se cocinase su madre se lo daba ligeramente licuado, así no corría el riesgo de ahogarse. A partir de entonces, Sophia empezó a crear conflictos y volver la vida de su madre una mortificación, creció sin saber qué era una comida sólida y completa; a su mayoría de edad, son pocos los platos que sabía degustar, y por lo tanto, un mínimo porcentaje caracteriza lo que desde pequeña ha aprendido a comer.


No obstante, mamá la reprendía diariamente por el hecho de no querer o, en este caso, de no saber comer. Comía obligada y bajo amenazas; recuerda que su gatito la ayudaba. Años después, le decía: - "no comas si no te gusta, te morirás de hambre, pero eso fue lo que cociné"-, lloraba tarde tras tarde, llamando de rodillas a papá que estaba en su trabajo, le rogaba "por favor, sácame de aquí; no he comido nada"; en vista de eso, él le llevaba pasticho, su plato preferido. ¡Cuánto lo ama!


La familia consta de cuatro hermanos; el hermano mayor Carlos, de 33 años de edad; el segundo, Giann de 29; la siguiente, Grettel de 26; y Sophia, la menor de 20. Ésta última tiene características descriptivas similares a las de su hermano Carlos, a ambos los criaron bajo la misma orden estricta, en realidad a los cuatro, pero Giann no las acataba por completo, ¡menos mal!, con esto se hace referencia a que, él sí jugaba con los demás niños, se relacionaba con las personas, tomaba los juguetes de la piñata, se escapaba a jugar metras... mientras que Carlos y Sophia cumplían con lo que su mamita os decía: <<"quédense aquí", "no molesten", "no agarren", "eso está sucio", "no se mojen con la lluvia", "no jueguen carnaval", "aquel niño es malo...">>.


De Grettel muy poco se saben noticias, se marchó al extranjero a los 16 con su primer novio. Aunque por teléfono se oye algo extrovertida y ambiciosa. A veces es dudable su existencia, pues pasa mucho tiempo sin marcar y siempre que lo hace es de teléfonos públicos. ¡Bueno, por lo menos en Venezuela son públicos!


Actualmente, el mayor y la menor son casi en su totalidad: personas inseguras de sí mismas, asociales, tienen pavor al público, no les interesa jugar o relacionar con los demás, inhibidos, penosos, callados...


Una tarde, en el trabajo de mamá; -quisiera saber ¡¿Qué hacía yo allí?! - se preguntaba Sophia; uno de los compañeros de su madre le dijo: -¡Hola!, ¿Cómo te llamas?, ¿Qué edad tienes?, ¿Por qué no hablas?, ¿Qué te pasa?, ¿Te sientes triste?, ¿Te asusto?... y así una multitud de preguntas más que, obviamente, no contestó. El señor, al enterarse de su amor por los niños, se tomó la audacia de chantajearla con su pequeña hijita acabada de nacer, y le dijo: "te regalo a mi hija recién nacida, si vas mañana a mi casa a las 2:00pm y me respondes todo lo que tengo que preguntarte", al siguiente día, Sophia se presentó dispuesta a hacer lo que quería, responder todas sus dudas. Nunca obtuvo lo acordado, a pesar de contestar absolutamente todo.



Esperma perfecta, óvulo infecto: creación intransigente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora