GOKU
No soportaba más aquello, me sentía desolado tras haber experimentado la libertado y el intenso amor de Vegueta una vez más, aquel lugar era peor que el infierno. Pero me era imposible escapar por dios, romper las cadenas y volver al mundo de los vivos.
Me dijeron una vez que el amor todo lo podría vencer y había creído que era cierto pero ya no sabía en qué creer ni en qué confiar. Lo cierto era que el tiempo dejó de existir en este lugar y solo estaba siendo retenido contra mi voluntad por el capricho de un homofóbico.
Solo mi voluntad y la esperanza eran lo único que me mantenían cuerdo e íntegro. Vegueta, te extraño mucho mi amor. Respiraba profundo mientras volví a intentar romper las odiosas cadenas sin lograrlo.
Solo aquel que te ame más que a su propia vida tendrá la llave para abrir el candado que mantiene íntegras a las cadenas oscuras. Si él te ama de verdad sabrá encontrar la forma de venir por tí y te devolverá tu ansiada libertad, otorgándoles así un gran poder. Pero debe darse cuenta solo y sin ayuda de nadie.
Aquella voz metálica resonaba en el lugar una vez más, ésto ocurría cada vez que intentaba liberarme de ésta prisión. Las fuerzas volvían a abandonarme al ser drenadas por el árbol mismo para sumergirme en aquel vacío sueño. Luego de un tiempo me las regresaba y podía despertar. Así el ciclo se volvía eterno maldita sea.
Vegueta....te amo....
VEGUETA
Cuando Kakaroto desapareció frente de mí tras evaporarse como si de niebla se tratase me sentí enloquecer. Grité, rubí como la bestia herida que en verdad era. Recién me enteraba de la verdad, su verdad. Había estado prisionero y desde su prisión me ayudó. Ahora era mi turno de ayudarlo a él. Y ésta vez no permitiría que nadie nos vuelva a separar. Nadie jamás lo volvería a hacer, nunca más.
Él habló a cerca de una maldición que mi padre le lanzó. Eso me indicó dónde buscar y encontrar respuestas. Su biblioteca privada. Sabía que aún le faltaba bastante para regresar a casa por sus cosas. Al menos dos horas seguramente debido a que se encontraba en tribunales.
Tiempo suficiente para indagar a fondo sobre la maldición que mantenía a Kakaroto prisionero en el mundo de los muertos atado al árbol de la muerte. Corrí y abrí la puerta. Todo el lugar estaba cubierto de polvo, señal de que mi odiado padre no entraba allí desde hace al menos tres años.
Empecé a buscar en esos viejos libros, uno por uno los fuí sacando y leyendo el índice. Nada, nada y nada. Ya había pasado una hora y media y no encontraba el libro de conjuros.
Comenzaba a impacientarme cuando al fin pude dar con él. Lo saqué y fui a la luz. Abrí en el índice y encontré lo que estaba buscando. Fruncí el ceño a medida que iba leyendo de qué iba aquello. En verdad mi padre se jugó a que jamás descubra la verdad debido a que se trataba de una maldición peligrosa.
Si llegase a ser destruida le otorgaba a quien la padeció y a su salvador un poder increíble en verdad, poder que los protegería de futuros maleficios similares. Si lo que hacía falta para liberar a Kakaroto era desear que él fuese libre, entonces era más fácil de lo que me imaginé porque nada me dará mayor placer y felicidad que liberar a mi más grande amor.
Cerré el libro al tiempo que sentía a mi padre llegar a casa. Saqué un encendedor y salí del lugar dispuesto a enfrentarlo. Cuando él me vio con el libro empalideció, el muy maldito no se la esperaba.
Prendí el encendedor y acerque el fuego al libro. Mi padre empezó a rugir sus amenazas pero al ver que nada funcionaba ya en mi pasó a suplicarme preguntándome qué deseaba y él me lo consedería.
- ¿Qué deseo? Que desaparezcas de nuestras vidas maldito, eso deseo.
Sin más queme el libro arrojándolo a su vez a la chimenea, luego me fuí escuchando los lastimeros aullidos de mi padre como si de un animal herido se tratara. Salí de la mansión al jardín y pensé en Kakaroto y en su libertad. Al instante se corporizó una llave dorada en mi mano derecha y mi cuerpo se desvaneció como hubo sucedido con él.
Aparecí en un oscuro bosque a la orilla de un río por donde pasaban las almas de los muertos. Aquello pude saberlo debido al hechizo que leí en el libro. A lo lejos ví el árbol de la muerte en el cual estaba encadenado Kakaroto.
Kakaroto
¿Vegueta? Así que al fin pudiste venir
Vine a salvarte mi amor
Ayúdame....por favor....
A eso había ido y es lo que planeaba hacer al instante. El maldito de mi padre fracasó estrepitosamente en todo. Corrí a él pero cuando estuve cerca una voz me detuvo. Una voz de mujer que fue soldificándose frente mío hasta acabar de pie junto a mí.
- Chico travieso y picaron ¿A dónde crees que vas? - Ella era increíblemente hermosa de rojos cabellos y dorada mirada, vestía un vestido rojo que le cubría el cuerpo al completo - No puedes avanzar un paso más después de todo éste es mi territorio.
Sus carcajadas me molestaron sobremanera pero súbitamente me ví paralizado por su misterioso poder. Aquella horrenda sensación de estar atrapado en mi propio cuerpo volvió a invadirme, como cuando estuve paralítico.
Miré a Kakaroto recordando cómo él me había ayudado a recuperar mi vida y mi libertad. Ahora era mi turno de poder ayudarlo a él. La miré con severidad y dije:
- Voy a salvar a la persona que amo más que a mi vida misma. ¿Por qué? ¿Alguna queja?
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Salvame (Vegueta X Goku)
Fiksi PenggemarVegueta es el único hijo del dueño de la empresa Sayayin. A sus 18 años sufre un terrible accidente que lo deja paralizado desde la cintura para abajo. A ojos de su padre es un inútil total y está dispuesto a encerrarlo en un psiquiatrico para desha...