Capítulo 8.

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-El cielo se cae-

Dicen que después de la tormenta viene la calma. Pero en un pueblo como Hillrate, la tormenta solo avecinaba más caos constante.

La residencia de los Kim siempre había sido el lugar seguro para muchos de los habitantes, ya que su hospitalidad local hacía embellecer el aura de la blanca casa y todo lo que pasase allí. Siyeon era la luna de la casa, con su palidez y luminosidad oscura adornaba cualquier rincón solitario que su marido no fuera capaz de alumbrar.

Porque sí, hay diferentes tonos de luz, y el matrimonio Kim era el claro ejemplo de ello. Minho y su desbordante fulgor, rizos alocadamente dorados como su pequeño, y sonrisas afectivas por cualquier viga de la vivienda. Mientras que Siyeon deslumbraba sola con sus blanquecinos destellos, toques delicados y la elegancia en su porte.

Taehyung había nacido en una casa con luz hasta en las esquinas, por ello que el joven fuera tan luminiscente a los ojos de los demás.

El problema estaba en que la casa de los Kim ahora estaba nublada por la oscuridad, que los ojos del joven, no dejaban atrás.

Su madre había tenido que levantarse para asistir a su puesto de trabajo. Muy a duras penas había dejado a su joven retoño hecho un ovillo en el sofá, durmiendo lo que no podía haber descansado en la alborotada noche que le consumió hasta las entrañas. Sabía la clase de situaciones que alteraban a Taehyung, y se podía llegar a imaginar lo que había sucedido en Hillrate.

Kim Siyeon podía considerarse el ángel de la noche en su casa. Era bastante habitual que Minho llegara reventado física y mentalmente a casa, a fin de cuentas su trabajo consta en tratar con una locura que tiene que denegar de su propio cuerpo; aguantándo dolor emocional y físico para poder ayudar al resto. Es por eso que su mujer se dedicaba a escuchar las dolencias de su marido y consolar hasta que el descanso llegase a él. De igual forma supuso que tendría que hacer lo mismo con Taehyung.

Cuando notó como el cuerpo del menor se relajaba en sus brazos, aprovechó para dejarle un poco de comida preparada y un suave beso en su sien. Sabía lo fuerte que era su hijo, no le preocupaba tanto al no ser la primera vez que lo veía derrocado, a fin de cuentas ella lo crió y lo vio recibir muchos golpes por parte de la vida. Sin restarle importancia a las lágrimas que había recibido esa mañana.

Y Taehyung no había tardado mucho más en notar el rastro evaporado de sus lágrimas. Vislumbró por el ventanal de su casa el sol alumbrando desde casi el noroeste del cielo, era pasado el mediodía por lo que podía entender.

Una leve jaqueca se instaló en los bordes de su cabeza. Al incorporarse del mullido sofá, casi tiene que sostenerse del cabecero para no caer. No recuerda haber dormido tan mal desde sus años de adolescencia alocada, donde las resacas le llevaban a un estado nuboso de consciencia. Como pudo, subió hasta su cuarto para cambiarse el sucio uniforme azul que solo le traía recuerdos de las razones por las que la oscuridad se había instalado en él.

Los gritos de Jungkook seguían resonando en su mente.

Gruñó al aire, el dolor se instalaba por todo su organismo como un virus. Con cuidado, las frías paredes de su habitación trataron de acogerlo con cariño, como siempre que se refugiaba en su cómoda cama; la cual lo esperaba desordenada como de costumbre. Las sábanas sin tender, y mucho menos ahora que comenzaba quitarse la ropa con pereza y a dejarla allí tirada.

Con un suspiro se encargó de revisar su teléfono, el cual solo tenía un par de mensajes de Hoseok y su hermana. Sin duda alguna la soledad lo abarcaba de nuevo, pues no tenía el humor suficiente para contestar a sus amigos. Sin disposición alguna a revisar si había alguien pasando por el amplio ventanal de su habitación, Taehyung se quedó observando los altos árboles que acurrucaban su casa, el vivir rodeado de bosque siempre lo había relajado en sobremanera y era uno de los factores por los que su casa siempre un lugar afable para todos.

Chasm. -Taekook-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora