Los ángeles nacidos

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Le dolian las manos, todo estaba borroso, se levantó como pudo, los pies se resvalaban y chocaban juntos, no podía caminar.Miró sus dedos cuidadosamente, agarró un mechón de su pelo y lo examinó extrañada.

Intentó levantarse de nuevo, esta vez lo consigió, caminaba con dificultad pero avanzaba lentamente, se sentía perdida y desorientada, rodeada de gente, sombras borrosas y suaves murmullos.
Quiso llorar, caer al suelo, desaparecer.
No recordaba nada y estaba descalza, las personas chocaban contra su pequeño cuerpo y ella se asustaba comenzó a desesperarse y de pronto alguien se paró entre la multitud, todo se veia oscuro pero él brillaba, caminó hacia su cuerpo, su corazón latia con fuerza, los dos se miraron y ella continuó avanzando, arrastraba sus pies desnudos sobre el asfalto.Sonreía y la miró fijamente.

Sus rostros estaban a unos centímetros, levantaron sus manos al mismo tiempo y ella contempló sus dedos como un niño contemplaría el mundo por primera vez, se acercaron cada vez más hasta que se fundieron juntos, los dos observaban aquello asombrados y luego se miraron a los ojos.
Ella sonrió.El sonrió, levantó su otra mano y acarició la marmorea piel de su mejilla, ella levantó su mano y la posó sobre esta.Ahora la mano de aquel hombre estaba atrapada entre el deseo más grande que había experimentado jamás.
No se besaron, quiza no conocian los besos, quizá no sentian la necesidad de hacerlo, quizá simplemente les bastaba con mirase a los ojos y ver en ellos la pureza de sus almas.
Mientras tanto al otro lado de la calle la gente se amontonaba junto a un par de coches que se habían estrellado, estaban completamente desechos, los cristales hacían brillar el suelo, la sangre manchaba el hermoso vestido de una chica que yacía en el suelo, quieta, inmovil, una gota de sangre recorría su mejilla como si alguien la estuviera acariciando y tenia la mano sobre el corazón.
Justo delante dentro de uno de los dos coches había un joven con los ojos cerrados, lo más curioso de todo era que él tenia su mano sobre el corazón.

Nadie se dió cuenta, nadie lo vió, nadie lo supo nunca pero justo en ese instante, en ese preciso momento dos almas habían coincidido en un lugar, en un segundo, habían dejado sus cuerpos, ahora eran libres e iban a estar juntos para el resto de la eternidad.
En un rincón de la escena a unos metros los dos desconocidos se agarraron las manos lentamente y de su espalda comenzaron a nacer unas majestuosas plumas de un color blanco impoluto, unas sobre otras formando unas alas espectaculares.
Se miraron, comprendieron lo que había sucedido.Ella giró la cabeza para ver su cuerpo por última vez, él simplemente la miraba.
No se entristecieron, no lloraron, no se separaron, ni si quiera dudaron un segundo.Se abrazaron fuertemente y comenzaron a elevarse hasta que desaparecieron en el infinito cielo.Dejando atrás su vida, sus casas, sus amigos...sus cuerpos, todo para perderse entre las nubes.
¿Quien sabe si ahora dos almas perdidas acaban de colisionar inesperadamente?
El destino no los unió con vida, esperó a un preciso dia, un exacto momento para que sus dos corazónes dejaran de latir en el mismo instante, lo suyo no fue "Hasta que la muerte los separe", es más ella los unió, pero esta vez para siempre.

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