Capítulo IX

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Su piel se había tornado helada debido al agua inquieta y al viento deambulante, debido a eso pestaño repetidamente mientras que arrugaba su irritada nariz. La piedra en la que se había establecido ya no resultaba tan cómoda como hasta hace un momento, ahora era rígida y dura, tan dura como la triste realidad de que todo lo que recordaba no había sido mas que un triste sueño.

La odisea de el moviendo mar y tierra por estar con ella una noche, la hacia sentir sumamente estúpida. Estaba claro que el capitán no haría eso por ella, que él no dañaría a Eren para quedarse con ella a solas, mucho menos dejaría que ella solapara su piel desnuda a medio anochecer, eso lo tenia claro, bastante claro realmente desde lo sucedido con la mujer de cabellos anaranjados.

Salió con irritación del rio una vez y se coloco su ropa. No tuvo siquiera la molestia en secarse, ya el calor que le habían provocado sus sueños era mas que suficiente.

«Eres una estúpida»

Se decía así misma por permitir que sus deseos ahora indagaran en el único lugar en donde se suponía estaría a salvo: sus sueños.

— Mikasa.

La voz de Sasha se dejo oír desde el fondo del campamento y Mikasa no tardo en caminar hasta dicho lugar.

— No pensé que fueras a tardarte tanto en el rio, ¿Esta todo bien? — pregunto la castaña mientras su boca albergaba una gran cantidad de comida,

— Si — afirmo con decepción.

Mikasa dio unos cuantos pasos hasta llegar a unas yerbas olorosas, estando ahí metió la cabeza y tratando de ser lo mas discreta que pudo dirigió la mirada a su campaña, para averiguar si aquel pelinegro gruñón había aparecido.

— Sigue sin aparecer — le informo la castaña.

— Ya veo — susurro.

— El único que se encuentra ahí, es Eren. — le hizo saber mientras masticaba un trozo duro de pan — ha estado preguntando por ti es por eso que he venido a buscarte.

— Eso supongo — suspiro — después de todo es el único que muestra un interés genuino por mí.

— No digas eso — la alentó al verla tan decaída. — todo puede suceder.

— Él ya me rechazo y yo no he querido entenderlo.

— El que Petra dijera esas cosas, no quiere decir que sean verdad — buscaba hacer que entrara en razón.

— Solo vayamos a dormir — se excuso mediante aquella petición y siendo seguida por la castaña se dispuso a caminar.

Una vez estando fuera de los arbustos giro por la leña viva que escupía constantes gotas de fuego a su alrededor. Se detuvo ahí mismo y se rio en sus adentros al rememorar que en sus alucinaciones el fuego había perecido y la había dejado a ella y al capitán a mitad de desnudes.

«Si que estoy loca»

— Buenas noches — le dedico Sasha una vez y había llegado a su campaña, a lo que Mikasa solo hizo un corto movimiento de despedida con la mano.

Sus pies continuaron avanzando por el camino de tierra hasta que pudo divisar el color negro de su campaña mal amarrada. Suspiro, y se regaño una vez mas por no haber peleado el hecho de que los tres tuvieran el mismo numero en aquel tonto sorteo.

De todas formas, ya comenzaba a darle igual, seguramente de haber tocado a solas con el capitán este hubiera maldecido hasta el punto en que hubiera terminado bajo un árbol o en el rio, lejos de ella.

— Mikasa.

La llamo Eren una vez y estuvo dentro de la campaña. Pudo ver tres cobertores tendidos en el suelo, de los cuales dos estaban perfectamente alineados, mientras que el otro estaba desordenado porque Eren ya se había encargado de involucrarse con las cobijas.

¿A qué sabe el amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora