Capìtulo dedicado a Cinthya, una fiel seguidora.
La noche cayo igual que todas sus esperanzas. La habitación olía a un incienso que temía poco a poco la dejara dormida. Estaba un poco pringada de sudor y el abanico de mano no era muy útil en esa situación. Lo mas irónico es que la tormenta había comenzado a surgir, haciendo que el calor exterior comenzara a despedirse del ambiente.
Las primeras señales del pronto frio comenzaban a ser evidentes. Mikasa sabia que tarde o temprano sus labios comenzarían a cuartearse y que su piel imploraría por otras prendas que le dieran el calor que necesitaba. Las hojas ya anaranjadas rebosaban en el suelo de los pequeños jardines que custodiaban el recinto, y navegaban silenciosas en el lago cristalino que podía divisarse desde aquel cuarto amplio en donde la habían situado al amanecer.
— Tranquilízate, estaré observando desde aquí. — susurro Eren quien ya se había acomodado en el armario.
— ¿Y si me toca...? —inquirió la de cabello negro.
— No —respondió enseguida—. Definitivamente no lo permitiré.
— Tendrás que soportarlo, no puedes hacer un escándalo, recuerda eso. Pase lo que pase no debes salir de ahí si no es necesario.
Mikasa lo miro detenidamente antes de sentarse sobre sus piernas y girarse hacia la ventana.
— Esto pudimos vivirlo tu y yo, pero siempre me rechazaste —susurro ahogadamente lo último. — siempre quise que...
— Eren, debes olvidar ya eso —respondió sin mirarlo—. Nosotros no volveremos a estar juntos, al menos no de esa manera.
— Yo sigo amándote. No entiendo porque decidiste separarte de mí —siguió hablando con el mismo tono de voz.
— No es el momento adecuado para hablar de eso. Alguien podría escucharte y descubrir lo que hacemos.
— No me importa.
— A mi si, así que por favor cierra ese armario y guarda silencio. No hagas que me arrepienta de haberte traído conmigo.
— ¿Hubieras preferido traer a alguien más? —pregunto ahogadamente.
— No.
— Mentirosa.
Si, claramente hubiera preferido traerlo a él, pero ya no quería sentir dolor dentro de sí, ya no quería decepcionarse de cada una de sus acciones. El sentimiento que había comenzado como una inocente admiración, había rebasado los límites de su ya jodido corazón. Sus cambios de humor tan repentinos lograban agrietarla internamente, y temía que en algún momento aquellas grietas no soportaran y terminaran por desbordar lo que con tanto esfuerzo había logrado encerrar.
Cerro los ojos, el viento frio se escabullo por la gran ventana hasta topar con su pecho a la vista y entonces ahí imagino con vergüenza una caricia suya, fría, distante y totalmente ajena a ella.
«El capitán y la cadete Petra, han hecho un excelente trabajo»
De pronto recordó que la madame había elogiado su trabajo al fingir que eran pareja, y su estómago se retorció de solo imaginar lo que habían tenido que hacer para engañar a los demás. Dolía, aun y cuando sabia desde hace tiempo que la pelirroja estaba inmersa en él, pero dolía aún más el imaginar que él podía tener los mismos sentimientos por ella.
— Mikasa, tienes visita.
Sus ojos grises vieron fijamente a la madame, una vez y había recorrido la puerta. Frente a ella se encontraba un hombre de alrededor 30 años de edad, tal vez un poco más, de cabello tiznado de negro y de piel acaramelada. Respiro hondamente, sus facciones masculinas se asemejaban a su mas grande tormento, tanto, que de no ser por la colorimetría de sus ojos, podría jurar que existía algún lazo familiar.
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¿A qué sabe el amor?
RomanceLas lagrimas saben saladas, el enojo sabe a acidez .... pero ¿A qué sabe el amor? Capítulos cortos. Lee bajo tu responsabilidad. Esta historia contiene: Escenas de sexo explicitas. Lenguaje soez. Violencia. Los personajes y las imágenes utilizadas n...