Creando recuerdos

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Theo se sentía completa y absolutamente exhausto. Tratar con la impaciencia, la impulsividad y la sana demencia de Blaise era complicado, pero hacerlo a la vez que lidiaba con la cabezonería, la vehemencia y la pizca de locura de la pelirroja era nivel E.X.A.S.I.S.

Llevaba cuarenta y siete minutos exactos tratando de convencer a aquellos dos desquiciados de quedarse en el sitio en el que estaban sin meterse en más líos de los que ya se habían metido y aún no las tenía todas consigo de haberse salido con la suya.

El brillo casi psicótico de Blaise cuando miraba hacia la chimenea le hacía estar completamente alerta, pendiente de cualquier mínimo movimiento del chico, por si tenía que bloquearle nuevamente.

— Ninguno de ellos me ha contado nada —repitió la chica por decimonovena vez.

—Deberían haberlo hecho —acicateó Blaise avivando las cenizas.

—Si ¿Verdad? —ella le miró y el chico asintió con seriedad.

—Por supuesto —Blaise dio un golpe a la mesa —¿Por qué no lo han hecho? ¿Qué más ocultan?

—Deberíamos averiguarlo.

Theo se pasó las manos por la cara y frotó. Iban a volverle completamente loco.

—No tenemos que averiguar nada ¿De acuerdo? Están sanos y salvos en el Refugio donde NO podemos ir de modo que lo mejor que podemos hacer es buscar la manera de mandar un mensaje para que sepan que hay algo en Godric's Hollow.

—El mejor mensaje es ir hasta allí —murmuró Ginny

—Totalmente de acuerdo pelirroja — añadió Blaise.

Y Theo quiso llorar.

—¿Pero estais sordos? ¿Queréis poner a todos en peligro o qué? —miró a la pelirroja con creciente enfado —Es la casa de tu hermano ¿Quieres que le localicen? ¿Ponerle en peligro?

—Por supuesto que no —alegó ella con clara molestia —¿Y tú? ¿Querías ponerme en peligro a mi viniendo a mi casa desde Hogsmade?

Pillado, pensó Theo y se mordió la lengua para no responder.

—Además ¿Qué tendría de raro que mi casa y la casa de mi hermano estuvieran conectadas a la red flú?

—Bien dicho Weasley —Blaise saltó de la silla y Theo hundió la cabeza entre sus manos sabiéndose completamente derrotado porque no pensaba luchar más contra lo evidente. Aquellos dos por separado eran un dolor de cabeza pero juntos eran como un tsunami y no pensaba ahogarse en el intento de pararlos

—Vámonos — Ginny se acercó a la chimenea y lanzó los polvos flú contra las llamas que pronto adquirieron una tonalidad verdosa. Blaise se lanzó como un niño al que le han prometido ir a comprar juguetes nuevos —¿Vienes, Nott? —preguntó la chica.

Alicaído, suspirando y con la sensación de que estaba metiéndose en aguas pantanosas, Theo les siguió.

—¡Al Refugio! —gritó Ginny

Y los tres sintieron aquel tirón en la tripa cuando la chimenea les absorbió, expulsándoles en la sala de estar de la casa de Bill y Fleur.

—¡Ginny! —Luna Lovegood, que estaba tumbada en el suelo con las piernas sobre el sillón leyendo el Quisquilloso, les miró del revés —Qué alegría verte.

Se giró y se levantó con una enorme sonrisa.

—Ginevra Molly Weasley ¿Se puede saber qué estás haciendo aquí? —Bill no parecía tan contento como Luna de verla allí.

El precio de la redenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora