De reuniones y elecciones

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¿Por qué todo era así siempre con aquellos desequilibrados e imprudentes idiotas con los que compartía la vida en los últimos meses?

Le habría gustado decir algo así como con esos desequilibrados e imprudentes leones, pero no podía hacerlo porque el demente de Zabinni estaba allí, mano mano con Weasley con la misma expresión de enajenación en el rostro que tenía el pelirrojo.

¡Por aquí! —gritó tirando de Hermione hacia el pasillo de la derecha justo a tiempo de evitar que una maldición les alcanzara.

—¡Vamos vamos vamos! —gritaba Blaise a la vez que se giraba para lanzar hechizo tras hechizo por encima de su hombro —¡Chúpate esa zorra sádica! —envió un everte statum hacia Alecto Carrow que la hizo volar por el aire y golpearse con fuerza contra el muro de piedra —Ha sonado a huesos rotos —volvió a gritar —¿Se ha hecho daño tu hermanita Amycus?

—¡La madre que te parió Blaise! —Draco quiso hacerle desaparecer la boca pero se contuvo —Si dejaras de azuzarles igual saldríamos de esta ilesos —masculló sin dejar de correr.

—¿Qué te pasa capullo? —Acicateó Weasley —¡Glacius!

El suelo se congeló bajo los pies del mortífago haciendo que cayera y resbalara hasta darse contra la pared.

—¡Expelliarmus! —Hermione le desarmó y empujó a Malfoy para que siguiera corriendo.

—¿Qué te pasa Crabbe? —Zabinni se carcajeaba mientras los hechizos salían de su varita como si fuera una ametralladora —¿Se te ha olvidado cómo usar la varita?

—Los gorilas no usan varita Zabinni —dijo Weasley riéndose también — ni siquiera usan el cerebro —¡Impedimenta! ¡Desmaius!

—¡Allí! —Hermione señaló hacia el final del corredor, dónde podía verse la puerta de la Sala de los Menesteres esperando por ellos.

Cuando por fin entraron en la habitación y cerraron tras ellos, los cuatro jóvenes respiraron intentando recuperar el aliento.

—¿Pero... qué ... mierda... os... pasa ? —preguntaba Draco apoyado en las rodillas con el pelo cayendo sobre su sudorosa frente.

—Esos cabrones... me debían una... muy gorda —respondió Blaise aun con aquella mueca feroz en sus labios.

—¿Qué ha ocurrido? —Theo se acercó a ellos con rapidez al verles llegar

—Que Amycus Carrow .... está por el pasillo ... del séptimo piso.... haciendo patinaje artístico —Dijo Ron agarrándose el costado y rompiendo a reír como un maníaco junto con Blaise.

Hermione se había tumbado en el suelo y jadeaba incapaz de respirar con normalidad y Draco fulminaba a los chicos con la mirada como si ellos tuvieran la culpa de todos los y cada uno de los problemas que les acechaban.

—Están completamente locos ¡Por Merlín! Casi nos matan gracias a estos lunáticos suicidas.

—Vaya —Luna se acercó al grupo dando pequeños saltitos, con los rabanitos de sus orejas balanceándose —ya no seré la única lunática del equipo.

Ninguno de ellos le prestó atención, no tenía mucho sentido seguir los razonamientos de la chica, sobre todo porque sabían que la conversación terminaría hablando de torposoplos, snorkacks de cuernos arrugados o cualquier otro ser invisible e imaginario que se le ocurriera a la Ravenclaw.

—Vieron a Granger y a Weasley —Blaise parecía haberse recuperado casi por completo

—Y él —añadió Draco —pensó que sería una buena idea lanzar un Depulso a Alecto Carrow en ese mismo momento.

El precio de la redenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora