CAPITULO 3

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Estaba cien por ciento segura de que ese grito había sido de humano. Tuve la intención de ir a ver si era lo que tanto me lleno de esperanzas. Aunque ahora, ya habían pasado unos segundos, segundos en los que pudo haber hecho cualquiera cosa esa persona, segundos en los que pude ir corriendo hacia allí, ah, pero yo estaba siendo llevada a tirones.

Nimbo apretaba mi brazo con fuerza. Caminaba muy rápido mientras me tiraba camino a la casa. Cuando llegamos Nimbo abrió la puerta con mucha rapidez para luego tirarme al colchón.

Él se inclino hacia mí.

—No salgas.

Con eso él en un movimiento rápido se fue de la casa dejándome encerrada. Me quedé ahí unos minutos, mirando fijamente la puerta. Estaba más que segura que el grito había sido de una persona. Pero ahora que me ponía a pensar ¿Y si era una mala persona? ¿Y si no es una persona sino que una especie de zombie? ¿Y si en realidad sí era una buena persona que necesitaba ayuda?.... Nimbo, parecía enojado ¿Será por lo de la mujerpez? ¿O porque salí de la casa sin avisar? ¿O quizá él me quiera tener retenida aquí? Eso sería muy cruel, especialmente porque ahora también me daba cuenta de que quería, no, necesitaba saber mi pasado, saber más de mí ¿Por qué sucedió todo esto? Acaso el mundo siempre fue así y yo sólo creo que no lo fue, como simples fantasías de algo "pacífico". Eso significaría que existen más personas ¡Deben tener refugios!

De nuevo, esa emoción me invadió ¡Tengo que encontrar a esa persona!

Me pare de golpe y entonces las consecuencias aparecieron. Todo se oscureció y lo último que sentí fue el golpe que me di contra el suelo. Que bruta....

Estaba acostada en el suelo, intentando mirar vagamente por la pequeña ranura de la puerta. No veía nada.

Veo, veo —grite.

¿Qué ves? —preguntó del otro lado de la puerta.

Otra vez, intenté ver por debajo, nada, estaba todo oscuro. Exhale hastiada.

¡Nada! ¡No veo nada! —me queje.

Me hubiera gustado seguir enojada pero escuché su risa ¡Se estaba riendo! El niño desconocido se estaba riendo, me encantaba cómo se escuchaba su risa.

Oye ¿Cómo te llamas? —inquirio de repente, aún se reía un poco.

Riley ¿Y tú?

Silencio.

Lo olvidé.

De nuevo, estaba acostada, de noche, en el mismo colchón, con la misma manta, con la estufa prendida. La única diferencia es que está vez no me levanté, no sentía la misma fuerza, me sentía más débil que antes. Sentía que estaba seca, pero no dije nada, estaba muy agotada para siquiera decir algo. Mire las llamas del fuego, estaban tan avivadas, llevaban tantas ganas de devorar todo a su paso, pero a la vez, tan débiles y pequeñas.

Estuve a punto de cerrar los ojos otra vez.

—Riley.

Deje mis ojos a medio cerrar.

—Tienes que tomar agua y comer, ya han pasado dos días y tú sigues durmiendo.... Hasta ahora.

Viaje a Casa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora