CAPITULO 7

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NIMBO NARAYER

Hace unos años, cuando el primer infierno de Dante conoció la vida.

Una cáscara de mandarina choco en mi cara. Me la saqué con rapidez para intentar esquivar lo siguiente: una pelota de basquetball. Mi cara ardió con el sabor de la sangre inundando mi boca. Reprimí las lágrimas.

—¡Vete de aquí fenómeno! —grito el niño.

Su amigo se acercó a mí. Me señaló con el dedo índice un ojo.

—¿A quién le robaste el alma, demonio?

—¡A nadie! ¡Juro que nací así!

El niño me pegó una patada provocando que cayera al suelo.

—¡Que ojos más horribles! —mofo el niño de la pelota.

Ya lo sé....

—¡Que no son de él! Papá dice que cuando el alma de uno está cansada los demonios pueden entrar y corromper ¡Él estuvo en una! ¡Uno de esos ojos no es de él! ¡En nombre de Dios hay que castigar a los pecadores!

Me reincorpore con intención de corregirlo. No creía en dios, pero tampoco creía que se castigara así a uno, no con pelotazos y golpes. Pero entonces alguien me agarró del pelo y el niño del vicario me mostró un palo.

—El verde es el color de la vida, el azul el color de la noche, habrá que salvar a esa pobre alma ¡Este será tu castigo! —Clavo el palo en el ojo de color verde.

Grité, grité con todas mis fuerzas ¡Ya basta! Me removí intentando liberarme, pero sólo lograba que fuera peor. Escarbó y mútilo. Me dolió tanto.

Nueve horas después me encontraba tirado detrás de la iglesia. Sólo veía por un ojo. Tenia la ropa manchada de sangre y lloraba en silencio. El limbo.... Es el primer infierno, tal vez sí soy un demonio y por esa razón tengo heterocromía, es la cicatriz de mis misiones. Suspiré con dolor en la cuenca del ojo.

Allí me dormí, agotado.

Cuando desperté me sorprendí: estaba acostado en el cuero de una vaca, tapado con una manta tejida. Toque mi ojo; estaba vendado.

De repente una lengua me lamió la cara, dejando mi pelo con un lado arriba de saliva. Mire y había un caballo gris con manchas blancas observandome. Su cara estaba a unos centímetros de la mía. El animal resoplo haciendo llegar una pequeña ráfaga de viento a mí.

—¡Coraje azul! ¡Ven!

El caballo obedeció caminando a una anciana: iba vestida con un vestido también tejido y con unos pantalones de campana de tela roja, iba descalza y con el pelo plateado largo y enmarañado, eso parecía un nido de pájaros, la anciana era morocha de tez.

Ella acaricio a Coraje azul con delicadeza. Me miró.

—Ven tú también.

Me pare con dificultad hasta pararme a su lado. Ella me tendió un cuenco con tinta líquida de color azul.

—Pinta al caballo.

Dude viendo al precioso animal.

—Sin miedo, son las bestias más hermosas del planeta, aprovecha la confianza que te da este animal.

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⏰ Última actualización: Oct 03, 2022 ⏰

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