CAPITULO 7 *Juego de confesiones*

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      A.G.

Hoy los chicos conocerán a Max y eso me tiene nerviosa porque no sé cómo saldrá esa reunión. Quedan solo dos días para el sábado. Estoy en la cocina desayunando con mi madre; mi padre salió temprano. 

Según mi madre, en unos 20 minutos Lydia pasará por mí para ir a la universidad. Hoy decidí ponerme un vestido morado un poco más arriba de la rodilla con un kimono café, unos tenis blancos con detalles morados y unos lentes de sol. 

Me gusta combinar mucho mis vestuarios. Mi madre miró mi atuendo cuando bajé de mi habitación con cara de querer decir algo, pero gracias a Dios no dijo nada. Terminé de comer y justo cuando estoy cepillándome los dientes, suena el timbre.

—Adara, cariño, te busca Lydia.

Terminé de cepillarme rápido y salí corriendo a la entrada, donde mi madre estaba bendiciendo a Lydia, quien la miraba con una sonrisa de diversión que mi madre, o no notaba, o simplemente ignoraba.

—Caramelito —dije con una sonrisa, abrazándola. En serio, la extrañaba.

—Querida —respondió Lydia, ya que no podía decirme "perra" delante de mi madre. Me devolvió el abrazo con más fuerza de la necesaria.

Ambas nos echamos a reír, mientras mi madre nos veía con cariño por nuestra amistad. Mi madre y la de Lydia, la señora Alba Maldonado, junto con mi padre y el suyo, el señor Andrés Bernal, son mejores amigos, así que estaba un poco difícil que no fuéramos amigas. Nuestros padres son muy unidos y trabajan juntos.

—Señora Blake, ya nos vamos. Que tenga buen día —dijo Lydia, jalándome y arrastrándome hacia su coche apenas mi madre me dio la bendición.

—Qué emoción tienes por ir a la U, caramelito —dije con sarcasmo y un poco de burla.

—Ja, ja, ja. Deja tu sarcasmo y cuéntame todo sobre mi cuñado —dijo con una sonrisa pícara—. ¡Qué bien suena lo de cuñado! Déjame preguntar, ¿es guapo?

Lo medité solo unos momentos antes de responder. La realidad era que solo quería hacer esperar a Lydia porque Max es un baboso muy guapo. Es muy atractivo el condenado con su sonrisa estúpida de calienta bragas.

—Sí, Lydia, es guapo, mucho la verdad —respondí con una sonrisa.

Lydia chilló de emoción por mi respuesta mientras íbamos rumbo a la U. Ella es así, alegre, con buena vibra, algo loca. Le gusta la vida y trata de vivir todo lo que puede. Creo que por eso se siente atraída por Cameron; tienen personalidades muy parecidas, aunque un poco distintas.

—Me muero por conocer a mi cuñado y darle la amenaza de su vida si te hace daño.

—No hace falta, recuerda que solo estamos fingiendo. Él tiene las cosas claras y yo también.

—Lo sé, lo sé, pero aún así quiero hacerlo. Y hablando de eso, ¿qué le vas a dar, dinero, ayuda con la U, o especias? —dijo con voz sugerente.

—En realidad —dudé un poco, ya que no me había pedido nada— no le voy a pagar con nada. Él me dio a entender que lo que le propuse lo ayuda en una situación en su vida —dije, mirándola de perfil mientras conducía su Mazda negro.

—¿En serio? —asentí—. Eso es muy raro, pero bueno, las cosas pasan por algo y el destino siempre tiene un propósito.

Esas son sus palabras para cuando pasa algo que ella no puede explicar o cuando va a hacer alguna cagada y la descubren. Ambas somos muy espirituales, pero ella más sobre las casualidades, el destino y todo eso. Creo que por eso conectamos más en los años que llevamos de amistad.

La Condición De Adara y Max Donde viven las historias. Descúbrelo ahora