Capitulo 18 *viernes de celos*

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Adara

Estoy llegando a mi clase de 8 a 10 cuando veo un ramo de rosas en mi puesto habitual. Los chicos miran las rosas y a mí, como dándome un mensaje tácito de algo que ya debería saber, pero no lo sé

—Hola nerds —digo de saludo—. ¿Y esas flores?

—Son para ti, toma —responde Ángel y Sara solo asiente.

—¿Para mí? —ambos asienten—. ¿No están equivocados?

—No, mira la tarjeta —dice Sara.

Asiento y le hago caso. Tomo la tarjeta de las bonitas flores que dice:

*Una flor para otra flor, muchas gracias por el recorrido, hermosa. No terminó bien, pero me gustaría invitarte a tomar algo.

Att: Alexis Weber*

Oh, son unas flores de agradecimiento. Le mandaré un mensaje para decirle que no tenía por qué molestarse y aceptaré la comida, pero solo como amigos. Tengo novio, un novio estúpido, pero... La maestra entra interrumpiendo cualquier pensamiento.

Así paso las tres horas más incómodas de mi vida por las flores y la clase. Todos miraban las flores y a mí, pero gracias a Dios ya se acabó. Salgo lo más rápido que puedo del salón, despidiéndome de los nerds.

Cuando estoy fuera del edificio, en la entrada está Max, que apenas ve las flores en mis manos, entrecierra los ojos y frunce el ceño. Eso no significa nada bueno.

—Hol...

—Hola, ¿y esas flores? —pregunta directo. Me lo esperaba.

—Me las regalaron fu...

—¿Quién?

Me vuelve a interrumpir. Me está haciendo enojar, por Dios, no es ni medio día y ya quiero ahorcarlo.

—Si dejaras de interrumpir, te diría todo, idiota. Así que cállate —digo y veo como hace la señal de silencio—. Me las regaló Alexis por haberle dado el recorrido.

—¿El pelagato? —pregunta cortante.

—Se llama Alexis, Max.

—El pelagato. Okay, puedes tirarlas, por favor —dice.

—No, ¿qué? ¿Por qué lo haría?

—Porque tu novio te lo está pidiendo amablemente —su voz no tenía nada de amable.

—¿Celoso, Montecino? —ataco.

—No quieres saber la respuesta a esa pregunta, Giannini. Ahora, las flores.

Cuando voy a responder, vuelve a hablar. Dios, qué cosa con interrumpir hasta en los pensamientos.

—¿Tiene nota? —pregunta sospechoso.

—Sí, ¿la quieres ver? —digo mientras ya la toma y lee.

—"Una flor para otra flor", qué chorrada. Digno de un pelagatos —suelta una risa seca mientras murmura y acto seguido rompe la tarjeta.

—¡Max! —grito, pero ya la ha hecho trizas—. Te estás siendo un completo cavernícola e idiota.

—¿Te dice hermosa? ¿Por qué te dice hermosa? Ir a tomar algo, mis pelotas son las que van a ir a tomar algo —dice como al aire.

—Tú me dices dulzura todo el tiempo —respondo, omitiendo su última declaración.

Max se acerca más, invadiendo mi espacio personal. Puedo ver la furia en sus ojos, pero también algo más, algo que me desarma.

La Condición De Adara y Max Donde viven las historias. Descúbrelo ahora