A.G
一Señorita Adara, despierte, 一sentí que alguien sacudía mi cuerpo y me hablaba. Estaba tan cómoda en mi cama que no quería levantarme, pero las persianas se abrieron y la luz del día hizo su trabajo.
一Señorita Adara, su teléfono, 一dijo Nani, extendiéndome el aparato. 一Dicen que es importante.一一
Le lancé una mirada de desaprobación. Ella sabía cuánto odiaba que me despertaran, pero hoy tenía clases de proceso administrativo a las 7:00 a.m., así que no tenía opción. Tomé el teléfono sin mirar quién me llamaba a las 5:00 a.m., media hora antes de mi alarma.
一Buenos días, novia. ¿Cómo amaneces? 一escuché la voz que estaba empezando a detestar.
Eran las 5:00 a.m., ¿no tenía a nadie más a quien molestar? Ya era suficiente con tener que pasar la tarde con él y verlo en el almuerzo. Me prometí dejarlo sin descendencia en cuanto tuviera la oportunidad.
一¿Qué quieres, Montecino? 一dije con fastidio, escuchando su risa al otro lado de la línea.
一Nos levantamos de mal humor, ¿eh?一
一Más te vale que lo que vayas a decir sea de vida o muerte, imbécil. Son las 5 de la mañana.一
一Lamento tener que despertarte, dulzura... espera, no, en realidad no lo siento. Te llamo para decirte que en una hora paso por ti para ir a la universidad juntos.一
Me quedé quieta, sin saber qué decir. Ese hombre sabía cómo quitarme el sueño y ponerme nerviosa en cuestión de segundos.
一¿Ah? 一Hacerme la tonta era mi especialidad.
一Lo que escuchaste, dulzura,一pude imaginarlo sonriendo.
一¡Estás loco! Mis padres todavía no saben nada, así que no puedes venir por mí.一
一Tu novio es tan perfecto que le pidió permiso a tu padre, dulzura. Así que sí puedo ir por ti.一
一¿Lo tenías todo preparado, cierto? 一pregunté con molestia, escuchando su risa de fondo.
一Tal vez, amor, tal vez.一
Si pudiera tenerlo cerca, probaría mis clases de krav maga con él por ser un gilipollas. Mi padre me obligó a tomar ese curso para defenderme si alguien intentaba propasarse, y ahora mismo estaba agradecida por poder usarlo con Max.
—¿Eres un imbécil, lo sabías? Me quitaste mi media hora de sueño y mis mañanas son sagradas, gilipollas. Si vuelves a hacer esto, te dejo sin descendencia, amore mío —dije levantándome de mi hermosa cama con toda la flojera del mundo.
—¿Capisci? —dije ya que no escuchaba una respuesta—. ¿Que si comprendes, imbécil?
—Comprendo —respondió extrañado.
—Bien, nos vemos en una hora —colgué.
Me dirigí al baño a hacer las cosas básicas, pensando hacerle una pequeña maldad a Max, solo algo que le deje claro que mis mañanas son sagradas. Pensé con una sonrisa maliciosa.
Después de media hora arreglándome, opté por un jean negro con un top de manga larga que hacía que mi figura curvilínea se viera mucho mejor. Me puse rímel, brillo de labios y me hice un moño alto. Por último, me coloqué mis gafas. Al bajar a la cocina eran las 5:50, lo que significaba que nadie, a menos de Nani, estaría despierto. Aunque no faltaba mucho para que mi padre hiciera su aparición.
En la cocina encontré mi desayuno listo, así que me dispuse a comerlo mientras buscaba con mis ojos un objeto en especial: un sacacorchos. Aquí hay muchos, ya que mi padre tiene una pequeña colección (miren el sarcasmo) de vinos que solo abre en ocasiones muy especiales. Seguí mirando hasta que di con él, cerca de los estantes donde están los vinos.
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La Condición De Adara y Max
JugendliteraturElla es una chica extrovertida cohibida por padres estrictos conservadores e religiosos. El es un chico tranquilo de vida loca con unos padres amorosos, estrictos, carismaticos. Ellos no se conocen, tienen estilos de vida muy diferentes pero por...