Siempre me veo al espejo y me pregunto ¿Cómo llegué aquí?
- Giyuu -
¿Cómo llegué a este punto donde debo tapar mi boca y hacer el menor ruido posible?
- ¿Dónde estás amor mío? -
¿Desde cuando tengo la necesidad de complacer a alguien para no salir lastimado?
- Sé que estas aquí, puedo sentir lo -
¿Por qué sigo encerrado aquí sin poder salir a menos de que sea con él?
- Te voy a encontrar -
¿Por qué me da miedo que él se acerque?
- ¡Aquí estás! - Aquel hombre rubio tomó al menor de la muñeca de una manera muy brusca y lo levantó sacándolo de su escondite - ¿Por qué te escondes? ¿Acaso no te gusta estar conmigo, cariño? - Sonreía de una manera que asustaba al menor, el agarré no dejaba la fuerza de lado.
- K-Kyo, amor - Habló por fin el menor mirando su muñeca - Me estás lastimando - El rubio lo vió con algo de molestia pero su sonrisa solo se hizo más grande.
- Lo sé, Giyuu, pero es tu culpa por esconder te de mí - Lo acercó a él y lo empezó a besar de una manera muy brusca pero por más que el menor intentaba alejarse no podía, él era más fuerte.
Kyojuro soltó a Giyuu ya arto de su forcejeo, soltando una golpiza hacia la mejilla del de ojos azules, quien solo bajó la mirada.
- ¿Cuantas veces te he dicho que no te alejes cuando te estoy besando? - Habló muy enojado, el de ojos azules solo miraba el suelo sin saber que hacer.
- Lo siento... - Luego soltó un golpe a su mayor, corrió sin control hasta la puerta, ese lugar el cual anhelaba atravesar, ese lugar que lo llevaría hasta el final de su sufrimiento, ese lugar que lo llevaría a la libertad.
- ¡Maldito idiota! - Pero una mano lo agarró de la camisa y lo tiró al suelo - ¿¡Quien demonios te cres para golpear me!? - Tomó a su "amado" De los cabellos callendo ambos al suelo, se puso encima de él y comenzó a golpearlo.
- ¡No, por favor ya basta, lo lamento, basta por favor! - La sangre se derramada por el piso.
Sinceramente Kyojuro era un gran hombre, pero su obsesión por Tomioka lo llevó a la locura hasta el punto de tenerlo secuestrado y mal tratarlo como si fuera un perro y no su novio.
De todos modos Tomioka se acostumbró, ya era algo normal, a veces los días estaban de buenas y no era golpeado, más bien mimado, pero días como estos son los que le daban ganas de morir.
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