Kyojuro Rengoku, un tipo sonriente que siempre te mostraba apoyo y te regalaba de su brillo encantador. Hace poco comenzó a desaparecer, ya no sonreía mucho, se mostraba distraído, su brillo se había apagado, todo desde que empezó a salir con alguien llamado Akaza quien siempre estaba con Kyojuro, al principio se veían felices pues ambos parecían compartir una felicidad muy buena pero con el tiempo a Kyojuro le empezó a molestar que Akaza siempre quisiera estar con él pues no podía estar con sus amigos sin que Akaza les dijera algo que los incomodara.
Hubo un día en el que se armó una escena en la calle por culpa de Akaza, pues Uzui había abrazado a Kyojuro y le había dicho al oído que su novio tenía cara de pelota de baloncesto pues notaba lo tenso que estaba el rubio e hizo lo mejor que pudo para alegrarlo... Aunque no funcionó nada; Akaza lo escuchó.
— ¡No es justo, tu dejaste que me insultara! — Akaza y Kyojuro estaban en otro lado alejados del resto pero el tono alto de Akaza comenzó a llamar la atención.
— Akaza, querido, por favor baja la voz — Dijo el Rubio volteando a ver a su grupo de amigos el cual los veían preocupados.
— ¿Calmarme? ¿¡Calmarme!? — Gritaba aún más — ¡Tu dejaste que ese imbécil con menstruación en la cara me humillara!
— Akaza, por favor, solo fué una broma, no tienes porque ponerte así — Kyojuro ya empezaba a ponerse nervioso.
— ¿Sabes qué? — Tomó la mano del Rubio y comenzó a caminar — Es hora de irnos — El Rubio trató de detenerlo.
— ¡Akaza!, Espera, por favor — Pero no lo soltaba.
— ¡Es hora de irnos! — Habló casi gritando, y ahí iban, él y el diablo, caminando lado a lado.
Ese día no se volvió a saber de Kyojuro por mucho tiempo, sus amigos empezaron a preocuparse y dieron una demanda a la policía. Cuando fueron a investigar a la casa del peli-rosa todo parecía estar bien, Kyojuro sonreía y Akaza se portaba normal. Nada era en serio.
— ¡Giyuu, Giyuu, te lo suplico abre la puerta! — El de ojos azules bajó corriendo las escaleras al escuchar la desesperación con la que alguien lo llamaba y tocaba la puerta, al abrir vió al Rubio, se hizo a un lado y este entró rápido a la casa — ¡Cierra, con seguro! — El contrario hizo caso.
— Kyojuro, ¿Qué pasó? — Se acercó y tomó delicadamente su mano para llevarlo a su habitación.
— Lo... Logré escapar — Respiraba agitado. Las lágrimas se acumularon en sus ojos.
— Re... Respira, voy a traer agua — Y corrió, le dió agua al Rubio quien se tomó toda el agua en cuestión de segundos — Cálmate, no te va a encontrar aquí ¿si? — El mayor asintió asustado.
— La... Lamento haberte molestado, estabas más cerca, pe... Pero iré a la casa Uzui — Se intentó levantar pero el menor lo detuvo.
— No, no, está bien, toma asiento, no sabe dónde vivo y si quiere buscarte donde irá primero es con Uzui — El Rubio se dió cuenta que era verdad.
— Sí, tienes razón — Dió un gran suspiro — Fuí un estúpido, debí alejarme desde hace mucho cuando podía hacerlo. Sus gritos se estaban volviendo golpes a todo, estuve a punto de ser golpeado, ¡agh, que idiota!
El menor se acercó y por reflejo lo abrazó haciendo que el Rubio se quedara quieto pero luego abrazó la cintura del peli-negro, quien estaba parado frente al Rubio, el menor acariciaba su cabeza con cuidado.
— No te culpes por eso... Él te estaba manipulando — Hablaba con su tono tranquilo y bajo de siempre pero con más comprensión.
Las horas pasaron, todo estaba tranquilo. Hubo un momento en el que el teléfono del Rubio no paraba de sonar por lo que tuvo que apagarlo con mucho enfado, Giyuu estaba algo impresionado de que el mayor estuviera enojado y no asustado, sinceramente él sí estaría muy nervioso.
— ¿Cómo escapaste? — Preguntó Giyuu.
— Se quedó dormido, por poco me atrapa, pero ya vi que se dio cuenta muy tarde — Tomioka nunca lo había visto tan serio, siempre estaba feliz, las veces que se veía así eran casi nulas.
— Hay que ir al a Policía — Sugirió el ojiazul pero fué detenido por el rubio.
— Aún no, hay que esperar un poco más, tal vez ya esté afuera buscandome — El rubio parecía inquieto, más de lo normal.
— Entonces los llamaré — Se levantó para tomar su teléfono pero el mayor hizo lo mismo.
— ¡No! — Ambos se vieron mutuamente, quedando en total silencio.
— Kyojuro... ¿Hay algo que debas decirme? — Giyuu vio a Kyojuro con un rostro preocupado pero exigente por una respuesta.
— Yo... Lo siento, pero no puedo entregarlo... Él... Aún lo amo... — Kyojuro se llevó ambas manos a la cara, Giyuu se acercó y lo abrazó fuertemente, sin saber que hacer.
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