El Rubio corría por las calles apurado, a veces empujaba a la gente y una vez llegó a tropezar pero pudo mantenerse en pie, siguió corriendo hasta llegar a una casa alumbrada por luces navideñas, tocó la puerta y entonces fue recibido por un chico con el cabello de un rosado salmón.
— ¡Hasta que llegas, entra rápido! — El chico lo jaló para que entrara rápido a la casa.
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— Vamos, Makomo, abre el regalo — Urokodaki, Makomo, Tomioka y Sabito estaban festejando el año nuevo dándose regalos entre todos. Urokodaki le había dado una cocina de juguete a Makomo, Tomioka le dio a Urokodaki pintura para hacer las máscaras que tanto hace y Urokodaki le dio a Sabito un capuchón que había visto y le gustó.
— Bueno, es mi turno. Tomioka — Este lo vio con una leve sonrisa — Estuve planeando mi regalo desde hace mucho y sé que te va a encantar, que por cierto es el más grande — Este camino hasta el comedor y de ahí sacó lentamente a un hombre alto y Rubio con una sonrisa enorme — Feliz año nuevo, Tomioka —
Tomioka quedó en shock, aquel hombre que llevaba un moño azul en el cabello era el novio de Tomioka, pero hace ya dos años no lo veía pues tuvo que mudarse a otro país para una mejor economía y sacar adelante a su familia.
— ¡Feliz año nuevo, Giyuu. Te dije que volvería algún día, soy un hombre de palabra! — El de cabellos azules oscuro corrió a los brazos del Rubio quien lo recibió con muchos besos.
— ¡Eres un maldito! — Este lo abrazó fuertemente. Era el mejor regalo que podía recibir.
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