"I'm tired of tryna please someone"
Young & Sad -Noah Cyrus
5. No hay nada.
Noviembre 1, España.
¿Cuándo la gente dejará de hablar y empezará observar? Porque ya es un hecho que no escuchan, pero si tan solo vieran todo lo que hago, quizás, no dirían palabras que no necesito. Quizás, se darían cuenta que lo estoy intentando.
Sigo asistiendo a mis terapias físicas, muestro mi hermosa sonrisa a mi familia, aunque ellos no notan que es más falsa que billete de menos tres pesos. Eso quieren todos, una puta sonrisa que les mienta diciendo «Hey, todo está bien».
Siguen pasando los meses desde aquel día y ni los sueños, ni mi rodilla, ni mi humor mejora. Ya estoy harto y, lo peor es que me siento mal por los otros, por aquellos que no me entienden.
Tendría que estar calmado, tranquilo, pero no. Siento enojo, ira por todo mi cuerpo y no es con nadie en particular. Tampoco quiero pensar en el porqué.
Agarro el celular y compruebo si hay algo importante.
«15 llamadas perdidas».
No hay nada. Sin embargo, el celular no deja de vibrar.
Tío Felix:
Gonzalo, no hagas esto.
No te aísles hoy, por favor.
Están todos tus primos y amigos, podemos organizar un partido o lo que sea. No nos dejes tirados este día.
Dudo un momento, porque los imagino a todos en medio del patio, sentados en una mesa y ansiosos por disfrutar de un rico asado. Me imagino llegando a casa y hacer que sonrían por verme allí, pero hoy no puedo complacerlos.
Tío Félix:
No dijimos nada los otros meses, pero hoy es tu cumpleaños.
Ven, por favor.
Apago el celular, porque hoy no tengo ganas de fingir una sonrisa, de fingir que estoy bien. Justo hoy no puedo hacerlo.
Estoy harto, cansado de mis tías y tíos, de mis amigos que no corren a buscarme, de este yo que no deja de correr porque nadie quiere escuchar.
Y es que voy al psicólogo y a terapia física cada semana y nada parece mejorar, porque cada día me recuerdan que soy afortunado y dicen que no puedo estar mal, cada día me levanto y veo cuanto cambió mi vida, veo cuanta vida he perdido. Pese a todo, intento seguir adelante, pero esta ciudad, su gente, todo me grita que es imposible, que estoy roto y ya estoy harto de ello.
Las dudas y miedos me atormentan sin dejarme descansar. Siempre estuvieron en cabeza, esperando el momento para atacar, pero siempre hubo una persona cubriéndome y ahora ya no está y ahora la incertidumbre y el terror no dejan de correr detrás de mí. Desde hace siete meses ya nadie me escucha como quisiera y, por lo tanto, tengo que reservar todos mis sentimientos a alguien al que le pago para que lo haga.
—¿Piensas que sería mejor ir con tu madre? —pregunta mi psicólogo luego de un rato de silencio.
—Pensaba. Tiempo pasado. Lo hice por un milisegundo.
—¿Y qué te hizo cambiar de opinión
—No puedo dejar mis amigos, a mis tías, a mi tío... a mi familia. No puedo hacer como si nunca hubieran existido y abandonar todo.
—Gonzalo, déjame recordarte que no tiene nada de malo pensar en el bienestar propio.
—¿Y si sale todo mal? ¿Y si nada cambia?
—¿Y si todo sale bien?
No contesto.
Me disculpo con él y abandono el lugar.
No vuelvo a casa hasta que el reloj marca un nuevo día. Cruzo la puerta a paso veloz, le pido perdón a mis tías y me encierro en mi cuarto.
Estoy sentado en el suelo, mi espalda choca con la cama, el bastón está tirado por ahí, mi pierna sana tiembla, mis parpados están cerrados. Solo cuando las melodías de Nuvole Bianche del gran Einaudi, resuena en mis oídos, los latidos de mi corazón empiezan a estabilizarse. Mis ojos se abren lentamente y caen directo sobre la ventana, en lo que yace escrita sobre ellas.
«Vuela hasta que tus alas duelan y un poco más»
Recuerdo claramente el día en que mi padre lo escribió, fue lo primero que hicimos juntos cuando llegamos.
—¿Y si caigo? —pregunté, aunque en esos tiempos no creía que fuera a pasar.
—Te vuelves a levantar.
—¿Si me pierdo?
—¿Si encuentras un lugar maravilloso? —replicó. Siempre tenía las palabras necesarias para hacerme olvidar el miedo—. La vida es como cuando pateas un penal, izquierda, derecha o al medio, cualquier opción puede ser tan mala como buena. Solo es cuestión de arriesgarte. El que no arriesga, no gana
Desde entonces, la usé en cada ocasión en la que dudaba. La convertí en un ideal hasta que la olvidé por siete meses enteros, pero supongo que es momento de traerla de vuelta.
«El que arriesga no gana. El que arriesga no gana...» Mi cabeza repite una y otra vez mientras escribo un mensaje destinado a mi madre.
¿Mi cuarto sigue en pie o ya lo convertiste en una biblioteca?
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Casualmente Destinados #1
Romance𝑨𝒏𝒅 𝑰 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒐𝒓𝒍𝒅 𝒕𝒐 𝒔𝒆𝒆 𝒎𝒆 '𝑪𝒂𝒖𝒔𝒆 𝑰 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒕𝒉𝒊𝒏𝒌 𝒕𝒉𝒂𝒕 𝒕𝒉𝒆𝒚'𝒅 𝒖𝒏𝒅𝒆𝒓𝒔𝒕𝒂𝒏𝒅 𝑾𝒉𝒆𝒏 𝒆𝒗𝒆𝒓𝒚𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈'𝒔 𝒎𝒂𝒅𝒆 𝒕𝒐 𝒃𝒆 𝒃𝒓𝒐𝒌𝒆𝒏 𝑰 𝒋𝒖𝒔𝒕 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒚𝒐𝒖 𝒕𝒐 𝒌𝒏𝒐𝒘...