(20)

93 8 4
                                    

Aroma, flores, tal vez margaritas, sazón, un caldo de pollo, ¿pollo? Ay no, pizza, pero, no huele a queso ni pan recién horneado, solo, tortillas, un comal, fuego, espera... ¿dónde diablos esta Scott?

Scott abrió los ojos y se levantó rápidamente, su respiración se volvía cada vez más lenta, calmado, miró a su alrededor, estaba recostado en un colchón, una cama, una sabana de color verde le cubría, Scott sentía una pulsada en su cabeza, elevó su mano y se tocó la cabeza, el dolor inmediato le llegó, tenía una venda en la parte del lóbulo frontal.

Estaba en una especie de cabaña de madera, podía ver una ventana en frente, pero la cortina no le permitía ver lo que había al otro lado.

A su lado había una chimenea, en esta había una gran olla de la que un líquido burbujeaba y dejaba ver al flotar varios pedazos de verdura en cuadros y piezas de lo que Scott esperaba fuera pollo.

Al lado de la fogata había una maceta, esta tenía un ramo de una docena de margaritas, y del otro lado, una puerta.

— ¿cómo llegué aquí?... — se preguntaba Scott.

Este se quitó la sabana que tenía encima y se levantó, empezó a caminar por la cabaña, encontró un libro con el título de DIARIO DE BEN (no tocar).

Scott respetuoso como siempre, dejó el diario, aunque la curiosidad le invadía el cuerpo, pero evitando la tentación, decidió investigar más el lugar.

Scott fue hacia la puerta, la abrió y después con su mano tapó su vista, el claro brillo del exterior le llegaba por todo el cuerpo, Scott retiró su mano, y pudo ver ese azul que tanto extrañaba, con ese destello amarillo y blanco que le cegaba la vista.

Scott bajó la vista, el suelo de madera iba bajando en escalones de tablones, terminando enterrado entre las piscas de arena amarilla.

Scott bajó los tablones, sintió la arena en sus pies, y como el aire ondeaba su camisa blanca y su pantalón azul, su pelo temblaba y su piel se tornaba fresca; Scott no pudo evitar cerrar los ojos, extender los brazos, y sonreír al poder al fin sentirse con libertad.

— oye, tú...

Scott abrió los ojos y miró a su alrededor, frente suyo, a lo lejos de la vista de lo que parecía un mar, vio como se iba acercando una silueta que la luz no le permitía distinguir.

Scott sintió un escalofrío que le rodeó la espalda, intentó retroceder, pero la curiosidad de saber quién era, también le inundaba el cuerpo; esperó.

La silueta se acercaba, y se iba aclarando más la vista, era un joven de pelo rizado y oscuro, su piel era morena, y tenía puesta una sudadera verde junto a un short de mezclilla café, al igual que unos tenis de color morado.

— ¿quién eres? — preguntaba Scott marcando el pie en la arena.

— que hostil — dijo el joven riendo mientras se le acercaba tranquilamente — mi nombre es Ben — dijo extendiendole la mano.

— Scott — respondió estrechando su mano.

— sé que tienes muchas preguntas, tranquilo, entremos a comer y te las resuelvo todas

En un tiempo indeterminado

Oscuridad llenaba el vacío, un sonido totalmente nulo, el joven abría los ojos y miraba su alrededor, traía su misma sudadera verde que siempre su madre se quejaba que usaba en todo momento, su short mojado, fue cuando supo dónde estaba, el agua le llegaba a cintura, llenando sus piernas del líquido.

Las dudas de cómo llegó ahí empezaron a llegarle a la mente, recordaba que estaba en su habitación, su computador estaba en frente suyo, encendido en una pantalla de videollamada, con otros jóvenes y una señora amargada que hablaba sin parar. Clases de mecánica.

Atrapado en mi vida Vol. 1 ‐ FNAF - (libro interactivo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora