PREFACIO ONÍRICO

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PRÓLOGO.

PROSA:

Un mundo extrañamente desvalido, se está desdibujando, se está sembrando el idealismo como cirios inapetentes (Oh grande llamarada) Sembrando el consuelo raído en un agonizante semblante, en donde, serenando tempestivamente ¡PHEW! There en la provincia apartada sobre la inmensidad, por allá abollada; sobre la cascada acompañando el aire apasionado, un coz en las profundidades de los arrabales murmurando amorosamente. Desesperadamente.
Intranquilamente. Una cárcel mental. Sus barrotes con ganas de romperlos como a una hebra.
La brisa como si fuera una enorme túnica fúnebre apesadumbrada pasando minuciosamente, pasando helando, recorriendo hábilmente como el trazo de un pincel que sigue la trayectoria en el lienzo, ahí me situó. Con un deleite primaveral en las noches ablandadas de la sábana, inclusive sus prados fríos consumados por recuerdos estridentes, hielan ineludiblemente en mí. Como se adhirió en un pañuelo vetusto, ensangrentado, espontáneamente como el color de la herrumbre, but machacada (sangre con suciedad en mis manos. El dorso de mi mano izquierda en mis mejillas. Polvo en el airado frenesí) en un pañuelo con un aspecto de longevidad que es debido a la apreciación opaca. La desgana, la dejadez. Que se empaña constantemente de mugre lacerada, humedales, por el asedio, sacudida de agujereados rotos por donde se incrustaron balas nueve milímetros, csmbuches, de mugre encima de un escaparate con una textura pronunciada a estiércol. También excesivamente polvorienta, con una tez palideciendo; deshacerme para nuevamente volver a recomenzar, un hábito, una permanencia, culminar el día siguiente para volver a comenzar, en el camino nos encontraremos con rostros tiempos, justo ahora ¿Si dejo que todo sucediera sin el ímpetu del arrebatamiento? tropezar de ansioso, caerme de sopetón de para atrás, para luego volver a pararse, me enseñará a levantarme, la vida espantosamente, a verme cara a cara con ella como un cuaderno, a cada mañana con ella. Agua en la cara. Comenzar, todo prontamente será muy diferente a comparación de antes; todo prontamente será como un sueño que quiero despertarme enseguidamente como una pesadilla, de mal gusto. Como los ojos al abrirse por culminar el descanso anhelado, yo observando el cristal de la ventana. Yo al lado de mi amada. Ah abrazando mis miedos de inseguro y yo abrazando sus miedos muy seguramente con sus inseguridades, le coji miedo a las personas, a sus apariciones, ahora me complace estar solo, apartado como la neblina, de niño solo fui una burla en el salón de clases, ni la maestra se daba cuenta, no atendía el desmerito, no prestaba atención. Del caoz, solo perduró el recuerdo como desohandose de prisa «solo los solos convencidos» por ahí tirado. Tired en un lugar de cualquier parte.

Era una noche un silencio que reinaba que me enloquecía.
junto con un libro en la mecedora, en él lado de mi cabecera que tengo encima. Junto a una lamparita con una Luz insuficientemente tenue, inacabada. Como las horas al abrirse espantadas por una cosa horrible, una fealdad mía, sueltan a gritar, desgarrando, abatido, pero gritan, gritan, gritan que las oigo venir ¡Oh Dios mío! Nadie las escucha murmurar -mi amada se ha marchado. Aún sigue su aroma en mis sábanas impregnadas, su presencia en mis apariciones de un aire de ti, de tus cabelleras onduladas agitándose por la ventisca, una cerveza bien fría para esta sed desaforada, está seca, permaneciendo su compañía disuelta como él aroma de las flores, él manantial, en él coffee Point, un café muy amargo. En la ceñida brisa.
-aqui conmigo -piensas ensimismado imperceptiblemente. En el encuentro de la noche temeraria, por pesadillas atrevidas: sublimación.
Sueños que me despertarán seguidamente ahogándose contra mi fisonomía cicatrizada por acné, una bocanada de aire me devolvió la vida inmediatamente atroz, de un sorbo devorarla por completó como sorbiendo mocos: la vida. El peladito ávido refunfuñando en la habitación. Trepando la cuerda tan temprano, saltando el taburete, Impecables de la lentitud ceñida sin la compañía de ningún santo ajeno a mí. Ninguna fé divina. Yo y mi credo, yo y mi desgracia, mi anticristo, una fe ciega nos mueve, Jesucristo llorando lágrimas de sangre en la cruz crucificado en el monte Gólgota. La humanidad desenfrenada derramando su sangre por los pasillos oscuros, en el asfalto se ha manchado el suelo de plasma, en el terrero sin pavimentar y yo al caminar.
Yo al caminar tiritando de un resquemor profundamente en el pecho como un calambre, un tencionamiento, pasar por la mancha, incredulidad por creencias absurdas. En las noches deseosas de acerbo, de severidad, de romuraciones escandalosas, de la inquietud osada, de jocosidad. Hojarascas abrumadas corriendo al centro del universo there ciertamente quedan inmóviles y suspendidas, como un águila en el cielo añil, un coñac contemplando la inmensidad de humanidad en una feliz ignorancia. En una hostil ignorancia. En una hostil decadencia.

MIS MEMORIAS PUTAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora