Es de noche y un muchacho cruza esta cruzando la calle, un hotel, una llamada anticipándose, un vaso con agua, ¿cariño cuánto sería? Una recepcionista, un saludo con un agradecimiento, el fondo de una habitación muy oscura (un pasillo oscuro) no sé alcanza a ver muy bien, 407, un preservativo, felicidad hipocondriaca, un sentimiento que se incrustó como espinilla muy lentamente y revienta y se dirigió tan hondamente a través de él mismo. De su ser descontento, infeliz, de un vacío propagándose internamente -piensas y te dices...
-Una Meretriz le hizo sentir compasionado; él complacido de esa manera tan hostil encontró el cariño, un anhelo inmediato en un instante efímero inmediato: lo contempló asi tal cuál y lo consideró especialmente único y nesesario: abrazo el momento. Ese hombre con su afectó transtortante la hizo sentir dichosa y se sintió apreciado por ella, querido por el cariño de ella, sintió el deseo fervoroso de una mujer y su encanto, su belleza con dulces palabras invadiendo el hogar, el encuentro, su sensibilidad gustativa, su voz encantadora y sumisa en sus susurros y gemidos en el rincón de una habitación, dejándose llevar hasta el paroxismo, una tentativa demoníaca humana: un trémulo palpitar, moverse y respirar suelta y libre en la interpretación de una palabra, sus palabras en mi memoria. Apreció los detalles, sintió el cariño desaforado que solo una mujer le puede dar a conocer a un hombre y como un hombre le podría dar a conocer a una mujer, sintió la sangre correr ligeramente, avanzando como tan de prisa, sintió su pulso, su ritmo cardíaco acelerando. Se sentía complacida, viva, estando con él y el se sintió vivo estando con ella, que recíproco, querido por alguien así. El joven el cuál miraba con melancolía, ahora... ya son dos ojos bien abiertos que miran emocionados hasta el borde de la locura, sorprendidos y todos jocosos y burlones. Taimados. Lo ves sintiéndose ya fuera de ruidos y normas y reglas y tristezas que arañan y atan y lastiman. Muy fuera de incertidumbres. El sonrie descaradamente con muecas de excitación y el así, se sostiene y se va entregando dulcemente, despacio dejándose ir por la orilla, -cómo si estuvieras fluyendo al ritmo de un compás melódico danzando sensualmente con la música. -Te dices. Y se van alejando los llantos junto con los temores temerarios que lo invaden y lo atormentan y van alimentando ese miedo, tan repentino (tan diariamente) «cosas terribles que pasan en el problema de la edad, la castidad en la honra en la edad, la edad con problema con síndrome de abstinencia» porque un minucioso brío en sus ojos le enaltecen, le magnifican, le someten y el sonríe con euforia y con incomodidad, con simpatía y anheló.
-como la baba que escupes con rabia e impotencia -me digo- Estando ahí con ella, mujer (mujer soñadora y ser libre y volar bien algo como el águila y sus ráfagas) para la cuál no distingue entre conexiones rítmicas fantasiosas y provocadoras, tentadoras, un corazón lleno de alegria, una alegría en tus ojos, en tu sonrisa hay alegría, y la alegría tan diminuta. No distingue entre eso del afecto de una atracción y química y deseo y reciprocidad, un halago desmesurado: una pasión con anhelo ferviente -No- no se distingue entre ese palpitar tan de adentro, simplemente les da igual con quién pueden estar compartiendo y pasando el rato de su tiempo, no se consuela el alma y es una oquedad tan profunda y desesperanzada que se va adhiriendo provocando una náusea terrible en el estómago, una punzada, un malestar. Un desaliento: una repugnancia -me explicó- ya, un brío sin nada de emoción, todo es triste y es un malgaste repararlo, como los días que van transcurriendo y lo son aún mas tristes y las noches que van transcurriendo y lo son mas largas «noctanbulismo» y desesperantes, -cómo los ojos lánguidos que te observan y te liquidan con un espanto -piensas mientras supieras y sacas un un cigarrillo muy nuevamente y lo llevas a la boca, lo pones en la boca y lo enciendes y te levantas del piso y ves por la ventana el lejano occidente, «quizás está ha sido mi compañia en décadas, fumar a solas en compañía de yo mísmo y decir disparates- «muchedumbre en la infamia, ignorancia incrédula» y si, sin esa mismísima alegria: -un ser anodino para el cuál solo hubo un pequeño consuelo de su cuerpo, de su regocijó y de su alma sin carencias de afecto-.
Cansada de tantas veces lo mismo (ella) -en fin- por el afectó brindado de una mujer así y sus consuelos bien apáticos (el) la palpó, ahí, estando en su presencia fantasmagórica, la desnudo y le palpó la carne de una una manera que presientio mucho más distinguible: enternecida y cruda en su sospecha ingente, le hizo sentir querido y la hizo sentir halagada, complacida, deseosa (cómo una mujer y sus deseos en sus ojos deseosos al mirar complacida por alguien) pero el ambiente entre ellos dos era apesadumbrado y lóbrego, más sin embargo; de algo mucho más que eso y diferente a ese diagnóstico, la sedujo y la provocó, exitandola con baba y pelos, pero le constaba trabajó llevar el ritmo cadencioso y sus muslos color pálido le flaquearon, y asi decaída la vió moverse siguiendo su rol. Un rol y actuación sin sentido, Sin gracia, con determinación indefinida la vió moverse cumpliendo un deber más del montón «angustiable: decisión estar soportando tan evasivamente», aún así, él desató su irá y su rabia imponencia en ella y su bondad afirmante; la vacío como regar un vaso hasta el límite, hasta sentirse extenuada y con alivió anheloso, y con un último esfuerzo suspiró fuertemente y la abrazó muy apasionadamente y yo tan sedentario, vago. Ella sintió sus abrazos caer y en su rostro y en todo su cuerpo en una cara de asombro, de inquietud: sintió el mundo caer en sus brazos con cara de asomarme por mi ventana. Una Meretriz le hizo sentir querido, le despejó la mente de sus desagradables instantes, de su soledad amigable en tiempos tratables y comprensibles, en ratos a solas, alejado, apartado como un bicho raro, -he pensando que «lo raro siempre conllevó a lo extraordinario ante la mediocridad del fanatismo ambicioso» he pensado muchas cosas que me causan horrores y espantos- limitándose a un sentimiento sentido.
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MIS MEMORIAS PUTAS.
PoesíaCrónicas enriquecedoras, exaltadas con alta dosis de melancolía, un párrafo me desgarra el alma tan temprano que todo oscurece. Desarraigos, epifanías. Monólogos furtivos ambientados por gesticulaciones sombrías. Recuerdos inundando las profundida...