Ya queridísima. Como anhelo poder querer, que a su vez, ver con avidez profunda tu sombra entrometida, introvertida -quiza puede ser mucho más extrovertida- quererte en la simpatía de las palabras, del cariño junto a la gratitud sembrada, allegada al lecho en la forma en que te quiero tan humildemente. Un murmullo exhausto, una gota cayendo al vacío del que emergió del dolor «que profundo es el abismo de uno mismo» todo una imposibilidad a rastras, hastío, de querer abandonarme y no ser más que un exilio. Como asimismo quiero esa sensatez deliberadamente tuya en la procedencia.
Delante de tus ojos -carmesí- todo es sumamente bellísimo, todo suavemente a cada instante divino y yo aquí un frenesí en la desolación, insufrible, agotamiento. La vida cansa. Aún no se rinde, a la muerte le quiero brindar un homenaje memorablemente. Está mi voz junto a mis palabras que se amarran al viento misericordioso, una luz aviene que me inunda el camino del peregrino, reconfortante, mi peregrinaje, de súbito, oscuramente nublecido. Entre tanto, todo me ha dolido como queriendo desprenderse que me ha desangrado la intranquilidad de vivir en un pésame: querido. Como todo es un sometimiento voraz de hambre. Como estrellitas ensangrentadas las veo en la aproximación que vomitan lombrices.
Vomitando desesperadamente.
-¡Mmmm!- Empero ahora sentir esa calida brisada que se va conformando en nuestros pliegues del abyecto respirar del mundo, putrefacto. En nuestras pieles, un recorrido diáfano por las cicatrices tapizadas con besos (con aromas de flores vivas) de otro querer, las yagas, hielan los huesos, quisquillosos. Calambres.
Todo tiembla y me extremece rotundamente. Sudor con escalofríos. Sudar frio. El ritmo de tu corazón acelerado. Mi rostro pálidecido. Consternado. Unos ojos idos, hundidos de para, adentro.
Fisonomías que van mirando jocosamente, estupefactas -un asombro sencillamente de estar vivos en la pena. Yo saco mi Diario, mientras, me pongo a escribir, escribiendo como si estuviese desdibujandome, muriendo. Para reencarnar en una lúcida atmósfera. Disociación. Lentamente voy muriendo, nos vamos entregando tanto que vamos falleciendo. Un adiós -proximo- Desohandose el Árbol de tu vida vivida. Yo renaciendo, a cada rato muero un poco más, como la orquídea o el girasol. Ahora, es de madrugada un desfallecimiento, yo absorto, cojo mi libro. Un sol enormemente grande alumbró el día quebrantado, sollozando la inquietud enfrente de un espejo ávido. La muerte trastornada trasboca. El sol me pegó fuerte en la cara con su rebenque, un latigazo en honra, que me quemó el rostro de tantos minutos por doquier transcurridos. De tantos minutos junto con días de encierro caluroso, zambullidos en un ensimismamiento acompañado de una espesura nebulosa, profundamente desentendido. Ahora entiendo...
Ahora cada vez que me duele más entiendo este agrio vivir gravitacional, yo
anoto mis penas en una libretica: «yo escribo la noche de la nostalgia, yo voy leyendo la noche» -musitas nostalgicamente de alegría descontenta, dolor de ausencia, asfixia pernotada, desarraigada, dolor de exilió, dolor de culpabilidad. Doler que estuviera escarbando como una larva.llevándose su rostro despreocupadamente tranquilo mirando al cielo ennegrecido, mismísimo, de aire tenue, enormemente con ojos de encanto, lujuriosos. -Divinidad presenciada- te dices.
que se aterran del vértigo.
-algo extrañamente se ha dibujado en mi rostro-
extravíos. Zozobras del mañana.
Inundaciones injertando.Que nos miran como con esa rabia empedernida -ciclicas- en el angustiamiento.
Mientras tanto, en nuestros cuerpos ir sintiendo ese -oleaje- esa brisada de oasis de quietud exorbitante.
Fumar bajo la brisa (yo) con ímpetu.
La compañía te la estás brindando.
Ahora, ir ahondando ese pensamiento hasta abarcarlo, desmantelarlo principalmente que todo: como si se tratara de un exánime, un cadáver sumido en su putrefacción, en su abandono desposeído (quisieras comprobar sus consecuencias viles desentrañadas, sus atropellos que lo llevaron a una muerte desahuciada.) Todo tan tristemente desahuciado sin misericordia.
Nada de mérito.
Los restos por el cual fue conformado, ahora, una decadencia constituyente que nos sustituye arduamente, la humanidad en consecuencia, una anatomía que se forma a través de lo que se destruye, fácilmente, esa morfología, por él cual, fui habitado. Ergo. Habitamos -desconocemos- misteriosamente. Los finales de los tiempos.
Solo es polvo sacudio un insolente transcurrir. Ir allá.
Lejísimos (...) Alejados, pero juntos, junto a la alegría: «en el insólito, desajustado, al ritmo compás» lo que esconden aquellas miradas tan quietas pero esquivas, tan idas del panorama insolvente. Del paisaje en el murmullo.
Ahora un paisaje en un cuadro exasperado «un poema callado»
gélidas circunstancias de amplios universos paralelos.
Ir adentrándose en esa psiquis, del pensamiento humano ¡Humanos! donde quieran que vayan, reciden esos estados conscientes, cómo si se tratará de poder penetrarlos en tus sentidos adormecidos hasta alterarlos, y es entonces, dónde;
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MIS MEMORIAS PUTAS.
PoetryCrónicas enriquecedoras, exaltadas con alta dosis de melancolía, un párrafo me desgarra el alma tan temprano que todo oscurece. Desarraigos, epifanías. Monólogos furtivos ambientados por gesticulaciones sombrías. Recuerdos inundando las profundida...