CAPITULO IV PATIBULOS

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«gallows, gallows, souls hollows...»

Agarra las llaves de su apartamento, muy lento y seguro sin amedrentar la impaciencia por falta de paciencia.
Algo siento aquí adentro que puja y puja como queriendo perforar la piel, desgarrar la piel queriendo salir de algo y liberarse, librarse, abrazarse delante de un espejo en la soledad absoluta admisible, resistible en compañía del ronronear de un gato sorprendido, su mundo gira en torno a eso, a la peripecia que observas, ojos de gato observando introspectivamente.
Me detengo muy despacito, bien rigurosamente, muy reflexivamente, y decididamente tomo el manejo. Indisolublemente agarro el llavero que tenía encima del armario en dónde yacía tumbado quieto y lo agarra con un determinismo en una hallada decisión mantenida al estirar el brazo y sujetarlo bien fuerte, agarrarlo como se venga la vaina, sostenerlo y su mirada ahí fija sostenida, fijándose estuvo, proyectándose anduvo estando, perdida en la noción del tiempo, del contratiempo. Susceptiblemente a una posibilidad, en una determinación capaz, sutil y ágil y voraz y todo eso que FAZ se empodera de un HAZ bajo la manga... «en la acción de poder accionar el disparador de un gatillo y poder detonar, expulsar la bala con furia, y el niño creció en un ruido exiliado, un ruido ensordecedor y fue alguien que conoció... Aprobó, probó del desdén en la mirada cínica que es arrebatada. Arrebato...» mientras tanto él va saliendo de su habitación en compañía de sus llaves cómo aves que vuelan y vienen a terminar enjauladas con llave, y hoy me acompañan como la determinación fundida en la añoranza infundada, dada, compartida, con un sosiego suspicaz, una confianza voluptuosa, un aire tenue en la confianza estando firme en desgracia parada, varada como bara situada de barita mágica albelgada, Tembleque. Estar por ahí firme y de un momento a otro ir volando como una cometa y PUM, se ha rompido su cuerda, se ha deshilachado su cuerda hasta romperse -sus manos resbalaban por su cara cicatrizada por acné en una minuciosa caricia que recorrió, una escrúpulosa caricia y su recorrido andante, y caían sus dedos por encima de sus ojos como suspiros de peces ahogados, con los ojos cerrados se siente más el corazón latir, la turbulencia latiendo, la sinceridad labrando, el latir de un corazón de un ciego, unos ojos cerrados y el amor sincero en la inconveniencia, en él caos, la rebeldía «y el ciego no necesito de ojos que vieran tan bien para sentir lo que no ves teniendo dos ojos bien puestos y bien abiertos» no comprendió, no estimó la comprensión idealizada. Él en cambio sí amó de corazón y sintió su generosidad sin ver, su gratitud sin ver allá en una cantimplora vacía a oscuras, su bondad -piensas mientras supieras muy hondamente y bajas la mirada a los cordones de los zapatos- y sus ojos reposaban en sus ojeras con una mueca como estar fingiendo sonreír, esbozar una sonrisa sosa y lo entiendo por tus ojos como me observan, y me van observando... En fin... y dolia en el fondo del pecho y sus dedos. Sus dedos... «una mueca: un espaviento en la fisonomía, una mancha en un lívido rostro, un rostro macilento, escuálido, pálido, cabido en un alido paisaje y bajo una cálida emoción de volver a verte en la simpatía de los días tremendos» bajan por su mejillas hasta llegar a la boca muy lentamente y hubo un STOP; sus dedos se detienen inmediatamente y se entrelazan y cruzan miradas muy serios y quedan acurrucados muy cálidamente, muy cuidadosamente en sus labios, tus labios con los míos, en otros labios que no son los míos, mía esa mi emoción al verte, mi desepcion al verte inamigable, verte en fotografías y la ausencia te desgarra, la lavia en el Parlamento, sentimiento calcinado, cancerígeno, tan poco recorrido y tanto es el cansancio» -y, quisiera dormir un poquito más y acercarme más con cuidado, adentrarme con cuidado en estás sábanas hasta el deleite, la pleitesía deleitada, la cortesía, ser afable con el que amablemente es contigo, y si, "quisiera" sería tan sencillamente que no quiero. No importa... Olvidalo... Pero mejor no -ahora mismo no quiero y mi querer se disputa en querer salir a caminar y respirar un poco de aire pasivo, atenuación al oxígeno, el oxígeno en mis pulmones...
-te dices- quizás al salir de está habitacion en esta madrugada gélida, generosa y silenciosa, la tranquilidad del silencio en el espacio librado de cadenas «ansiedad de querer salir y escapar no muy lejos de mi casa» quizá las circunstancias dejen de meter su trompa, dejen de entrometerse tanto «torpe el terco problema insistente que aturde» y el día te refresca la nuca, saboteando contigo está y viene con el viento la melodía, el Matiz en la melodía y viene consigo el cálido momento de reflexividad, de añoranza al verbo. Inquietud, similitud al verbo, al texto expresivo, la creatividad, la imaginación creativa expandiéndose o encogiéndose en lo espacioso que anda; y quería un tinto en esta mañana tan fabulosa, fría y ahora el tinto se me ha regado en la mesera junto al covertiso por descuido mío -que lástima -te preguntas por lo descuidado que soy al regarlo, que imprudencia y hastío ¡ya basta! eso ya no habría de volver a ventajarse, seria más precavido, un poco más atento, pero si lo precavido fue en lo habido, en la inmediatez, no habría de prevenirse, debería dejar que todo ocurriera y fuera el error el que te impulsara y te diera alas para surcar los cielos desmesurados. -te dices muy tristemente en un susurro de voz muy baja y lenta-
Abandona la habitación, el resguardo, el nido de la madriguera en muchas madrigueras y se marcha a un paso rápido como un saltamontes entusiasmado se abría de marcharse en un salto prolongado muy rápido, se escuchan mis pasos por el pasillo, pasos sigilosos y sumisos y el frío me hiela los huesos al abrir la puerta principal, titirita mi alma desconsolada al observarse, y me voy alejando al caminar en esta madrugada tan fría, helada, nebulosa y gris. Melancólica. Gris está el cielo, ha llovido en exceso toda la noche sin tregua y ahora está brisando y yo ir conversando con el dia y su caudal, su fausta bienvenida «que me lo cuenta todo como es todo debido lo que no debe decirse» la alegría de los animales con su inocencia y su compañía gratificante, bien grata, indispensable, de la brisa sonrojada esporádica «gratificación ingrata del dominio en la palabra» del momento desconectado implacable y yo camino y me detengo en breves caminos por dónde pasé y la melodía hiba pasando junto a mi lado y la música acompañando, arrunchado en la compañía que me brinda y se prolifera, en el ambiente que se brinda y se otorga la alegría, el placer de poder escuchar. Se manifiesta. -saco mis manos de los bolsillos -llevo una mano boca abajo sobre la otra boca arriba, las empalmó como un aplauso rezongado, frotó y frotó subiendo y bajando y el frío dejó de ser frío hacé un momento, hace tanto frío que no siento mis dedos y es leve el calorcito que se va incorporando, compenetrandose pero me satisface-

MIS MEMORIAS PUTAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora