De pequeño en mi infancia, la sagrada infancia sangra arrodillada llorando, temblando con su alma titiritando de frio «la fragancia de la infancia remota, revolviendo está en mí estómago: llenadez. Infancia vespertina precaria, sangra con ilustres púas de un niño criado a lo: malcriado, se tratase, a lo mal hecho, resabiado, aislado, triste y dócil encerrado. Chino Vasco: berrendo, (¿Es verriondo o berriondo?) Te preguntas. Dejémoslo con un chico necio y selectivo, amabilidad selectiva dotrinada, apadrinada por el dogma, «berraco» blasfemias en berridos y alaridos de niño y es asi...», yá hace lustros años desparramados, aprendido por lo desparramado en lecciones que afrontar radicando bajo la enseñanza introspectiva brusca, años de prisa volando, años escapando y volando; escapándose a lo expuestamente abierto, cómo puesto, muy cesante en un antes, el antes en el ahora plasmado, patinando como una resma se situó superfluo en el origami, el mañana un día más bienvenido sea, bienaventurado sea a golpear fuerte, bien ajustado, tonificado y asustado «antagonismo» sea a sorprendernos y a dejarnos de sorprender y yo más bien prendo un BLUNTH, enciendo un blunth con el canto, disminuye la ansiedad a temprana edad, a tallarse como raíz firme, los años pasando delante de mis ojos abrumados como autos veloces apurados por el frenesí de la hora exacta trazada pasan, la exactitud del reloj queriendo dar con las seis de la tarde, absolutamente, tres de la madrugada y hay que ir madrugar, ir a levantarse a lucharla muy diariamente y decididamente sonreír con amabilidad «y es la sonrisa que me alegra el día pensaría el niño(a) sentado en un borde de alguna de las escaleras de un pasillo muy largo» se enciende el día con su inocencia, su espontaneidad, su transparencia, con su luminiscencia de cortinas movidas en un movimiento ágil al dejar descubierto lo cubierto, el día apagado está, en la memoria al recordarte está, esto de estar apagado en este nuevo día tan maravilloso e imponente y vasto, se enciende un cigarrillo, la nostalgia de joven.
Fuí más de detallar «hallar» y detenerme «algo se detiene cuando piensas muy meticulosamente, tan tranquilamente sin la brusquedad hinchable que desespera, que mortifica, una pausa. STOP. {...} AND... (END)...» Cómo se detiene un insecto y te aniquila con un susto atemorizante y quedas anonadado; detenerme, detenerse por un leve instante, la levedad de ese instante en dónde me detengo como un lápiz sobre el papel y verás la magia inclinarse, el bolígrafo se agarra muy bien a mis manos que acariciaban alguna vez tu pelo corto y tus mejillas coloradas, la tinta disolviéndose en el papel a muy altas horas de la noche y carburando ideas sublimes y sombrías bajo una sombra, con un tinto tibio en compañía de: nicotina, cafeína... Y la serotonina y dopamina en desfalco, en despenque, en desequilibrio. THC. «Inspiración nociva, consternada». Y el tinto se me enfrió por no prestarle atención y descuidarlo; escribir te define, te diferencia, -tus pupilas dilatadas son lentes... -te dices mientras abres la ventana muy pasivamente para tomar un poco de aire y respirar más cómodo, más a gusto con el viento y ya no sentir este calor sofocante en el rostro que quema y hostiga, cómo la rabia quema y hostiga al hombre inmsesato, y afuera ya está cesando la lluvia, la tempestad rugiendo, la llovizna agradable como un samble es agradable motivación, bella gratificación que ensordece y limpia estás calles putrefactas y luego volver a desparramarse el cielo en lo alto- «se dilata, el lente con el que observas, cuando te observo y quien diría que el arte es para los vivos y rotos en el recorrido de la vida, desesperanzados en la vida, sin amor, sin salida, «laberintos trincados» fichas buscan armarcen muy nuevamente, buscando encajar en la comprensión» escribir me hace definir, concluir alguna cuestión incuestionable, alguna cuestión afable, te separa de la línea y la "coma" y el "punto" vuelve a imponerse, a situarse, a separarse, a empalagarse, a empañar el párrafo de color y agrado; te separa de una conciencia en blanco imprescindible: caligrafía, lápiz color negro a pálido, simetria en la ortografía, garabatos cómo taburetes, escribir como si fuera una empuñadura de guerrero en la batalla, en el asfalto: un espadachín, un YING-YANG tatuado en un anfitrión, él contrincante con su espada; disparador de soldado en la guerra, con templanza y análisis, nerviosismo de acero, calma sosegada, adversidad, innsosegado inmsomio cuando hay migajas de pan en el pensamiento engreído, dominante y tentador, devastador. «inexorable: no hay afectación en la palabra, la palabra viva en desgracia se entierra, desgraciadamente analfabeta, viva está la cordura en la palabra dominada vivaz, viva impune, sucumbe...» El arte de irse expandiendo cómo una infección corrosiva, nociva, lesiva: expresiva, bien viva en la desesperación descrita. Pensar mientras agarro el bolígrafo con ímpetu estremeciendo el alma ansiosa «ansiedad ansiosa del pensar inquieto» mientras sostengo el bolígrafo con mis manos y me dejó ir hacía la desgarradura de la herida, hacía la mordedura, la hinchazón, la secuela de una gangrena ponzoñosa, venenosa: irrigación sanguínea, «amputacion, dolor, satisfacción». la muela descalzeriada, descalsinada, descafeinada,
-despeinada, -valla, una mueca de risa empalagosa se ha dibujado en su rostro, jocoso, mientras sigo asomado a una ventana ensimismado y decido en qué es mejor cerrarla, ya hay refrescura en el rostro, apasibilidad en el rostro sobreacogido por la brisa, son momentos en que me invade un ambiente de claustrofobia, de encierro y quisiera respirar y contemplar el día emergiendo o largarme quien sabe a dónde ir a marchar, ir a parar-.
-¡caries! -el tinto en la mesa al mover el codo de la exaltación se regó, ese tinto tibio bien frío, bien amargo, se ha regado sin haberlo querido,
-lastima -te dices mientras te dejas ir al embudo- A la mazmorra encuevada, a la claraboya y tú mirada aprendió a escribir sin necesidad de hablarte, te leí sin gafas, y piensas «en ese mosquito en mi ventana que lleva rato ahí parado en el sostener de la ventana, dentro, en una persiana de una ventana por rocíos de lluvia, asomándose y el bicho lo encuentra uno como si estuviera inmovilizado por algo, inmóvil de algo bien sea mi presencia y al igual observando, quieto, minimizado, no se ha movido y ya es buen rato el que lleva ahí quieto sin parpadear, zambullido, sé que me observa, que ha de pensar que yo lo observo muy meticulosamente, sé que piensa y que habrá de razonar, así al igual que yo pienso y he de razonar. Disimuladamente me está observando, lo presiento, lo noto en lo inevitable, epifanías en mi instinto, y yo lo observo también disimuladamente al verlo, de reojo lo miro, concentrado lo estoy viendo y ya no desprendo la mirada de el, la tengo bien sujetada de en un solo sitio sin descolgarse, como almanaque sujetado al picaporte, al picaporte de un clavo en la pared y yo acá parado dentro de mi casa a estas tempranas horas de la madrugada, dentro, de pie, en una habitación donde aflora el silencio inaudible y el bichito bien quieto, melódico con sus alas, nomado del tiempo sigiloso: conexión con el animal, sus movimientos peculiares me sacuden y me seducen, siembran un brío a una emoción, me enaltece, me llenan de entusiasmo, esa forma en que se va moviendo es extraordinaria a lo mero estrambótico. El saltó y se ha marchado y ya no está aquí acompañando con su ronronear, se ha ido con la nostalgia de la madrugada que nos acompaña» precisar con precisión donde estás sentado, detenerse y abrir bien los ojos que están puestos en tus ojos, que están impuestos en mis ojos lánguidos y detallar, observar, vagar al mirar mientras observas lo estrecho, el propició, lo benévolo en la benevolencia otorgara por él agradecimiento brindado «gracias» emancipado, aplacado como tormenta, luego hacer una pausa prolongada: la infancia, la escuela, los cuadernos y la inocencia «Oh inocencia apesadumbrada de niño chiquito acobijado por sábanas en el consuelo de un abrazo fraternal» ¡Hombre! Es la niñez desatada en desesperación, en gritos y murmullos, en penas y alegrías, alegrías no del tanto alegres, quien diría que la alegría causará tanta tristeza qué de asombro al verse lloraría acurrucada: desesperadas por días consumidos como un cigarrillo y el niño crece en su infancia con odio y con curiosidad «intriga devastadora» puesta, capaz de sobrellevar el peso de las circunstancias, el peso del trato apoderado, aporreado. Fuí más de observar con cuidado, meticuloso cuidado en el anclado de un abismo, en la determinación, con determino en la eficacia y un análisis cautivo eficaz, en analizar los comportamientos volubles de los humanos muy a lo fondo, tan profundamente a lo fondo hasta desahuecarlo, hasta descubriñarlo, calculando y haciendo comparaciones de esas inquietudes o ansiedades de ellos mismos. Fui más de observar y callé menos en el hablar, en el decir algo y expresarme muy libremente. Eso trajo consecuencias atroces, y de ahi una fobia social
-un aislamiento -te dices mientras tu mirada se pierde en una cortina de humo, ida- más sin embargo, la tristeza es un sentimiento holocausto; un trémulo penetrante cómo si fuera un zumbido en tus oídos causando fastidió y memorando el fastidió, ese halagado e incómodo fastidió.-suspiras con un puñal largó de aire adentrándose a los pulmones, mientras atisbas lo que detallas sintiéndose harto, ya muy harto «un infarto, largo, infarto» y observo la ventana empañada por la lluvia en el cristal, empañado por la brisa de la lluvia,
-sigue lloviendo y él aquí cuestionandose, emergiendo y sustrayendo emociones, plasmando sensaciones. «una emoción en la sensación, la sensación perpleja...»
-te dices bostezando con cara de sueño, con cara de desvelo-[...]
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MIS MEMORIAS PUTAS.
PoetryCrónicas enriquecedoras, exaltadas con alta dosis de melancolía, un párrafo me desgarra el alma tan temprano que todo oscurece. Desarraigos, epifanías. Monólogos furtivos ambientados por gesticulaciones sombrías. Recuerdos inundando las profundida...