𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒.

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"𝐍𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬."

Hacía rato que caminamos por las vías, siento que me estaba deshidratando, pero no se puede gastar agua. El agua debería usarla otra persona, alguien importante, como Eugene o como Abraham, o cualquiera antes que yo.

Glenn se paró, encontró un cartel que ponía "Santuario para todos, comunidad para todos, los que llegan sobreviven, Terminus."

Seguimos caminando.

Eugene estaba hablando de bla bla, levadura, bla bla, dinosaurios. No presté atención salvo al pequeño chiste que hizo del diplodocus, me reí en mis adentros. Este hombre parecía entrañable, si lo hubiera conocido en otra ocasión tal vez incluso le hubiera invitado a un helado.

Eugene continuó hablando de pilas caseras con Tara.

Yo iba detrás con Rosita y Abraham, callada, para variar.

(...)

Era de noche, estaba sentada afuera, junto a Tara.

Abraham se sentó al lado mía, por lo que quedé en el centro, me sentía apretada por los dos, pero no dije nada.

El pelirrojo bostezó, y yo le miré.

—Duérmete.—Dijo Tara.—Yo haré guardia.

—No te ofendas, pero no dejaré la vida de Eugene en vuestras manos. Y además tu amiga tiene pinta de no poder mucho más.

Yo me sentía exhausta, al final si había bebido agua, pero no comí nada aunque me sirvieron la cena, por mucho que Glenn insistiera en ello, por lo que glenn literalmente guardó la comida en el tupperware que tenía para emergencias en mi maleta.  ¿Para qué? ¿Para luego vomitarla? 

—Venís porque queríais ayuda.

—Sois refuerzos. No vanguardia. Iremos con vosotros hasta que encuentre un vehículo junto a las vías. Ahí ya solo seremos tres.

—O dos.

—Cada uno tiene su misión.

Tara suspiró y metió su cabeza entre sus brazos.

Abraham respiró hondo.

—Deberías dormir, y tu amiga también.

—Mi amiga tiene nombre, se llama River, por favor trátala como tal.

—Pues id a dormir. Aún no te he visto hacerlo.

Tara le miró, y luego al frente. Abraham soltó una risita.

—Creí que estabas enamorada de él. Una chica enamorada de un chico que ayuda a llegar hasta su chica. Si ese fuera el caso, cerrar los ojos sería demasiado trágico.

—Si fuera el caso.

Dijo tara. 

—He visto como le mirabas el escote a Rosita cuando te servía la cena. Hey, hay cosas que son casi hipnóticas.—Rió.—Eugene se pasa la mitad del tiempo mirándole el culo, no me cabrea, solo me has jodido la teoría. 

—Lo siento en el alma. 

—Bueno, a veces me equivoco.

Yo escuchaba atenta la conversación. ¡Vaya! El gay del grupo ha resultado ser lesbiana, y ser Tara. 

—¿Es por algo que hiciste o qué?

—Por algo que hice. 

Acabo de perder el hilo de la conversación. 

Los párpados me estaban fallando, ver a Eugene y Rosita dormir tranquilos hizo que me entrara sueño, bueno, la inanición puede ser un factor importante también. 

𝙉𝙖𝙣𝙖𝙞 | 𝘼𝙗𝙧𝙖𝙝𝙖𝙢 𝙁𝙤𝙧𝙙  . *. ⋆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora