𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐔𝐍𝐎.

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Monté a Sonia y Leo atrás, esperando que las cosas estuvieran bien entre ellos sin pelearse. La situación ya era increíblemente espeluznante. Teníamos a personas gritando y llorando alrededor, tener que dejar nuestros hogares atrás sin saber cuando volveremos...o si lo haremos. Los militares  estaban dando gritos para que los sigamos, casi estaba petrificada, cuando estaba sentada en mi coche, Carlos preguntó. 

—¿Estás bien? Asustas a los niños, más de lo que ya están. 

Yo estaba atemorizada. No sé por qué. Puede ser porque perdí a la gente que amaba. 

—Estoy bien, Sonia, Leo, calma, no pasa nada, vamos a salir de aquí, los militares nos llevan a Atlanta. 

Ya de por sí habíamos salido hace días de New York, nos habíamos alojado en un hostal antes de que los militares llegaran allá. Estábamos saliendo de King County cuando el tráfico colapsó.

—Chicos, ¿quieren estirar las piernas un rato?— Dije saliendo del coche al ver que el tráfico estaba completamente parado y que así seguiría siendo durante bastante tiempo.— Salgan del coche, voy a intentar hablar con alguien a ver si saben qué pasa allá delante. 

Salimos del coche frente a las quejas de Carlos. 

Hablé con dos mujeres que estaban juntas charlando en un coche, una era Carol y la otra Lori. Ambas eran muy amables, pero no tenían ni idea de lo que pasaba ahí delante, por lo que simplemente intentamos cambiar el tema.

Nuestros hijos eran más o menos de la misma edad por lo que se empezaron a llevar bien enseguida. 

Carlos empezó a hablar con Ed, el marido de Carol, yo noté inmediatamente que Carol y yo pasábamos por la misma situación, pero no comenté nada, claramente.

Mientras hablamos me enteré de lo que le pasó al marido de Lori: Rick. Me dijo que lo había dejado en el hospital de King County, porque no pudieron sacarlo de allí, ella se temía que había fallecido. 

Siento que su hijo, Carl, si tenía esperanzas. 

Estaba suspirando cada cierto tiempo, metida en el coche con todas las ventanillas cerradas, le pedí a Carlos (y por si acaso a Lori) que vigilase a los niños mientras intentaba contactar con mi hermana.

Pero ni Carla ni John respondían. 

"Bueno, lo más seguro es que estén en Atlanta."

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"𝐏𝐫𝐞𝐬𝐨𝐬."

He perdido la cuenta de los días que llevo  tirada con el Glenn y Tara. 

He perdido la cuenta de los días que hace que perdí a Sonia y Leo.

Llevaba caminando un rato con Glenn y Tara; estaban citando a Hershel, ahora me gustaría saber dónde estaba ese viejales, espero que estuviera a salvo con Maggie. 

—¡Caminantes!

Creo que fue lo único que dije desde que salimos del túnel.

Glenn salió detrás de ellos. Quise decir algo pero no pude, ya había salido en su contra. Tara hizo lo mismo, yo estaba expectante, Glenn era mi mejor amigo, pero no podía hacer mucho más, me sentía fatigada y aún no me recuperaba de la enfermedad que pillé en la prisión. 

Glenn cayó al suelo cansado, Tara y yo nos precipitamos a ayudarle pero mientras que intentábamos despertar a Glenn un caminante atacó a Tara, sin embargo esta se pudo encargar de él mientras yo tomaba en los brazos la cabeza de Glenn. 

Escuchamos un camión acercándose, estaba tiritando de miedo, pero también sentía náuseas.

El camión paró delante de nosotros.

—¡Espero que hayáis disfrutado del show, cabrones!

Gritó la chica a los del camión.

Bajaron tres personas: Un pelirrojo, una morena con gorra y un chico con un peinado...peculiar. 

—Tienes la boca muy sucia ¿sabías?—Dijo el pelirrojo.—¿Qué más tienes?—Dijo sonriendo en un tono más pícaro. 

Yo tenía a Glenn aguantado, pero lo máximo que pude hacer más allá de eso fue sentirme cada vez más pesada hasta que me desmayé. 

Cuando me desperté estaba en el camión de los tres que nos encontramos, junto a Tara. 

Sentía ganas de vomitar pero aguanté, tampoco quería manchar el camión de las personas que nos estaban transportando. 

El camión paró, y vi a tres caminantes acercarse a nosotros, Tara preparó el arma para disparar, pero el pelirrojo bajó del coche. 

—¡No dispares esa arma!—Exclamó y tras ello rió, viendo a los tres caminantes que se acercaban.—Joder, mira lo que tenemos aquí.—Mató a dos de ellos como si fuera lo más sencillo del mundo y después miró a el último de ellos, que era aparentemente una mujer.—Oh, cariño mírate, estás hecha un desastre.

Tara bajó del camión, yo preferí no hacerlo, creo que si me movía algo más vomitaría, y no tenemos la opción de dejar esos nutrientes fuera. 

—¿Me la dejas un segundo?—Dijo viendo que no funcionaba lo que había hecho con el caminante. Tara le dió su arma. —Gracias. 

Le aplastó la cabeza contra el camión. 

"Okay."

Me tapé la boca, saqué la cabeza por la parte fuera del camión y vomité lo poco que tenía en el estómago desde hace un tiempo. 

El pelirrojo y Tara me miraron preocupados, pero yo simplemente me volví a sentar en el camión mareada. 

—Tú no te me escapas.

Dijo matando a un caminante que se había quedado en el suelo pero seguía con vida. 

Le devolvió el arma Tara. 

—Hay trapos en la parte de atrás.

Seguido sacó el hierro que le había clavado a la caminante haciendo un poco de fuerza. 

—¿Qué?—Dijo viendo la cara asombrada de Tara y luego mirando la mía.—¿Qué?

—Nunca había visto algo así. 

—Yo te he visto hacer lo mismo. 

Respondió el pelirrojo a Tara. 

—Sonreías, estabas sonriendo. 

Tras ello paró unos segundos.

—Bueno, uhm...soy el tío más afortunado del mundo.—Dijo, como si así lo fuera.—¿Qué tal si me ayudáis con uno de estos vehículos? Aún faltan algunos kilómetros más.

—¿Qué tal si me ayudáis con uno de estos vehículos? Aún faltan algunos kilómetros más

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𝙉𝙖𝙣𝙖𝙞 | 𝘼𝙗𝙧𝙖𝙝𝙖𝙢 𝙁𝙤𝙧𝙙  . *. ⋆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora