Capítulo 3

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Veinte días. Veinte días preguntándome si esto es correcto. Veinte días con mis inseguridades carcomiendo mi ser y cuestionándome todas mis decisiones. Pero ya no podía pensar en eso o caería al vacío.

Las luces de los reflectores apuntaban a Zeke, quien se encontraba con un traje brillante rojo y el típico bastón del maestro de ceremonias. Los caballos trotando y sobre ellos estaban los niños con trajes brillantes de colores. El público aplaudía con coordinación y los niños entre el público reían por la felicidad.

Esto es lo que siempre he querido, ¿verdad?

Yo ya me encontraba sobre la estructura de madera, lista para saltar apenas Hans llegue a mí.

—¡Con ustedes, las aves shine! —gritó Zeke y tomé impulso para saltar, rápidamente me sostuve de las manos de Hans.

Los aplausos no se hicieron esperar y los silbidos tampoco.

—Estás hermosa —me susurró y yo le sonreí—. Bien, ahora saltas hacia la siguiente, ¿está bien? Yo te alcanzo en unos segundos —La siguiente cuerda se acercaba—. Suerte. —me dijo y tomó impulso para que yo salte y tome la cuerda.

Al hacerlo, los gritos de euforia me hicieron sonreír más y llegué a la siguiente superficie. Me estiré e incliné en modo de agradecimiento, segundos después llegó mi amiga y volvieron los aplausos.

—Te ves bien sin lentes, Hans —El sudor en mi frente fue limpiado con su manga y yo la aparté inmediatamente con mi mano. Ella vio al público y bufó—. Ahora no.

En el suelo, ahora Falco estaba haciendo trucos con sus serpientes y una de ellas la lanzó, convirtiéndose en una cuerda que tiraba del techo, esa era nuestra siguiente señal.

—Espero que estés lista, porque no te daré tiempo para respirar. —Amarró su cabello en una coleta alta y se lanzó hacia la soga.

Fue cuestión de segundos cuando terminé agarrándome de su brazo y ella me sostenía cómo siempre, con intención de llevar esto a algo más, algo que claramente no estaba dispuesta a hacer.

Miré hacia abajo y Colt ya se encontraba con sus trucos de magia y esa era la siguiente fase.

—Suéltame. —ordené.

—Hablaremos seriamente cuando volvamos a nuestra residencia. —me solté y caí en un colchón inflable dentro de la cortina de humo que Colt había creado. Rápidamente me puse un traje brillante dorado, cambié el plateado y con mis brazos, quité el humo. Dios, qué cansancio...

Todos los presentes aplaudieron más fuerte y volví al aire cuando ella pasó por mí. Su sonrisa se mantenía, pero sabía a la perfección que el sermón que me dió la tenía más que enojada.

***

La función había acabado. Yo ya estaba con un saco largo cubriendo mi cuerpo del frío. Todas, de hecho.

—¡Lo hicieron excelente! —Zeke se quitó su sombrero de copa y lo llevó a un lado, saludando.

—Señor, deseamos hablar con una de las trapecistas. —la voz de una mujer me hizo voltear. Cabello azabache con ondas en las puntas y largo. Vestía un vestido pegado a su cuerpo y tenía un abrigo negro largo. A su lado estaba un hombre alto.

—Perdón, ¿usted es? —cuestionó él.

K. Ackerman.

Momentos antes de la función...

El día mejoró desde que ese afiche del circo Jaeger llegó a mis manos.

Y cómo era demasiada mi felicidad, mandé a llamar a mi hijo. Él debía ser el primero en conocer mi anuncio.

𝐂𝐈𝐑𝐂𝐔𝐒 | 𝐇𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐙𝐨𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora