Como La Primera Vez

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No sabía en qué momento, pero Haruchiyo estaba sobre Tachibana en la camilla, pasaba sus manos por la cintura del menor y este tenía los ojos cerrados por sus manos que pasaban en donde se le diera la gana.

Sentía la respiración del mayor en su cuello y de su cuello a su hombro donde empezaba a bajar el saco gris que le gustaba portar; descubriendo una blanca e impecable camisa bien abotonada que pronto sería desahuciada de su ser.

Mientras tanto el pelinegro de labios suaves pero tentadores se dejaba llevar por aquellas manos tersas como la piel de un árbol, con lo que sostenía armas, en este momento sostenía su ser; sus dedos recorrían la delgada pero fuerte espalda del chico de tés pálida, yendo hacia la atadura de la bata que lo mantenía cubierto.

No la desataba por el simple hecho de jugar con la paciencia del contrario; tenía sus ojos cerrados mientras jadeaba por cada beso robado que sentía en su boca, jadeaba solo para interrumpir los besos y veía como el cicatrizado empezaba a acelerarse.

- Naoto.. Ya basta de juegos.. - Dijo poniendo lentamente su mano en el cuello del menor simulando asfixia, quien su rostro era suficientemente rojo como para hacerce notar.

La expresión de Tachibana era indescriptible por lo bella que era para el Yakuza, quien no dejaba de mirar con arrogancia todo aquello que se volvió mejor. - Sanzu.. Aquí no.. No está bien.. Aparte.. No vale la pena si hay otro día.. -Contestó con vergüenza aunque para su vista, era divertido ver a Haruchiyo así de desesperado hasta que su respuesta lo dejó atónito.

- Si por mi fuera, me revolcaría contigo todos los días de la semana, los 365 días que son desde siempre, todas las mañanas, tardes y noches.. en donde sea pero solo si se trata del querido oficial Naoto Tachibana.. - Todo esto lo decía con una expresión obsesiva, sus manos apretaban de manera suave pero a la vez de una manera inquieta, como si de un juguete anti-estrés se tratase y sus ojos que parecían salir de sus cuencas miraban los ojos del contrario, su color azul salía a relucir y pestañas largas apenas se se movían por lo poco que pestañeaba.

El ojigrisáceo no pudo evitar que su rostro se llenará de más color intenso y fuerte que antes ante las declaraciones de Haruchiyo, quien parecía no echarse para atrás y que mientras tenía a Naoto sobre la camilla, cerraba las cortinas que rodeaba la camilla. - Dime.. Nao.. Dímelo.. Se que quieres continuar..

- Sanzu.. Yo quiero continuar con esta locura.. Pero acaba rápido.. - Contestó entre jadeos un poco impacientes debido al calor del momento, para ser un hospital algo frío, sus cuerpos desataba una ola de fuego en sus manos, piernas y rostro.

El cicatrizado empezó a meter las manos por debajo de la ropa del menor, quien solo podía observar y ponerse en una posición distinta que era sus manos en su vientre ayudando a levantarse la ropa y su mejilla que quedaba con la almohada con la mirada a otro extremo. - No prometo que sea rápido.. Pero si exquisito.

Dijo en un canturreo mientras descubría el cuerpo del más joven quien estaba a su merced, pareciera que estaba casi aguantando todo y no parecía con prisa, como si estuviera disfrutando cada momento de sus dedos y manos.

Sin aviso Sanzu puso sus manos en sus pantalones para quitárselo pero para romperlos en el proceso, haciendo que la tela se separara por completo y dejando hebras en la camilla y en el suelo, mostrando así sus piernas completamente y su masculinidad erecta debajo de la ropa interior.

- ¡O-Oye! ¿¡Eso por que fue!? - Exclamó con su cara roja y ceño fruncido mirando sus piernas y viendo como empezó a quitarle la parte de arriba.

 𝓞𝓳𝓸𝓼 𝔂 𝓒𝓲𝓬𝓪𝓽𝓻𝓲𝓬𝓮𝓼 ~ 𝓝𝓪𝓸𝓗𝓪𝓻𝓾 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora