Capítulo 33

4 0 0
                                    

—	¡Guardias! ¡Auxilio!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— ¡Guardias! ¡Auxilio!


Maldigo entre dientes al oír el pedido de ayuda de Azariel. Me apresuro a ir hacia él y lo levanto a la fuerza, comenzando a arrastrarlo por la habitación. Lo llevo agarrado del brazo y cada vez que intenta soltarse o pedir ayuda, hago que las llamas quemen su piel hasta que él cede y vuelve a obedecer mi orden de guardar silencio y no intentar escapar. Estamos cerca de la puerta de salida que hay en el último jardín cuando, de pronto, escucho a Tara ordenándome detenerme.

Al voltear me encuentro con que los cuatro elegidos por Dafne están aquí: Tara, Jason, Marissa y Helena. Empujo a Azariel y cae de rodillas al suelo, luego dibujo un espiral de fuego con mi dedo índice y creo unas esposas de fuego que se clavan en su piel y continúan quemándola.


— Suéltalo. —ordena Tara.


La furia en mi ser no hace más que aumentar, tomo una respiración profunda y me ordeno mentalmente mantener la calma. No voy a dañar personas inocentes.

El fuego sigue quemando la piel del antiguo rey y, segundos después, este cae de cara al césped, retorciéndose y gritando del dolor. Inevitablemente, una sonrisa se forma en mi rostro al oírlo sufrir.


— ¡Eres un monstruo! —grita Marissa al mismo tiempo que lanza una flecha.


Cuando la flecha se encuentra de camino a mí, lanzo una llama que la consume y termina convirtiéndola en cenizas. Los elegidos se preparan para luchar, toman sus posiciones y sostienen sus armas. Con la ira corriéndome por las venas, suelto un grito de furia y, sin pensarlo o quererlo, las llamas brotan de mí formando un gran círculo de fuego que nos rodea a Azariel y a mí. Tal como sucedió aquella vez con Brais.


— Si te arrepientes y ofreces tus disculpas a la reina, ella te perdonará. —exclama Helena.

— ¿Yo soy quien debe disculparse? —inquiero llevando una mano a mi pecho, fingiendo sorpresa.

— Así es. No has hecho más que causar desastre y dolor —habla Jason —. La reina tiene razón, eres mala.

— Todo depende de la perspectiva, y desde la mía yo soy la única persona buena en esta historia —esbozo una pequeña sonrisa antes de seguir hablando —. El lobo siempre será el malo si solo escuchamos la versión de Caperucita. Lo mismo ocurre con Blanca Nieves y su madrastra, con Ariel y Úrsula… conmigo y mi familia.

— No es cierto.

— Ellos me arrebataron al amor de mi vida, y yo les arrebataré sus vidas. Antes de juzgar y sacar conclusiones asegúrate de escuchar las dos campanas,  porque no puedes llamarme villana si aun no has oído mi versión de la historia. Yo no soy la mala aquí, solo soy una víctima más.


Se escucha un gran estruendo y los elegidos voltean a ver en dirección al sonido. Sonrío. La idea de distracción propuesta por Neisan ha funcionado. Aprovechando que mis enemigos se encuentran distraídos, escapo del lugar llevándome a Azariel inconsciente conmigo.

Azariel Zhasmar arruinó mi vida y la de muchas personas más. Podrán llamarme villana, malvada o monstruo, pero no voy a detenerme hasta no verlo muerto. No me detendré hasta no oírlo agonizar de dolor y gritar suplicando perdón. Sufrirá las consecuencias de sus actos. Haré justicia por mano propia y cobraré venganza, sin importarme si lo que hago está bien o mal, si es digno de un héroe o un villano, porque solo me interesa vengar la muerte de mi amado.

Fuego y Cenizas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora