Capítulo 34

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21 de octubre de 1806 
Dafne Zhasmar Bly El día que Tara Jefferson solicitó una audiencia y nos comunicó que Ivy se había llevado a mi padre, ordené al General Sucray armar pelotones de búsqueda que no se detuviesen hasta encontrar a su antiguo re...

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21 de octubre de 1806

Dafne Zhasmar Bly

El día que Tara Jefferson solicitó una audiencia y nos comunicó que Ivy se había llevado a mi padre, ordené al General Sucray armar pelotones de búsqueda que no se detuviesen hasta encontrar a su antiguo rey, desde entonces los pelotones no han cesado con su búsqueda pero no hemos obtenido buenos resultados. Después de todo, mi padre continua desaparecido.

Además de la desaparición del antiguo rey, hay otros problemas que debo resolver. Los gobernantes de Air, Terra e Ignis se marcharon de Aqua sin dar una respuesta a nuestra propuesta de alianza, y no responden las cartas que les enviamos con nuestros mensajeros. Quiero que el ejército de Quaxon vaya por Ivy y acaben con ella, pero mi madre dice que es peligroso. Mi hermana ya no es una niña indefensa y manipulable, ahora posee un gran poder. Por lo tanto, mi ejército no podrá vencerla.

Sifnay, el reino de mis suegros, se encuentra en una dura batalla contra un reino enemigo y, por ende, no pueden ayudarnos. Busco la ayuda de las Cortes pero no obtengo respuesta. Esto está comenzando a desesperarme.



●●●



Toda la Corte Real de Quaxon se encuentra acompañándome en la plaza central del reino para dar al pueblo las buenas nuevas sobre nuestra alianza con Air, Terra e Ignis. Claro está que ellos aún no nos han dado una respuesta concreta, pero debo transmitir confianza y tranquilidad al pueblo, que teme por su seguridad debido al regreso de mi hermana.

La gente aplaude, festejando alegremente la supuesta alianza entre las cuatro Cortes. Todo sonido disminuye poco a poco, hasta que el lugar queda sumido en silencio. Ivy ha irrumpido en medio del festejo, siendo escoltada por sus dos soldados. La furia que me invade al verla aumenta en cuanto me percato que ningún soldado intenta detenerla. Son unos malditos incompetentes.

Es detenida a varios pasos de distancia de donde me encuentro. Tara y sus amigos se interponen en su camino y le prohíben el paso. Entonces, Ivy clava su mirada en mí y esboza una sonrisa antes de quitarse la capucha de su capa roja, dejando a la vista las quemaduras y cicatrices que cubren su rostro.


— Es un placer volver a verte, hermanita. He oído que obtuviste una alianza con las Cortes.


Estoy segura que ella sabe la verdad y solo está burlándose de mí. Pero no me dejaré pisotear, no va a humillarme frente a mis súbditos. No va a hacerlo.


— Así es. He logrado lo que muchos quisieron pero no pudieron.

— Es realmente asombroso —responde con diversión —. Como felicitación le he traído un obsequio que espero sea de su agrado.


Uno de sus soldados, quien tengo entendido se llama Gian, avanza algunos pasos pero es detenido por Jason. El muchacho sostiene en sus manos una caja idéntica a la de aquella vez en que Ivy me dio otro obsequio. El General Sucray se acerca a tomar la caja para luego traerla hacia mí.

El lugar se encuentra en completo silencio, Ivy me observa a la expectativa y los nervios comienzan a invadirme. Desato el moño del regalo y con cuidado abro la caja. Lo que veo me deja helada, en shock, sin saber cómo reaccionar.

Siento que todo a mi alrededor comienza a dar vueltas, comienzo a sentirme mal. Las palabras no me salen y me he quedado en blanco. De pronto, mi madre se acerca y me arrebata la caja de las manos para ver lo que hay en el interior. Segundos después, se oye su grito cargado de horror. Ante la sorpresa y el susto, la caja resbala de sus manos y cae al suelo.

En ese momento, todos los presentes ven el obsequio que Ivy nos ha dado. La cabeza del antiguo rey rueda fuera de la caja, quedando a la vista de todos.

Se escucha un jadeo colectivo y las personas comienzan a murmurar. Finn y sus soldados empuñan sus espadas, Tara y sus amigos se preparan para pelear pero Ivy se protege a ella misma y a sus soldados formando un círculo de fuego que los rodea. Las llamas crecen, son cada vez más altas y poco a poco los van cubriendo.

Una flecha sale de entre el fuego, esta impacta en el hombro de Finn, que estaba cubriendo el costado del círculo. Al herir al General y, por lo tanto, tener despejado el camino, las llamas cesan y mi hermana comienza su huida. Los tres se apresuran a subir a su carroza antes de ser alcanzados, y lo logran.


— ¡Lady Atenea! —grita mi hermana desde la carroza —. Le recomiendo comenzar a rezar, porque usted es la siguiente.


Y así sin más, se marchan.



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22 de octubre de 1806


Mamá está paranoica. No ha dormido en toda la noche, desconfía de todo mundo y va a todos lados escoltada por guardias. No quiere estar sola. No lo admite, pero teme por su vida.

Ivy ha asesinado a nuestro padre. Mi hermana es un maldito monstruo.

Isaac acaricia mi espalda mientras desayunamos en la sala del trono. No he probado bocado alguno, al igual que mi madre, el “obsequio” de Ivy nos ha afectado en gran manera. Papá y yo nunca fuimos muy unidos, él tenía cierto favoritismo, adoraba e idolatraba a Ivy y yo quedaba en segundo plano. Pero el hecho de que no hayamos sido cercanos y que él la haya preferido a ella no significa que su muerte no me duela. Era mi padre, y fue injustamente asesinado por un monstruo.

Su rostro estaba repleto de quemaduras, lo que me indica que Ivy planea cumplir con su promesa sobre hacer que sus enemigos ardan en llamas.


— Dafne. — murmura Isaac llamando mi atención.


Reacciono y entonces me percato de que Harry, uno de los principales caballeros de Quaxon, ha ingresado al lugar y se encuentra frente a nosotros. He de suponer que Finn lo envió a traernos un comunicado, de lo contrario él no debería estar aquí. No trato con los soldados, sino con su General.


— ¿Qué quieres?

— Majestad, he venido a traerle una buena noticia.

— ¿Tu General te envió?

— No, Majestad. He venido por mí propia cuenta.

— No puedo perder mi tiempo contigo, todos los soldados saben que trato directamente con su General.

— Estoy seguro que mi noticia le gustará, Alteza.

— Habla. — ordena mi madre.

— He descubierto el escondite de la princesa Ivy.


Los tres nos encontramos notablemente sorprendidos e interesados ante las palabras de Harry, si lo que dice es cierto entonces tenemos una gran oportunidad en nuestras manos. Han descubierto el escondite de Ivy, debemos atacarla con la guardia baja.


— Cuando ella y sus soldados escaparon, los perseguimos. Se esconden en un castillo abandonado entre las ruinas de Trylla. No cuentan con seguridad, solo son ellos tres, si los tomamos desprevenidos podremos derrotarlos.

— ¿Tu General sabe de esto? —inquiere Isaac.

— Así es, Alteza. Mi pelotón y yo se lo comunicamos al regresar, pero he oído que él no se los comunicó y quise venir de inmediato a decírselos. Tal parece que la lealtad de mi General es cuestionable.


Enarco una ceja con sorpresa. Finn Sucray fue comunicado por sus soldados sobre el descubrimiento del escondite de Ivy y no nos dijo ni una palabra sobre ello, tal y como lo dice Harry: la lealtad del General es cuestionable.

Aquella vez que Ivy irrumpió en el palacio y nos encontramos en el pasillo, bastaron un par de palabras por parte de ella para que Finn no la atacará. Ivy insinuó que Finn le estaba dando su lealtad a los asesinos de su mejor amigo, Brais Dewill, y eso le afectó en gran manera. Debí haberme dado cuenta antes que su lealtad no estaba conmigo al cien por ciento.

Ordeno al soldado abandonar la habitación en busca de su superior. Regresa minutos después, acompañado de Finn, y ambos se detienen a varios metros del trono antes de hacer una reverencia.


— Majestad ¿Solicitó mi presencia?

— Así es. Finn Sucray, estás siendo acusado de traición a tus gobernantes.

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