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Horas más tarde, al volver a casa...

Ryūnosuke se había dado un baño, y ahora traía ropa casual pero de chica dentro de su casa. Tenía planes de aprender a hacer peinados variados a su cabello, así que ya había logrado hacerse un par de coletas que quedaban muy bien con su cabello. Usaba el espejo de su habitación para ir viendo cada detalle.

Mientras tanto, en la sala de la casa, planta baja...

Chūya atendía a su visita: Osamu Dazai, un chico de su misma clase que estaba interesado en él, pero que Chūya siempre trataba de evitar por respeto a su noviazgo con Lucy Montgomery, una joven de la clase de al lado.

— Chūya, ¿ya lo pensaste bien?

Preguntó curioso, jugando con unas cartas entre sus manos.

Ambos se encontraban sentados en la mesa de piso que había en la sala, disfrutando de un clima agradable y tranquilo.
El gran atractivo físico de Dazai no dejaba concentrarse a Chūya, por lo que no podía dejar de pensar en una respuesta afirmativa a la pregunta de siempre.

— Y-Ya te dije que no podemos salir, estoy con Lucy.

— Terminen. Las cartas dicen que tú me amas, Chūya, ¿por qué insistes en seguir con Lucy? ¿Es porque no quieres que los demás nos miren raro? No tiene nada de malo que dos chicos se amen, podemos estar juntos y ser felices.

Chūya observaba el movimiento de los labios de su compañero, y cómo éste pronto hacía pucheros bastante infantiles, mientras cruzaba los brazos.

Fue en ese momento en el que Ryūnosuke bajó las escaleras para ir a la cocina por un poco de agua, sin saber que había visita.

— ¿Quién es esa linda niña, Chūya? ¿Vive con ustedes? 

— Es Ryū, idiota.

— Lo sabía. Ryū-chan, ven aquí.

Llamó con voz amable. En realidad, Dazai no tenía malas intenciones con la familia Nakahara, su amor por Chūya era real, y su cariño por Ryūnosuke también. Ver a Ryūnosuke después de saber que quería cambiar lo hacía muy feliz.

El menor azabache se aproximó tímidamente hacia ellos, y tomó un lugar cerca de la mesa.

— Dazai-san...

— Ryū. Te ves hermosa. Estoy seguro de que Chūya está tan orgulloso de tí como lo estoy yo.

Dió un par de palmadas en la cabeza de Ryū, le sonrió.

LA OVEJA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora