20:08 horas
¿Qué decir de anoche? Subía las escaleras a casa de tu hermano como si me dirigiera al matadero, y en verdad así me sentía. A veces te muestras tan frío, tan distante e inalcanzable que no creía que fuéramos a conseguir hablar sin discutir, sin echarnos todo en cara, sin llegar a un entendimiento.
Pero lo conseguimos... Aún no me lo creo e intento controlar la felicidad que siento, presiento que aun nos quedan muchos obstáculos por salvar y no sé si lo lograremos.
Te juro que se me habían pasado los pensamientos más oscuros, incluso te comenté mis temores, pero parecía que todos eran infundados, nacidos de toda la desconfianza y el dolor que intentamos derrocar.
Pudimos hablar y aclarar malentendidos que nos pesaban como losas. Ayer fuiste a recoger a tu amigo, y te fuiste a trabajar porque te habían cambiado el turno, ese día libre que tenías y te habían quitado y que, yo por miedo a agobiar con detalles no pregunté y tú, resguardándote en tu coraza, no comentaste.
Más o menos te hice entender cómo me siento; más o menos pude vislumbrar cómo te sientes tú. En algunos instantes nos resultó difícil controlar el carácter, ése que ambos tenemos y que nos hace perder las formas más a menudo de lo que nos gusta admitir, pero lo conseguimos. Y eso me llena de esperanza.
Ayer pudiste despejar del horizonte algunos nubarrones negros que no me permitían ver, ayer aplacaste un poco mis temores, sustituyéndolos por esperanzas. Espero que no se rompan cual frágil cristal cayendo contra el suelo.
Estoy orgullosa de nosotros. Si conseguimos superar esta crisis estoy segura que nos fortaleceremos y, aunque tengamos nuestras cosas, sepamos atravesar las más tenebrosas tormentas. Como nos dijeron una vez, somos una de las pocas parejas que más dificultades ha podido solventar y un amor como el nuestro no merece un final. Al contrario. Merece ser eterno.
¿Y qué decir de hoy? Hoy te acompañé a hacer un par de gestiones y luego fuimos a desayunar, otra vez tenías antojo de tortitas. Error mío copiarte, luego no podía ni caminar, aunque te doy la razón, estaban exquisitas.
Después fuimos a hacer la compra, ambos lo necesitábamos; y fue a la vez precioso y doloroso. ¿Quién se imagina decir que ir a hacer la compra sea precioso? Pero sí, lo es cuando recorres los pasillos con la persona que amas, cuando haces planes, bromas y comentarios tontos con la persona con la que has elegido pasar el resto de tus días. Algo tan cotidiano y tedioso puede ser el momento más especial del día con la persona correcta. Por cierto, me debes esa comida que me has prometido hacer, a ver qué tal tus nuevas dotes culinarias. Y a la vez fue doloroso, por no saber apreciarlo cada vez que íbamos a la compra, por haberlo perdido de la manera más tonta, porque no sé si alguna vez la haremos para llenar nuestra despensa y no cada uno la suya.
Y el resto de la tarde la hemos pasado normal, tú trabajando y yo en casa con los niños y el proyecto. Me has escrito un par de mensajes y vuelvo a repetirme, algo tan tonto como decirme que te vas al descanso ha hecho que mi corazón diera un saltito de alegría, porque al parecer sí me entendiste ayer cuando te contaba cómo me sentía. Porque te has acordado de mí y me has escrito, y luego otra vez.
No puedo evitar decirme a mí misma que con prudencia, despacio como las tortugas. Aun se puede torcer todo, aun puede que no lo superemos. Todavía caminamos sobre el corte de la espada más afilada que haya sido forjada.
¿Quedaremos esta noche para ver la película? Te lo dejé caer como que no quería la cosa y no quiero insistir y tentar a la suerte. Mi tortuguita interior está aprendiendo que la velocidad no es buena consejera. Que, aunque me encantaría verte esta noche, quizás también sea bueno esa distancia para echarnos de menos, para no agobiarnos, para que los pasos que dimos ayer calen hondo dentro de nosotros.
Voy a cenar con los niños, mañana te contaré qué pasó al final... y qué tal la salida con las bicis y los peques.
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Perdidos
No FicciónEsto no es una historia al uso, simplemente es una especie de diario donde poder contar la vorágine de mi historia de amor, o más bien desamor o de como quiera que termine... Desconozco si escribiré mucho o poco, pero he descubierto que escribiendo...