¿Qué era lo que estaba mal ese año? No solo era el repentino y extraño cambio en la personalidad amable y cálida de Ethan lo que causaba una inquietud en Sky, sino que también los sentimientos expuestos que Riddle profesaba por ella, los que decía sentir, mas no podían ser ciertos, aunque su vida se basara en demostrar que lo eran. Era inexplicable, pero ambas cosas causaban que el sol no pudiera siquiera quemar la pálida piel de Sky, ni mucho menos calentarla con sus abrasadores rayos UV.
── ¿Es acaso idea mía o un ángel acaba de caer del cielo? ── reconocería esa estúpida voz en cualquier lugar del mundo, sobre todo con aquel áspero y lascivo tono.
A Arquimedes Mulciber siempre se le había dado muy bien incomodar a las mujeres, a las personas en general. Sobre todo, a Sky Rowle porque la consideraba débil, alguien indefensa que necesitaba que la protegieran.
Pero Sky no era nada de eso.
── No lo sé, yo me arrastré hasta aquí desde el infierno ── murmuró ── ¿Por qué lo preguntas?
La expresión de Mulciber cambió de forma drástica, ya no rebozaba de malicia ni en sus ojos podía ver ese mirar lascivo que siempre estaba cuando se dirigía a ella o a otra mujer. Quizás, incluso se encontraba allí cuando estaba hablando con algún chico, claro, eran los 40' y no era un misterio aquella enfermedad que en verdad Rowle no consideraba como tal porque era extraño.
Existían diferentes gustos musicales, diversos colores y tipos de comidas, pero, ¿por qué se volvía una aberración cuando todo eso se llevaba a una persona? Ella no lo entendía, pero solo era una adolescente en los años cuarenta ¿Qué podía hacer?
── ¿Crees que estoy para tus bromas, niñita? ── Sky no lo vio venir, ni siquiera se percató de la cercanía que había entre ellos y en cómo él fue eliminando la distancia.
La estampó de forma abrupta contra la pared más cercana. O era una casualidad desgarradora o había sido premeditado, porque ambos sabían que nadie pasaría por esos pasillos hasta bien entrada la tarde para la hora de la cena.
Pero eso a ella no le daba miedo, no realmente y eso era lo que genuinamente le aterraba a Sky.
No era Arquimedes quien le causaba un horror profundo ni hacía que sus vellos se erizaran, era ella misma, porque no tenía temor. Y fue ahí, en ese descuido que Sky aprovechó su oportunidad, porque Mulciber estaba demasiado ocupado siendo un morboso pervertido que se regodeaba con el cuerpo poco desarrollado de Rowle que logró hacer que las tornas del juego cambiaran, ya no era ella la indefensa muchachita acorralada en la pared.
Estaba un poco cansada de ser siempre la presa.
── Mira, no sé cuál es tu fijación conmigo ni por qué piensas que voy a dejarme pisotear solo porque eres mayor o porque eres hombre, pero te recuerdo que tú y yo somos iguales en muchísimos sentidos. Y no, no es porque quiera hacer ver que las mujeres podemos hacer las mismas cosas que ustedes, pero por si no lo habías notado, es evidente que donde existe magia, habita también la posibilidad de superar al otro...
── ¿Y crees estar a mi altura? Porque solo eres una niña ── Sky lo tenía arrinconado casi de la misma forma en la que él la tenía a ella, solo que su pequeño cuerpo era un poquito más fuerte que el suyo.
Lo supo en cuanto ejerció presión en el cuello de su atacante y este comenzó a sentir que el aire empezaba a faltarle, su tráquea no estaba respondiendo de manera correcta.
── Así que, eres grande y fuerte ¿No? ── Arquimedes, en medio de la falta de oxígeno sonrió sin siquiera importarle que estaba sintiéndose débil, sin que la arrogancia abandonara su ser.
── Por supuesto que lo soy, siempre seré más que tú.
── Bien, pero dime una cosa ── la fuerza con la que presionaba era cada vez más intensa ── ¿Eso justifica que me acoses?
Porque no era la primera ni la segunda vez que se encontraban en una situación muy similar en la que ella era la víctima. Esa no era ni por mera coincidencia la primera ocasión en la que él se acercaba de una forma muy cautelosa y la golpeaba contra cualquier pared y columna de piedra intentando sobrepasarse.
Y Sky estaba hastiada de ello, ya no lo soportaba.
── No, es cierto que eso no es una razón suficiente para justificar mis deseos hacía ti.
── ¡Por el amor a Morgana! ¡Soy una niña y tú casi un hombre!
── Sí ¿y qué? Riddle también lo es, pero él puede acercarse a ti con tanta facilidad. Lo hace ver sencillo, porque eres tú quien le permite eso. Dejas que se adentre a tu mundo y se adhiera a tu piel, pero él es débil en muchos aspectos. Quería destruirte y terminó enamorándose.
No era verdad, no podía ser cierto porque ella sabía que Tom era incapaz de sentir o experimentar amor. No estaba en su naturaleza, no había nacido para amar como los seres humanos normales.
── ¿Mulciber? ¿Sky? ── esa voz, desde luego, a esa también podía reconocerla hasta en el mismísimo infierno porque la asechaba día y noche como una horrorosa pesadilla a la que le das mil vueltas.
La menor soltó bruscamente a Arquimedes, ocasionando que este se golpeara la cabeza con la pared de piedra, y aunque le dolió, no dejó ninguna herida en su mollera.
── Creo que debería dejarlos solos ── y tras eso, desapareció entre las sombras.
── ¿Qué fue eso? ── inquirió expectante, y en su rostro solo había confusión y algo que ella no quería identificar como celos.
Porque él no la quería, no podía.
── Bueno... él me acorraló mientras venía caminando, quiso sobrepasarse conmigo como siempre trata de hacerlo, pero logré enfrentarlo y evitar que hiciera algo que yo no quisiera. Fue aterrador, en verdad siempre lo ha sido, pero tú o los demás le restan importancia porque creen que puedo sola y tan cierto no es. No siempre puedo hacer las cosas por mi cuenta.
Y al principio no entendió por qué Tom la abrazó, pero cuando se percató de que estaba temblando y su rostro se encontraba húmedo, lo comprendió todo.
Seguía siendo solo una niña pequeña.